sábado, 26 de abril de 2014

5º año: Información sobre Biblia

                               LITERATURA BÍBLICA.

La Biblia es el libro sagrado de cristianos y judíos, y es una de las obras con mayor difusión e importancia en nuestra cultura. No es un libro, sino una colección de libros, una biblioteca sagrada que se ha conservado gracias al cuidado de incontables escribas y ha sido traducida a todas las lenguas conocidas. Sus libros son considerados por la tradición judeocristiana como inspirados por Dios, son religiosos porque tratan de la relación entre Dios y el hombre, y también revelados, porque contienen profecías. No es el único libro sagrado; los hare krishnas tienen el Baghavad Gita, los musulmanes el Corán, los hinduístas los Veddas los mayas quichés el Pópol Vuh.
La Biblia puede estudiarse desde un punto de vista histórico, religioso, antropológico y literario, aunque en la mayoría de sus libros lo más importante era la creación de una obra didáctica, de interés nacional y religioso y no lo artístico, la intención literaria. En su mayor parte los textos han sido modificados, actualizados, y en muchos casos son el resultado de la fusión de escritos de autores de distintas épocas, lugares e ideas. De allí las contradicciones y las diferencias de vocabulario y de estilo que pueden encontrarse. Al escritor bíblico no le preocupa tanto la originalidad como la efectividad de su mensaje.

LOS HEBREOS

Su origen es mesopotámico, se sabe que abandonaron la ciudad de Ur entre los siglos XX y XVIII A.C. para instalarse en Egipto, donde permanecieron durante unos cinco siglos. Poco a poco se van haciendo más numerosos, lo que hace que el faraón los trate como esclavos, por miedo a una rebelión en su propia tierra. Salen de allí por la acción de Moisés, un hebreo rescatado de las aguas del Nilo por una princesa egipcia, en la época en que el faraón había ordenado matar a todos los varones nacidos de las hebreas. Moisés llegará a convertirse en el líder más importante del mundo hebreo, aunque hay quienes sostienen que en pudo haber tenido origen egipcio. Él será el encargado de conducir al pueblo a través del desierto hacia la tierra prometida de Canaán, una vez que escapan al yugo de Egipto. Se inicia una lenta marcha que dura, según la Biblia, cuarenta años, aunque los historiadores le atribuyen un tiempo mucho mayor, de varios siglos. Allí habrían tenido lugar sucesos milagrosos, como la revelación de Dios a Moisés, y el dictado de las Tablas de la Ley.
Una vez en la tierra prometida, los hebreos se organizaron en doce tribus, sin un gobierno central, que con el correr del tiempo derivará en una monarquía. David sería el segundo de estos reyes, y su gobierno abarcó cuarenta años, desde el año 1010 al 970 a.c.. Lleva la capital a Jerusalén, a donde traslada el Arca de la Alianza; también se ocupa de fortificar las fronteras del reino, construir o reconstruir ciudades, organizarlas administrativamente. Se le atribuye gran preocupación por la recopilación y conservación de textos sagrados, entre ellos los Salmos, de muchos de los cuales se lo considera autor.
Los babilonios toman Jerusalén, en el 586 A.C. Destruyen el templo, toman 40.000 cautivos, encarcelan al rey por 35 años y obligan al pueblo a pagar altos tributos, aunque no lo esclavizan. Algunos logran, pasado el tiempo, volver a su tierra y recomponer su religión, pero deben sufrir el rigor de diversas dominaciones de pueblos más fuertes, y son conquistados por Alejandro Magno, luego por los asirios, egipcios y romanos, y comienza la diáspora o dispersión del pueblo hebreo, aunque su fe y su tradición se mantienen.

