PEDIDO DE MANO Antón Chejov
Personajes
Stepan Stepanovich
Chubukov, terrateniente
Natalia Stepanovna, su
hija. Veinticinco años
Ivan Vasilievich
Lomov, terrateniente hombre sano y robusto pero sumamente aprensivo. Vecino de
Chubukov.
ACTO ÚNICO
Sala en casa de los
Chubukov. Chubukov y Lomov. Este último entra de frac y guantes blancos.
Escena I
CHUBUKOV.- (Saliéndole
al encuentro) ¡Iván Vasilievich! ¡A quién veo! ¡Qué alegría tan grande! (Se
estrechan la mano) ¡Precisamente!... ¡Qué sorpresa! ¿Cómo está?..., dígame.
LOMOV.- ¡Muy bien,
muchas gracias! ¿Y usted, como se encuentra?
CHUBUKOV.- ¡Gracias a
sus oraciones, ángel mío, vamos tirando! Pero; siéntese, se lo ruego. ¡No está
bien eso de olvidarse así de sus vecinos!... ¡Querido!... ¿Cómo viene tan de
etiqueta? ¿Va usted a alguna
parte?
LOMOV.- No. Vengo
solamente a verle, estimado Stepan Stepanovich.
CHUBUKOV.- ¡Y por qué
entonces, vestido de frac. Parece que estamos en Navidad y que va usted de
visitas!...
LOMOV.- Verá... El
asunto que me trae... (Tomándole de un brazo) He venido a verle, estimado
Stepan Stepanovich, para importunarle con un ruego... Varias veces tuve el
honor de dirigirme a usted y solicitar su
ayuda, y siempre...,
en fin... ¡Perdone!... ¡Estoy muy nervioso!... ¿Me permite que beba un poco de
agua, estimado Stepan Stepanovich? (Bebe)
CHUBUKOV.- (Aparte)
Este viene a pedirme dinero, pero no se lo daré. (A Lomov) ¿De que se trata,
guapo mozo?
LOMOV.- Verá usted,
estimado Stepanovich... ¡Perdone!... Quiero decir... Stepan Estimadich...
¡quiero decir!... ¡Estoy terriblemente nervioso! ¡En una palabra, que solo
usted puede ayudarme, aunque yo
no merezca tal honra
ni tenga, derecho a su ayuda!
CHUBUKOV.- Al grano,
querido. ¡Diga lo que sea de una vez! ... Se trata de...
LOMOV.- Ahora mismo...
Al instante. El asunto que me trae... es solicitar la mano de su hija Natalia
Stepanovna.
CHUBUKOV.- (Con
alegría) ¡Iván Vasilieivich! ¡Querido! ¡Repita eso otra vez! ¡No sé si lo he oído bien!
LOMOV.- Digo que tengo
el honor de solicitar…
CHUBUKOV.-
(Interrumpiéndole) ¡Entrañable amigo! ¡Me siento tan contento?...
¡Precisamente! (Lo abraza y lo besa) Hace tanto tiempo que lo deseaba! ¡Fue mi
sueño siempre!... (Vierte una lágrima) ¡Siempre le quise, ángel mío, como a un
verdadero hijo! ¡Que Dios les conceda el amor y la
concordia! ¡Siempre lo
desee!... ¡Bueno!... ¿Y por qué sigo aquí como un tonto? ¡La alegría me ha
dejado aturdido! ¡Completamente aturdido!... ¡Voy a llamar a Natascha!
LOMOV.- (Emocionado)
¡Estimado Stepan Stepanich! ¿Cree que puedo contar con su asentimiento?
CHUBUKOV.- ¿A un guapo
mozo como usted... no va a dar ella su asentimiento? ¡Estará enamorada como un
gato! ¡Ahora vuelvo! (Sale)
ESCENA II
LOMOV.- Tengo frío,
estoy temblando como si fuera a examinarme… Lo principal era decidirse... ¡Si
uno está tiempo y tiempo pensando empieza a vacilar, y si espera encontrar el
ideal, el amor verdadero, no se casa uno nunca! Brrrr… ¡Que frío! Natalia
Stepanovna es una perfecta ama de casa no está mal de exterior y es instruida.
¿Qué más puedo desear?... Con todo esto, y con tanta excitación, ya empiezo a
sentir el ruido de oídos. (Bebe agua) ¡Ya es hora de que me case! En primer
lugar he cumplido los treinta y cinco. ¡Edad, digamos, critica!... ¡En segundo,
necesito hacer una vida ordenada y bien organizada ¡Tengo una lesión de
corazón, me dan constantes palpitaciones y me excito y agito terriblemente!...