LA RELIGIÓN HEBREA


MONOTEÍSMO: Los primitivos hebreos tenían una MONOLATRÍA, lo que significa que se adoraba a un solo dios, pero se admitía la existencia de otros. Con el tiempo esto derivó en una forma de nacionalismo religioso que se llama ENOLATRÍA: el culto al dios del pueblo, identificado con los intereses de Israel. El siguiente paso es el MONOTEÍSMO, la creencia en un solo dios, que es el mismo para toda la humanidad.
ALIANZA: en el Antiguo Testamento se habla de dos alianzas entre la divinidad y el pueblo elegido, a través de dos patriarcas. En primer lugar, el pacto que realiza Yahveh con Abraham, por el cual la divinidad promete darle una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo y la tierra prometida. En segundo lugar, la alianza entre Dios y Moisés, en el Monte Sinaí. Se promete a éste larga descendencia y la tierra de Canaán, y se le exige el cumplimiento de una larga serie de leyes (como los Diez Mandamientos). Una tercera alianza se propone en el Nuevo Testamento, esta vez con valor universal, entre Jesús y la humanidad.
MORAL: toda la vida del pueblo hebreo estaba orientada por los principios de fidelidad a Dios; la desobediencia no puede ni pensarse. Los Diez Mandamientos son preceptos religiosos y morales. Surge la noción del pecado como delito que no sólo perjudica al individuo, sino a la comunidad toda. Incluyen la prohibición de adorar a otros dioses, honrar a los padres, no matar, no robar, no cometer adulterio, no dar falso testimonio, etc.
MESIANISMO: los profetas anuncian la llegada de un Mesías, o salvador, al que a veces se muestra como un rey invencible, poderoso, fuerte, mientras que otras aparece como una víctima, un redentor del pueblo a costa de su propio sufrimiento. Su papel sería redimir a la humanidad. A partir de la figura de Jesús se produce un quiebre en la religión hebrea, ya que no todos lo aceptan como el Mesías, lo que dio lugar a dos grandes religiones. El CRISTIANISMO admite a Jesús como el Mesías y al Nuevo Testamento como libro sagrado junto al Antiguo, pero el JUDAÍSMO continúa esperando el Mesías y solo toma como sagrado al Antiguo Testamento.

EL ANTIGUO TESTAMENTO


Se llama así al conjunto de libros que los judíos consideran sagrados y que constituyen la primera parte de las Biblias cristianas. Los hebreos le llamaban “los escritos”. Para los griegos fue “Bibliae” (plural de “biblos”, papel, libro), pero luego se fue transformando en un singular, “Biblia”. El “error” de traducir un plural por un singular tal vez se base en el deseo de destacar su unidad como libro sagrado. De igual modo, originalmente se hablaba de una Antigua y Nueva Alianza, no de un testamento. La palabra griega “diatheké” significaba testamento, pero también pacto o alianza. El “error” es importante porque en una alianza ambas partes tienen obligaciones y derechos, lo cual se pierde al hablar de un “testamento”.
El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo y arameo, y el Nuevo Testamento, en su mayoría, en griego. El hebreo es una lengua simple, de sintaxis sencilla y gran flexibilidad. Se dice que en virtud de la pobreza del idioma los escritores se vieron en la necesidad de recurrir frecuentemente a reiteraciones, paralelismos, comparaciones y metáforas, que son recursos literarios típicos de la Biblia. Se escribe de derecha a izquierda, sólo se escriben las consonantes y originalmente no existía la división de los libros en versículos y capítulos. Esto dificultó su comprensión a medida que el habla del pueblo fue cambiando y se fue olvidando la pronunciación original de las palabras. Al nombre de Dios estaba prohibido pronunciarlo, por lo cual en la Biblia sólo aparecen las consonantes YHWH, el “tetragrama sagrado”. De ahí deriva “Jehová” o “Yahveh”.
Los libros bíblicos fueron escritos en rollos de papiros o pergaminos, conservados en muy malas condiciones. Muchas copias fueron escondidas para eludir la destrucción o persecución, pero pese a ello hoy no queda un solo manuscrito original; los que se poseen han sido elaborados por los “masoretas”, sabios judíos que entre los siglos VI y X se dedicaron a la fijación del texto de la Biblia. Indicaron las vocales que faltaban, la acentuación y la puntuación, dividieron los textos en capítulos y versículos, y agregaron comentarios al margen.
            No toda la literatura hebrea está incluida en el Antiguo Testamento; para determinar qué libros forman parte de la Biblia se toma en cuenta el “canon”, regla de la Iglesia que establece el carácter sagrado o no de los libros. Los libros descartados del canon se consideran apócrifos, que significa supuesto, fingido, y son los que no están confirmados en su autenticidad por la Iglesia. Hay otros que nunca se consideraron sagrados, como los textos encontrados en una cueva del Mar Muerto, en 1947.
Los judíos solo aceptan el CANON HEBREO: 39 libros del Antiguo Testamento (que ellos transforman en 24, uniendo algunos libros con otros). En el CANON ALEJANDRINO el Antiguo Testamento tiene los 39 libros del canon hebreo más 7 libros “apócrifos”. El CANON CRISTIANO, fijado por la Iglesia Católica en el siglo XVI, incluye el Antiguo y Nuevo Testamento.
Los libros del Antiguo Testamento de carácter puramente literario, como los Salmos o El Cantar de los Cantares, son muy pocos. En algunos predomina el interés filosófico o didáctico, como en los Proverbios. En otros los fragmentos poéticos suelen pasar inadvertidos porque se llega a ellos tras muchas páginas de lectura monótona y agotadora. En la poesía hebrea no había rima, si bien pueden aparecer aliteraciones u otros efectos sonoros. Lo fundamental está en el ritmo, el número de sílabas y la colocación de los acentos.
Es frecuente el uso de PARALELISMOS, relación, por similitud u oposición, de dos o más versos, en la forma o en las ideas. Hay tres tipos de paralelismo en la Biblia. El SINONÍMICO tiene versos que dicen lo mismo con distintas palabras, con una estructura sintáctica semejante. (“¡No temas, porque contigo estoy yo!/ ¡No desmayes, porque yo soy tu Dios!”). El ANTITÉTICO es aquel en que un verso expone algo y el siguiente plantea lo opuesto, como en Proverbios: “El que labra su tierra se saciará de pan/ mas el que sigue a los ociosos se hartará de pobreza”. El SINTÉTICO O DE COMPOSICIÓN es una forma compleja: cada verso va añadiendo elementos, componiendo, desarrollando la idea.
En la Biblia se llama “hablar por parábolas” o “por semejanzas” a hacerlo empleando la comparación, metáfora, parábola, alegoría y personificación. Se recurre a ellas buscando una finalidad didáctica, se busca aclarar bien lo que se expresa. Pueden añadir belleza a la expresión, pero esa no es la finalidad principal. Se toman como elementos de referencia los que son sencillos, cotidianos, conocidos por todos.