¡Ahora mismo, estoy sintiendo un temblor en los labios y un tic nervioso en el
párpado derecho! Sin embargo, para mí, lo más
penoso es la falta de
sueño... No hago más que echarme en la cama y empezar a quedarme dormido,
cuando de pronto, en el costado izquierdo siento una punzada. Esta luego me
sube al hombro y a la cabeza. Me levanto de un salto como un loco, doy unas
vueltas y me acuesto otra vez; pero apenas he empezado a adormecerme, cuando de
nuevo siento la punzada en el costado... ¡Y así lo menos veinte veces!...
(Entra Natalia)
ESCENA III
NATALIA.- ¡Vaya!...
¡Pero si es usted!... ¡Y papá diciéndome que era un comerciante que venía por
mercancía!... ¡Buenos días, Iván Vasilievich!
LOMOV.- ¡Buenos días,
estimada Natalia Stepanovna!
NATALIA.- Perdone que
venga con el delantal puesto y sin arreglar. Estábamos pelando guisantes para
secarlos. ¿Por qué ha tardado usted tanto en venir a vernos? ¡Siéntese! (Se
sientan) ¿Quiere almorzar?
LOMOV.- No, muchas
gracias. He comido ya.
NATALIA.- Fume si
quiere. Ahí tiene usted las cerillas. Hace hoy un tiempo maravilloso... Ayer,
en cambio, llovía de tal modo que los mozos se pasaron el día entero de brazos
cruzados... ¿Cuántas gavillas ha recogido usted?... ¡Yo, por haberme sentido
avariciosa y haber cortado la hierba de todo el prado, temo ahora que el heno
se me vaya a podrir! ¡Hubiera sido mejor esperar!... Pero, ¿qué veo?... ¿Viene
usted de frac?... ¡Vaya, vaya! Va usted a algún baile?... ¡Dicho sea de paso,
le encuentro embellecido!... Pero, bueno..., dígame, en serio..., ¿por qué
viene hecho todo un figurín?
LOMOV.- (Agitado)
¡Verá usted.... estimada Natalia Stepanovna!... ¡El caso es que he decidido
rogarle que me escuche!... ¡Claro que usted se extrañará, y hasta puede que se
enoje..., pero lo cierto es que yo...
(Aparte) Tengo un frío
terrible.
NATALIA.- Que es eso,
vamos a ver... (Pausa) Dígame...
LOMOV.- Procuraré ser
breve. Usted sabe, estimada Natalia!... que, desde hace mucho tiempo, desde la
misma infancia, tengo el honor conocer a su familia... Mi difunta tía y su
esposo, de quienes, como usted se sabe, heredé las tierras..., siempre tuvieron
en la más profunda estima a su padre y a su difunta madre... las familias Lomov
y Chubukov mantuvieron siempre un trato tan amistoso, que bien pudiera
llamarse…de parientes. Además..., como usted tiene el honor de saber..., mis
tierras lindan estrechamente con las suyas... Si usted recuerda mi pastizal de
los bueyes limita con su bosquecillo.
NATALIA.- Perdone que
le interrumpa. Ha dicho usted “mi” Pastizal de los Bueyes... Pero, ¿acaso el
pastizal de los bueyes es suyo?
LOMOV.- Es mío, sí.
NATALIA.- ¡Esto sí que
es bueno! El pastizal de los bueyes no es suyo, sino nuestro!
LOMOV.- No, estimada
Natalia. Es mío.
NATALIA.- ¡Que novedad
para mí. ¿Y de dónde saca usted que es suyo?
LOMOV.- ¿Cómo que de
dónde?... Me refería a ese pastizal que forma un cuchillo entre su pequeño
bosque de álamos y el pantano de Goreloe.
NATALIA.- Justo...,
sí. Pues es nuestro
LOMOV.- ¡No!... Se
equivoca usted. Es mío.
NATALIA.- ¡Entre en
razón, Iván Vasilievich... ¿Desde cuándo es suyo?
LOMOV.- ¿Como que
desde cuándo?... Desde que alcanzo recordar, fue siempre nuestro.
NATALIA.- ¡Eso...,
perdone!
LOMOV.- ¡En las
escrituras se ve, estimada Natalia!... ¡La propiedad del pastizal fue discutida
en un tiempo, eso es cierto: pero ahora todo el mundo sabe que es mío! ¡Esto no
admite discusión!... Verá usted. La abuela de mi tía había dejado libre de
cargas y sin límite de tiempo, el pastizal a los campesinos del abuelo de su
padre de usted para beneficio de estos y en pago a un cocimiento de ladrillos
que se le hacía... Los campesinos del abuelo de su padre, habiendo disfrutado,
completamente gratis y durante cuarenta años del pastizal, se acostumbraron a
considerar las tierras como suyas. Sin embargo cuando salió la nueva orden…
NATALIA.- ¿No es nada
de eso que usted cuenta! ¡Mi abuelo, lo mismo que mi tatarabuelo, siempre
consideraron sus tierras como llegando al pantano de Goreloe…, lo cual quiere
decir que “el pastizal de los
bueyes” era nuestro!
¡Aquí no hay nada que discutir! ¡Resulta hasta enojoso!
LOMOV.- ¡Yo le
mostraré el documento, Natalia!
NATALIA.- ¡No!... ¡Sencillamente
está usted bromeando o me quiere hacer rabiar!... ¡Vaya sorpresa!... ¡Conque
tenemos unas tierras desde hace casi trescientos años y, de repente, vienen a
declararnos que no
son nuestras!...
¡Perdone usted, Iván Vasielivich, pero no puedo creer lo que oyen mis
oídos!.... ¡No es que me sea preciso ese pastizal de los bueyes! ¡su extensión
no es mayor a cinco hectáreas y no vale arriba de trescientos rublos…, pero me
indigna la injusticia!... ¡Dígame lo que quiera, pero por la injusticia no paso!
LOMOV.- ¡Le suplico
que me escuche!.... Los campesinos del abuelo de su padre, como ya tuve el
honor de decirle, cocían ladrillos para la abuela de mi tía… La abuela de mi
tía, deseando complacerles…
NATALIA.- ¡El abuelo…,
la abuela…, la tía!... ¡No comprendo absolutamente nada! ¡El pastizal de los
bueyes es nuestro y punto concluido!
LOMOV.- ¡Es mío!
NATALIA.- ¡Es
nuestro!... ¡Aunque se pasara usted dos días intentando demostrarlo, y aunque
se vistiera usted con quince fracs, le digo que es nuestro, nuestro y nuestro!
¡No quiero nada suyo, pero no quiero tampoco perder lo que es mío! ¡Ya lo sabe
usted!
LOMOV.- ¡El pastizal
de los bueyes no me importa en absoluto! ¡Lo que quiero es mantener el
principio!... ¡Si lo desea, se lo regalo!
NATALIA.- ¡Yo soy la
que podría regalárselo a usted! ¡Todo esto es muy extraño, Iván Vasilievich…!
¡Siempre le hemos considerado como un buen vecino…, como a un amigo!... ¡El año
pasado le prestamos nuestra trilladora, quedándonos nosotros sin terminar de
trillar nuestro grano hasta noviembre, y usted se porta con nosotros como si
fuéramos gitanos!... ¡Me regala usted mi propia tierra! ¡Perdone…, pero así no
procede un buen
vecino! ¡A mis ojos esto podría resultar, hasta…., si quieres…, insultante!
LOMOV.- ¡Entonces…,
según usted…, yo soy un usurpador!... ¡Señora!...¡Jamás me he adueñado de
tierras que no me pertenecen, y no tolero a nadie que me culpe de ello!
(Dirigiéndose rápidamente a la jarra de agua, bebe) ¡El pastizal de los bueyes
es mío!
NATALIA.- ¡No es
verdad! ¡Es nuestro!
LOMOV.- ¡Es mío!
NATALIA.- ¡No es
verdad!... ¡Y yo voy a demostrárselo! ¡Hoy mismo enviaré allá a nuestros
segadores!
LOMOV.- ¡Cómo! ¿Qué
dice usted?
NATALIA.- ¡Que hoy
mismo irán allá mis segadores!
LOMOV.- ¡Pues sepa que
yo les echaré!
NATALIA.- ¡No se
atreverá usted!
LOMOV.- (Llevándose
una mano al corazón) ¡El Pastizal de los bueyes es mío!... ¿Lo entiende
usted?... ¡Mío!
NATALIA.- ¡Tenga la
bondad de no gritar! ¡Chille, si quiere, en su casa, pero aquí le ruego no
rebase los debidos límites!
LOMOV.- ¡Si no fuera,
señora, por las terribles palpitaciones que me acometen, y por lo que me
tiemblan las venas de las sienes..., me oiría usted!... (Gritando) ¡El pastizal
de los bueyes, es mío! ...
NATALIA.- ¡Es mío!