LOS SALMOS

Su nombre viene del griego Psalmos, que significa originalmente tocar un instrumento de cuerda o cantar al son de dicho instrumento. Son los cánticos religiosos de los hebreos, no eran poemas para ser leídos sino que se cantaban en procesiones o fiestas rituales. El libro de los Salmos tiene 150 poemas, escritos a lo largo de mil años de la historia hebrea. Aparece toda la gama del sentimiento religioso: el desamparo, el temor, la confianza, el amor por su Dios. La tradición atribuyó a David (rey, músico y poeta) un importante número de salmos.
Clasificación según su carácter literario:
a)    HIMNOS. Los de alabanza exhortan a alabar a Yahveh, los de acción de gracias son referidos a una situación dolorosa que ha sido solucionada por su dios, y los mesiánicos anuncian la grandeza futura de los hebreos y el fin de sus enemigos.
b)   PLEGARIAS. En las individuales el hombre enfermo, preso, perseguido, pobre, expone su situación, proclama su inocencia: él no merece ese castigo. Termina con un ruego, que lo recuerde, salve de la muerte, castigue a los que lo angustian. En las colectivas se plantean problemas a nivel nacional: la derrota, el exilio. Se pide el castigo a los enemigos, el favor divino, el retorno a la tierra propia.
c)    CANTOS DE SABIDURÍA: plantean normas morales, exaltan la ley de Yahvé y su cumplimiento, aconsejan la confianza en Dios.


EL NUEVO TESTAMENTO                


Es el conjunto de libros sagrados del cristianismo que hablan de la vida y enseñanzas de Jesús. Se compone de 27 libros considerados sagrados: los Evangelios (vida de Jesús), los Hechos de los Apóstoles (difusión de sus ideas), las Epístolas (fundamentación de su doctrina) y el Apocalipsis (libro profético, también llamado Revelación).
Evangelio significa “buena nueva”, y es una narración de la vida de Jesús y sus enseñanzas. Son escritos en griego entre los años 40 y 100 después de Cristo. Se ubican en una provincia del Imperio Romano, Palestina. De los cuatro Evangelios admitidos como sagrados, tres son muy similares, los escritos por Mateo, Marcos y Lucas, y se les conoce como “Evangelios sinópticos”; podrían provenir de la misma tradición oral, o se basaron en un mismo documento primitivo. El Evangelio según San Juan es más metafísico y doctrinario.
El protagonista de estos libros es conocido con varios nombres en la Biblia: Jesús, Cristo, Mesías, entre otros. No dejó obra escrita pero su historicidad no se discute, ya que ha sido mencionado en numerosas obras de la época. La discusión estaría centrada en demostrar si existieron esos milagros, si era el Mesías, o un simple mortal con un gran carisma personal. La Biblia lo presenta como alguien que acepta su destino trágico sin negar sus enseñanzas, su persona se plantea como modelo de conducta, ideal de justicia, bondad, pureza y sacrificio.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