LOMOV.- ¡Nuestro!
NATALIA.- ¡Mío!
LOMOV.- ¡Nuestro!
ESCENA IV
CHUBUKOV.- (Entrando)
Pero ¿qué pasa? ¿Por qué gritan así?
NATALIA.- ¡Papá! ¡Di,
por favor, a este caballero a quién pertenece El Pastizal de los Bueyes! ¡Si a
él o si a nosotros!
CHUBUKOV.- ¡El
Pastizal de los Bueyes es nuestro... pituso!
LOMOV.- ¡Pero, por
Dios..., Stepan Stepanich! ¿Cómo va a ser suyo?... ¡Póngase, al menos, en
razón!... Verá... La abuela de mi tía había dejado, libre de cargas y sin
limitación de tiempo, el Pastizal a los campesinos de su abuelo de usted, para
provecho temporal de estos... Los campesinos, habiéndose beneficiado de la
tierra durante cuarenta años, se habían acostumbrado a ella, y la tenían por
suya..., pero cuando salió la nueva orden…
CHUBUKOV.- ¡Permítame,
querido!... ¡Olvida usted que los campesinos no pagaban a su abuela... era,
precisamente..., porque se trataba de tierras litigio!... ¡Ahora, en cambio, no
hay perro que no sepa, precisamente..., que son nuestras!... ¿Seguramente no ha
visto usted el plano?
LOMOV.- ¡Puedo
demostrarle que son mías!
CHUBUKOV.-
¡Demostrarlo..., guapo mozo…, no podrá usted!
LOMOV.- ¡Pues sí lo
demostraré!
CHUBUKOV.- ¡Querido
mío!... ¿Por qué gritar?... ¡A gritos es imposible demostrar nada!... ¡Yo no
quiero lo que sea suyo, pero tampoco tengo la intención de perder nada que sea
mío!... ¿Por qué iba a perderlo? ¡Si
la cosa hubiera
llegado al punto de que se pretenda discutirme la propiedad del Pastizal de los
Bueyes..., antes preferiría regalárselo a los «mujiks» que a usted!
LOMOV.- ¡No entiendo!
¿Con qué derecho va usted a regalarme una propiedad que no es suya?
CHUBUKOV.-
¡Permítame!... ¡Eso del derecho ya es cuenta mía!... ¡Además, joven, no estoy
acostumbrado a que me hablen en ese tono! ... ¡Le doblo la edad, joven, y le
ruego que se dirija a mí sin excitaciones, etcétera!...
LOMOV.- ¡No!
¡Sencillamente me toma usted por tonto, y se ríe de mí! ¡No solo dice que mis
tierras son suyas, sino que, encima, pretende que conserve la sangre fría y le
hable comedidamente! ¡Ese no es el
proceder de un buen
vecino, Stepan Stepanovich!... ¡Más tiene usted de usurpador que de vecino!
CHUBUKOV.- ¿Cómo? ¿Qué
ha dicho usted?
NATALIA.- ¡Papá!
¡Manda inmediatamente los segadores al Pastizal!
CHUBUKOV.- (A LOMOV)
¿Qué dijo usted, señor mío?
NATALIA.- ¡el
«pastizal de los bueyes» es nuestro y no lo cederé! ¡No lo cederé!
LOMOV.- ¡Eso ya lo
veremos! ¡Con mediación de la justicia, les demostraré que es mío!
CHUBUKOV.- ¡De la
justicia!... ¡Puede usted denunciarnos, señor mío! ¡Denúncienos cuando quiera!
¡Ya le voy conociendo bien! ¡Lo que buscaba usted era una ocasión para
llevarnos a los tribunales! ¡Usted es
un delator! ¡Toda su
familia fue siempre amiga de pleitos! ¡Toda!
LOMOV.- ¡Le ruego no
ofenda a mi familia! ¡En la familia Lomov, todos fueron honrados! ¡Ninguno de
sus miembros fue jamás sometido a juicio por malversador de fondos como su tío!
CHUBUKOV.- ¡En la
familia Lomov eran todos unos locos ¡Todos!
NATALIA.- ¡Sí! ¡Todos!
¡Todos!
CHUBUKOV.- ¡Su abuelo
fue un borracho; y su tía, la menor. Natalia Mijailovna, se fugó con un
arquitecto!
LOMOV.- ¡Y su madre
era torcida de espalda! (Llevándose la mano al corazón) ¡Ay! ¡La punzada en el
costado! ... ¡Ahora en la cabeza!... ¡Dios mío!... ¡Agua!