Mateo, que llegó a ser uno de los doce apóstoles, fue en principio un cobrador de impuestos para los romanos, llamado Leví. Se transforma al ser llamado por Cristo, y por ello simbólicamente cambia su nombre: “Mateo” significa “don de Dios”. Su finalidad es demostrar que Jesús es el Mesías, y para ello selecciona y ordena los hechos de acuerdo a un plan y no siguiendo un orden cronológico. Abarca un breve lapso de la vida de Jesús, y da pocos detalles. Su estilo es simple, con muchas imágenes y abundantes citas del Antiguo Testamento.
El Sermón del monte es la primera manifestación detallada de su doctrina por parte de Jesús, encierra sus ideas fundamentales. Se exige al hombre el abandono de todo egoísmo, el exigirse lo mejor de sí mismo, haciendo hincapié en la interioridad del individuo, sus pensamientos, deseos e intenciones, más que en sus acciones. El discurso se pronuncia en un entorno agradable, con una multitud escuchando las suaves palabras de Jesús. La Antigua Ley, en cambio, se promulgó en el Monte Sinaí, sobre una roca, entre relámpagos, con palabras como truenos, que asustan y mantienen apartado al pueblo.
Podemos suponer que el texto ha sido conservado con el mayor de los cuidados, por tratarse de un discurso de Jesús. Se divide en tres momentos: las bienaventuranzas, los conceptos sobre el nuevo espíritu y la doble parábola final.
También Lucas habla de este sermón, aunque con mayor brevedad. Este autor plantea que Jesús sube al monte a orar y luego desciende al llano, donde se ubican sus oyentes, lo cual difiere de la versión de Mateo, quien sitúa a Jesús y sus oyentes en una montaña, tal vez para hacerlo más parecido al Antiguo Testamento, donde la Ley se promulga en el Monte Sinaí. Por otra parte, Lucas sólo menciona cuatro bienaventuranzas, seguidas por cuatro ayes o maldiciones, en un paralelismo antitético que recuerda el estilo del Antiguo Testamento.

Las bienaventuranzas son una serie de bendiciones a los poseedores de cierta virtud, en función del bien que por ello reciben. Son nueve, aunque algunos autores cuentan ocho (uniendo dos de ellas) o más, si cuentan cada vez que dice la palabra “bienaventurado”. En distintas traducciones puede variar el orden, pero siempre son iguales la primera y la última. Se trata de un fragmento de “prosa rítmica”, en el cual cada frase está dividida en hemistiquios relacionados por la forma y los contenidos.

viernes, 25 de abril de 2014

5º año: Biblia, Salmo 1

SALMO 1


         Feliz de aquel hombre
que no anda en consejo de impíos
ni sigue la senda de los pecadores 
ni se sienta en el banco de los descreídos
sino que se complace en la ley de Yahveh,
que medita en su ley día y noche.

         Él es como un árbol plantado
a orillas e un curso de agua
que da su fruto en la estación propicia
y cuyas hojas jamás se marchitan.
Todo lo que haga prosperará.

         No así el impío; nada de eso.
El impío será como basura
que arrastra el viento.

          El impío no podrá defenderse en el juicio
    ni el pecador en la asamblea de los justos.

        Porque Yahveh conoce la senda del justo
mas la senda del impío se perderá.


viernes, 11 de abril de 2014

6ºB2: final del cuento leído en clase, viernes 11 de abril

(recordemos: mujer obsesionada con la puntualidad, con un tic nervioso cuando se ponía ansiosa, marido que parecía torturarla a propósito con esto aunque nunca quedaba claro, ella a punto de irse por seis semanas con su hija y él se iba a vivir a un club por ese tiempo, casa ya con todo guardado, sin sirvientes, hombre que vuelve a entrar a la casa pretextando haber olvidado allí un objeto que ella encontró de pronto en el asiento del auto…)
………………………………………………………………………


Salió presurosa del coche y presurosa subió la escalinata, la llave en una mano. Introdujo aquélla en la cerradura y, a punto de darle vuelta, se detuvo. Irguió la cabeza y así se quedó, totalmente inmóvil, toda ella suspendida justo en mitad de aquel precipitado acto de abrir y entrar, y esperó. Esperó cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez segundos. Viéndola plantada allí, la cabeza muy derecha, el cuerpo tan tenso, se hubiera dicho que acechaba la repetición de algún ruido percibido antes y procedente de un lejano lugar de la casa.
Sí: era indudable que estaba a la escucha. Toda su actitud era de escuchar. Parecía, incluso, que acercase más y más a la puerta la oreja. Pegada ésta ya a la madera, durante unos segundos siguió en aquella postura: la cabeza alta, el oído atento, la mano en la llave, a punto de abrir, pero sin hacerlo, intentado en cambio, o eso parecía, captar y analizar los sonidos que le llegaban, vagos, de aquel lejano lugar de la casa.
Luego, de golpe, como movida por un resorte, volvió a cobrar vida. Retirada la llave de la cerradura, descendió los peldaños a la carrera.
—¡Es demasiado tarde!—gritó al chofer—. No puedo esperarle. Imposible. Perdería el avión. ¡De prisa, de prisa, chofer! ¡Al aeropuerto!
Es posible que, de haberla observado con atención, el chofer hubiese advertido que, la cara totalmente blanca, toda su expresión había cambiado de repente. Exentos ahora de aquel aire un tanto blando y bobo, sus rasgos habían cobrado una singular dureza. Su pequeña boca, de ordinario tan floja, se veía prieta y afilada; los ojos le fulgían; y la voz cuando habló, tenía un nuevo tono, de autoridad—.
—¡Dése prisa, dése usted prisa!
—¿No marcha su marido con usted?—preguntó el hombre, atónito.
—¡Desde luego que no! Sólo iba a dejarlo en el club. Pero no importa. El lo comprenderá. Tomará un taxi. Pero no se me quede ahí, hablando, hombre de Dios. ¡En marcha! ¡Tengo que alcanzar el avión a París!
Acuciado por la señora Foster desde el asiento trasero, el hombre condujo de prisa todo el camino y ella consiguió tomar el avión con algunos minutos de margen. Al poco, sobrevolaba muy alto el Atlántico, cómodamente retrepada en su asiento, atenta al zumbido de los motores, y camino, por fin, de París. Imbuida aún de su nuevo talante, sentíase curiosamente fuerte y, en cierta extraña manera, maravillosamente. Todo aquello la tenía un poco jadeante; pero eso era debido, más que nada, al pasmo que le inspiraba lo que había hecho; y, conforme el avión fue alejándose más y más de Nueva York y su Calle Sesenta y Dos Este, una gran serenidad comenzó a invadirla. Para su llegada a París, se sentía tan sosegada y entera como pudiese desear.
Conoció a sus nietos, que en persona eran aún más adorables que en las fotografías. De puro hermosos, se dijo, parecían ángeles. Diariamente los llevó a pasear, les ofreció pasteles, les compró regalos y relató cuentos maravillosos.
Una vez por semana, los jueves, escribía a su marido una carta simpática, parlanchina, repleta de noticias y chismes, que invariablemente terminaba con el recordatorio de: «Y no olvides comer a tus horas, cariño, aunque me temo que, no estando yo presente, es fácil que dejes de hacerlo.»
Expiradas las seis semanas, todos veían con tristeza que hubiese de volver a América, y a su esposo. Todos, es decir, excepto ella misma, que no parecía, por sorprendente que ello fuera, tan contrariada como hubiera cabido esperar. Y, según se despedía de unos y otros con besos, tanto en su actitud como en sus palabras, parecía apuntar la posibilidad de un regreso no distante.
Con todo, y haciendo honor a su condición de esposa fiel, no se excedió en su ausencia. A las seis semanas justas de su llegada, y tras haber cablegrafiado a su esposo, tomó el avión a Nueva York.
A su llegada a Idlewild, la señora Foster advirtió con interés que no había ningún coche esperándola. Es posible que eso incluso la divirtiera un poco. Pero, sosegada en extremo, no se excedió en la propina al mozo que le había conseguido un taxi tras llevarle el equipaje.
En Nueva York hacía más frío que en París y las bocas de las alcantarillas mostraban pegotes de nieve sucia. Cuando el taxi se detuvo ante la casa de la Calle Sesenta y Dos, la señora Foster consiguió del chofer que le subiese los dos maletones a lo alto de la escalinata. Después de pagarle, llamó al timbre. Esperó, pero no hubo respuesta. Sólo por cerciorarse, volvió a llamar. Oyó el agudo tintineo que sonaba en la despensa, en la trasera de la casa. Nadie, sin embargo, acudió a la puerta.
En vista de ello, la señora Foster sacó su llave y abrió.
Lo primero que vio al entrar fue el correo amontonado en el suelo, donde había caído al ser echado al buzón. La casa estaba fría y oscura. El reloj de pared aparecía envuelto aún en la funda que lo protegía del polvo. El ambiente, pese al frío, tenía una peculiar pesadez, y en el aire flotaba un extraño olor dulzón como nunca antes lo había percibido.
Cruzó a paso vivo el zaguán y desapareció nuevamente por la esquina del fondo, a la izquierda. Había en esa acción algo a un tiempo deliberado y resuelto; tenía la señora Foster el aire de quien se dispone a investigar un rumor o confirmar una sospecha. Y cuando regresó, pasados unos segundos, su rostro lucía un pequeño viso de satisfacción.
Se detuvo en mitad del zaguán, como reflexionando qué hacer a continuación, y luego, súbitamente, dio media vuelta y se dirigió al estudio de su marido. Encima del escritorio encontró su libro de direcciones, y, tras un rato de rebuscar en él, levantó el auricular y marcó un número.
—¿Oiga?—dijo—. Les llamo desde el número nueve de la Calle Sesenta y Dos Este... Sí, eso es. ¿Podrían enviarme un operario cuanto antes? Sí, parece haberse parado entre el segundo y el tercer piso. Al menos, eso señala el indicador... ¿En seguida? Oh, es usted muy amable. Es que, verá, no tengo las piernas como para subir tantas escaleras. Muchísimas gracias. Que usted lo pase bien.