CHUBUKOV.- ¡Su padre
fue un jugador empedernido y un glotón!
NATALIA.- ¡Y su tía
una chismosa como no ha habido otra igual!
LOMOV.- ¡Siento
paralizárseme la pierna izquierda!... ¡Es usted un intrigante! ¡Ay! ¡El
corazón!... ¡Y para nadie es un misterio que antes de las elecciones!... ¡Los
ojos me echan chispas! ¿Dónde está mi sombrero?
NATALIA.- ¡Es una
ruindad! ¡Es deshonesto y es feo! ...
CHUBUKOV.- ¡Y usted
mismo es un ser pérfido y un delator! ¡Eso es!
LOMOV.- ¡Aquí está mi
sombrero!... ¡Ay! ¡El corazón!... ¿Por dónde salgo? ¿Dónde está la puerta?...
¡Ay! ¡Me siento morir! ¡Llevo a rastras la pierna! (Se dirige a la puerta)
CHUBUKOV.- (Gritándole
a la espalda) ¡No se le ocurra volver a poner los pies en mi casa!
NATALIA.- ¡Presente,
si quiere, la denuncia! ¡Ya veremos lo que pasa!
(Lomov sale,
tambaleándose)
ESCENA V
CHUBUKOV.- ¡Que se
vaya al diablo! (Pasea, preso de fuerte excitación)
NATALIA.- ¡Se ha visto
canalla semejante! Después de todo, ¿qué fe va uno a tener en los buenos
vecinos?
CHUBUKOV.- ¡Es un
granuja! ¡Un espantapájaros!... NATALIA.- ¡Vaya con el adefesio! ¡Se apropia
las tierras ajenas, y encima se permite insultar!
CHUBUKOV.- ¡Y que ese
mico se atreva a pedir manos! ¿Eh?...
NATALIA.- ¿A pedir
manos?...
CHUBUKOV.- ¡Claro!
¡Venía a pedir la tuya!
NATALIA.- ¿Cómo?... ¿A
pedir mi mano?... ¿Por qué no me lo dijiste antes?
CHUBVKOV.- ¡Por eso
esa seta..., esa salchicha..., se ha vestido de frac!
NATALIA.- ¿A pedir mi
mano?... ¡Ay!... (Cae, gimiendo en una butaca) ¡Que vuelva! ¡Que vuelva! ...
CHUBUKOV.- ¿Para qué
va a volver?
NATALIA.- ¡Pronto!...
¡Pronto!... ¡Me desmayo!... ¡Que vuelva! (Le da un ataque de nervios)
CHUBUKOV.- Pero ¿qué
te pasa? ¿Qué quieres?... (Se toma la cabeza entre las manos) ¡Qué desgraciado
soy! ¡Me pegaré un tiro! ¡Me ahorcaré!
NATALIA.- ¡Me muero!
¡Que vuelva!...
CHUBUKOV.- ¡Ah!... ¡Ya
voy! ¡Déjate de llantos! (Sale escapado)
NATALIA.- (Sola y
entre gemidos) ¡Qué hemos hecho! ¡Que vuelva!...
CHUBUKOV.- (Entrando
rápidamente) ¡En seguida viene! ¡Uf! ¡Háblale tú...; yo no tengo ganas!
NATALIA.- (Gimiendo)
¡Que vuelva!
CHUBUKOV.- (Irritado)
¡Ya te he dicho que ahora viene!... (Recitando) «¡Oh, qué castigo, Señor, ser
padre de una hija mayor!... ¡Me cortaré el pescuezo! ¡Me lo cortaré..., desde
luego! ¡Si hemos insultado a un hombre, si le arrojamos de casa, ha sido por tu
culpa! ...
NATALIA.- ¡No! ¡Por la
tuya!
CHUBUKOV.- ¿De manera
que ahora voy a resultar culpable?... (Por la puerta aparece Lomov) Entiéndete
tú con él! (Sale)
ESCENA VI
LOMOV.- (Entra, dando
señales de abatimiento) ¡Qué terribles palpitaciones! ¡Tengo paralizada la
pierna izquierda, y me dan punzadas en costado!
NATALIA.- ¡Le ruego me
perdone, Iván Vasilievich!... ¡Nos hemos acalorado, pero ahora recuerdo
perfectamente que el Pastizal de los Bueyes, es en efecto, suyo.
LOMOV.- ¡Qué terribles
palpitaciones!... ¡El Pastizal de los bueyes es mío!... ¡Ahora tengo el «tic»
en los dos ojos!
NATALIA.- Conque ya
sabe... El Pastizal de los bueyes es suyo. Siéntese. - No teníamos razón.
LOMOV.- Yo..., era
solo por cuestión de principios. La tierra, en sí, me es indiferente. Lo
precioso para mí es mantener el principio...
NATALIA.- Justamente:
el principio. Pero vamos a cambiar de conversación...
LOMOV.- Tanto más
cuanto que tengo las pruebas... La abuela de mi tía.., dejó a los campesinos
del abuelo de su padre...
NATALIA.- Bueno, bueno...
¡Dejémoslo ya!... (Aparte) No sé cómo empezar. (A él) ¿Piensa empezar a cazar
pronto?
LOMOV.- La caza de la
codorniz, estimada Natalia, pienso empezarla después de la siega... ¡Ah!... No
sé si lo sabe usted; pero figúrese la desgracia que me ocurre... Mi perro
«Ugadai», al que se sirve usted conocer, cojea.
NATALIA.- ¡Qué
lástima! ¿Y por qué?
LOMOV.- No lo sé.
Quizá se ha torcido una pata, o le ha mordido algún otro perro... (Suspirando)
¡Era el mejor que tenía..., y eso, sin contar el dinero que vale!... ¡Pagué por
él a Mirnov ciento veinticinco rublos!
NATALIA.- ¡Pues lo
pagó usted demasiado caro, Iván Vasilievich!
LOMOV.- A mí, en
cambio, me parece muy barato. ¡Es un perro magnifico:!
NATALIA.- Papá pagó
ochenta y cinco rublos por su «Otkatai! , y... «Otkatai» es mucho mejor que
«Ugadai».
LOMOV.- ¿Que «Otkatai»
es mejor que Ugádai» (Ríe) ¡Qué disparate!... ¡«Otkatai» mejor que «Ugadai»!
NATALIA.- ¡Claro que
mejor!... ¡«Otkatai» es todavía joven..., esa es la verdad..., aún no es un
verdadero perro..., pero ni Volchanetzkii le tiene mejor!
LOMOV.- Perdone,
Natalia Stepanovna, pero olvida usted que es hundido de hocico, y el perro
hundido de hocico es siempre peor.
NATALIA.- ¿Hundido de
hocico?... ¡Esta es la primera vez que oigo semejante cosa!
LOMOV.- Le afirmo que
tiene la mandíbula inferior más corta que la superior.
NATALIA.- ¿Se la ha
medido usted?
LOMOV.- Se la he
medido, sí... Para aventar la caza es bueno, pero para otra cosa dudo que pueda
servir.
NATALIA.- En primer
lugar, nuestro «Otkatai» es de buena casta... Es hijo de «Sapriagai» y de
«Stameska»..., mientras que el de usted, ¡vaya usted a averiguar qué casta es
la suya!... Además, es más viejo y más feo que un percherón.
LOMOV.- ¿Que es
viejo?... Podrá serlo, en efecto; pero yo no cambiaría cinco «Otkatai» de los
suyos por uno solo como él... ¡Qué ocurrencias!... ¡«Ugadai» es un perro, y «
Otkatai » ! .. . ¡ Solo discutirlo da risa!...
¡Iguales a su
«Otkatai» podría uno encontrarlos a montones!... ¡Veinticinco rublos resultaría
un precio altísimo para él!
NATALIA.- ¡Parece
enteramente que lleva usted hoy dentro el demonio de la contradicción, Iván Vasilievich!...
¡Tan pronto se le ocurre inventar que las «Lujki» son suyas, como que «Ugadai»
es mejor que
«Otkatai» ! ... ¡Me
disgusta que una persona diga lo contrario de lo que piensa, y usted sabe
perfectamente que «Otkatai» es cien veces mejor que el tonto de su «Ugadai» !
... ¿Por qué, entonces, decir otra cosa?
LOMOV.- Veo, Natalia
Stepanovna, que me tiene usted por ciego o por necio... Su «Otkatai» es hundido
de hocico.
NATALIA.- ¡No es
verdad!
LOMOV.- ¡Es hundido de
hocico!
NATALIA STEPANOVNA.-
(Con un chillido) ¡Mentira!
LOMOV.- ¿Por qué grita
usted, señora?
NATALIA.- Y usted ¿por
qué dice esas tonterías?... ¡Es indignante! ¡Justo cuando le ha llegado el
momento de tener que pegar un tiro a su «Ugadai», se pone usted a compararlo
con mi «Otkatai»!
LOMOV.- Perdone... No
puedo proseguir esta discusión... Me dan palpitaciones.
NATALIA.- ¡Ya había
reparado antes en que los cazadores que más discuten son los que menos
entienden!
LOMOV.- ¡Señora! ¡Le
ruego que se calle!... ¡Mi corazón está a punto de estallar!... (Con un grito)
¡Cállese!
NATALIA.- ¡No me
callaré hasta que reconozca que «Otkatai» es cien mil veces mejor que «Ugadai»!
LOMOV.- ¡Cien mil
veces peor! ¡Muera «Otkatai»! ¡Oh!... ¡Mis sienes, mi ojo, mi hombro!...
NATALIA.- ¡El tonto de
su «Ugadai», en cambio, no necesita morirse, porque ya está medio muerto!
LOMOV.- (Llorando)
¡Calle! ¡Mi corazón está a punto de estallar!
NATALIA.- ¡No callaré!
ESCENA VII
CHUBUKOV.- (Entrando)
¿Qué pasa?
NATALIA.- ¡Papá!...
¡Dilo sinceramente! ... ¿Qué perro es mejor: nuestro «Otkatai» o su «Ugadai»?
LOMOV.- ¡Se lo
suplico, Stepan Stepanovich!... ¡Diga solamente esto!... ¿Es su «Otkatai»
hundido de hocico o no?... ¿Lo es, sí o no?
CHUBUKOV.- Y si lo
fuera..., ¿qué importancia tendría?... A pesar de eso, no hay en toda la región
un perro mejor que él.LOMOV.- ¡Conteste, sin embargo, con franqueza!... ¿A que
es mejor mi «Ugadai»?
CHUBUKOV.- No se
altere, querido. Veamos... El «Ugadai» de usted tiene excelentes condiciones...
Es de buena raza, con patas sólidas y fuerte de lomo, etcétera..., pero si
quiere usted saberlo, guapo mozo..., el perro tiene un defecto fundamental: es
viejo.
LOMOV.- Perdone... Me dan
palpitaciones... ¡Atengámonos a los hechos!... ¿Recuerda usted en la Umbría
Maruskino a mi «Ugadai», oreja con oreja con el «Rasmajai» del conde, mientras
su «Otkatai» se quedaba atrás..., a toda una legua de distancia?
CHUBUKOV.- ¡Se quedó
atrás porque uno de los ojeadores le había dado un fustazo!
LOMOV.- ¡Y con
razón!... ¡Cuando todos los perros perseguían al zorro, su «Otkatai» a quien se
tiraba era al carnero!
CHUBUKOV.- ¡Eso no es
cierto, querido!... ¡Soy vivo de genio, por lo que le ruego dejemos esta
discusión!... ¡Si recibió un fustazo fue porque todo el mundo sentía envidia de
que otro perro fuera mejor que el propio! ¡Así es! ¡La gente es siempre igual!
¡Y usted, señor, peca de lo mismo! ¡Tan pronto como se da cuenta de que hay un
perro mejor que su «Ugadai»..., la toma conque si esto y conque si lo otro!...
Tenga presente que yo lo recuerdo todo!
LOMOV.- ¡Y yo también
lo recuerdo todo!
CHUBUKOV.-
(Remedándole) «¡Y yo también lo recuerdo todo!»... ¿Qué recuerda usted, vamos a
ver?
LOMOV.- ¡Oh, qué
palpitaciones!... ¡La pierna se me paraliza!... ¡No puedo más!
NATALIA.- (Haciéndole
burla) «¡Oh, qué palpitaciones!»,.. ¡Vaya cazador que está usted hecho! ¡Lo que
tendría usted que hacer es quedarse tumbado o aplastar cucarachas, y no meterse
a cazar zorros!... «¡Qué
palpitaciones!»
CHUBUKOV.- ¡A decir
verdad, no sé por qué es usted cazador! ¡Precisamente por sus palpitaciones,
debería estarse sentadito en casa y no subirse a una silla de montar!... ¡Y
todavía, si cazara usted..., pero lo
único que hace es
discutir y entorpecer a los perros ajenos!... ¡Soy vivo de genio..., así que
dejemos esta conversación; pero conste que de buen cazador no tiene usted nada!
LOMOV.- ¿Y usted? ...
¿Acaso es cazador? ¡No lleva otro objeto, cuando va de caza, que adular al
conde e intrigar!... iOh, mi corazón!... i Intrigante!
CHUBUKOV.- ¿Cómo dice?
¿Intrigante yo? (Gritando) ¡A callar!
LOMOV.- ¡Intrigante!
CHUBUKOV.-
¡Jovenzuelo! ¡Cachorro!
LOMOV.- ¡Vieja rata!
¡Hipócrita!
CHUBUKOV.- ¡Calla, si
no quieres que te pegue un tiro como a una codorniz!
LOMOV.- ¡Todo el mundo
sabe que!..., ¡ay mi corazón!..., ¡su difunta esposa le pegaba!... ¡Mi pierna!
¡Mis sienes! ¡Las chispas!... ¡Me caigo, me caigo!...
CHUBUKOV.- ¡Y tú estás
debajo de la suela del zapato de tu ama de llaves!
LOMOV.- ¡Ya!...
¡Ya!... ¡Ya me ha estallado el corazón! ¡Ya se me ha desencajado el hombro!
¿Dónde está mi hombro? (Cae desplomado en una butaca) ¡Un médico! (Pierde el
conocimiento)
CHUBUKOV.- ¡Mozalbete!
¡Mocoso!... ¡Ay, me siento mal! (Bebe agua) ¡Me encuentro mal!
NATALIA STEPANOVNA.-
¡Vaya cazador que está usted hecho!... ¡Un hombre que ni siquiera sabe montar a
caballo! (A su padre) ¡Papá!... ¿Qué le pasa? ¡Papá! ... ¡Mírale, papá!... (Con
un chillido) ¡Iván Vas¡lich ! ...¡ Se ha muerto!
CHUBUKOV.- ¡Me
encuentro mal! ¡La respiración me falta! ¡Aire! ...
NATALIA.- ¿Se habrá
muerto? (Sacudiéndole por el brazo) ¡Iván Vasilich!...¡¡Iván Vasilich!... iQué
es lo que hemos hecho! ¡Se ha muerto! (Cayendo en una butaca) ¡Llamen al
médico! (Le da un ataque de nervios)
CHUBUKOV.- ¡Ah! Pero
¿qué te pasa? ¿Qué quieres?
NATALIA.- (Entre
gemidos) ¡Se ha muerto! ¡Se ha muerto!
CHUBUKOV.- ¿Quién se
ha muerto? (Fijando los ojos en Lomov) ¡Se ha muerto, en efecto!... ¡Dios
mío!... ¡Agua! ¡Llamen al doctor!... (Acercando un vaso a los labios de Lomov)
¡No! ¡No lo bebe!... ¡Eso significa que está muerto!... ¡Soy un desgraciado!...
¿Por qué no me habré pegado un tiro? ¿Por qué no me habré cortado el cuello?...
¿Qué espero? ¡Denme un cuchillo! ¡Denme una pistola! (Lomov empieza a moverse)
¡Parece que revive! ¡Beba un poco de agua! Así...
LOMOV.- ¡Las
chispas!... ¡La niebla!... ¿Dónde estoy?
CHUBUKOV.- ¡Cásense de
prisa y váyanse al diablo! ¡Ella da su consentimiento! (Uniendo las manos de
Lomov a las de su hija) ¡Da su consentimiento, yo les bendigo, y solo quiero
que me dejen en paz!
LOMOV.- ¿Cómo?...
¿Qué? (Levantándose) ¿A quién?
CHUBUKOV.- ¡Que ella
está conforme! ¡Así que bésense y váyanse al diablo!
NATALIA.- ¡Vive!...
¡Consiento, sí! ¡Consiento!
CHUBUKOV.- ¡Bésense!
LOMOV.- ¿Cómo? ¿A
quién? (Cambia un beso con Natalia) ¡Encantado!... Perdone, pero..., ¿de qué se
trata?... ¡Ah, sí!... ¡Ahora recuerdo!... ¡El corazón!... ¡Las chispas!... ¡Qué
feliz soy, Natalia Stepanovna! (La besa en la mano) ¡Tengo paralizada la
pierna!
NATALIA.- ¡Yo!... ¡Yo
también me siento muy feliz!
CHUBUKOV.- ¡Parece que
me han quitado una montaña de los hombros! ¡Uf!...
NATALIA.- ¡Sin
embargo..., tendrá usted que reconocer que «Ugadai» es peor que «Otkatai»! ...
LOMOV.- ¡Es mejor!
NATALIA.- ¡Es peor!
CHUBUKOV.- ¡Ya ha dado
comienzo la armonía conyugal! ¡Que traigan
champaña!
LOMOV.- ¡Es mejor!
NATALIA.- ¡Es peor!
¡Es peor! ¡Es peor!
CHUBUKOV.-
(Esforzándose en dominar las voces) ¡Venga la champaña!... ¡Champaña!...
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