Y, después de colgar, se sentó ante el escritorio de su marido, a esperar paciente la llegada del hombre que en breve acudiría a reparar el ascensor.

domingo, 6 de abril de 2014

6º año: un par de miradas sobre Baudelaire



La idea de "Poeta maldito" aparece planteada visualmente en este video.


Lectura en francés de "El enemigo", con texto original (adjunto una traducción al final)


EL ENEMIGO

Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
atravesada a veces por soles centelleantes;
las lluvias y los rayos hicieron tal estrago,
que pocos son los frutos bermejos del jardín.

Ahora, que he tocado el otoño de la idea,
es hora de emplear las palas y los rastrillos
y agrupar como nuevas las tierras inundadas,
donde las aguas cavan sus pozos como tumbas.

¿Quién sabe si las flores nuevas con las que sueño
hallarán en el suelo lavado como playa
el místico alimento con que harán su vigor?

_¡Oh dolor! ¡oh dolor! Come la vida el Tiempo,
y el oscuro Enemigo que el corazón nos roe
con sangre que perdemos crece y se fortifica!

4º año: 3 versiones del "Romance del Enamorado y la Muerte"

Una versión uruguaya, por Washington Carrasco y Cristina Fernández


Otra forma de musicalizar el romance (en este caso, con varios cambios en el texto respecto al que manejamos en clase)


La última, en las voces de dos argentinas: María Elena Walsh y Leda Valladares



jueves, 3 de abril de 2014

3º CERP. Programa del curso.

(copio solo lo relativo a los textos que trabajaremos en el año)


Literatura precolombina
 Anónimo: Popol Vuh. Lectura y aproximación a la Introducción y la creación del mundo y del hombre.  Análisis del episodio de la doncella Ixquic.


Barroco de Indias
Sor Juana Inés de la Cruz. Análisis del poema “Hombres necios que acusáis” y de la “Respuesta a Sor Filotea”, entre otros textos.


Neoclasicismo
Alonso Carrió de la Vandera (Concolorcorvo): Lazarillo de ciegos caminantes. Análisis del primer capítulo de la primera parte (en relación con Martín Fierro).


Romanticismo
Ricardo Palma: Tradiciones peruanas. Análisis de dos cuentos.


Poesía gauchesca
José Hernández: El gaucho Martín Fierro (análisis de los cantos 1 y 7) y La vuelta de Martín Fierro (Consejos del Viejo Vizcacha).


Modernismo en la ensayística
José Martí: Análisis de “Nuestra América” y poemas V y IX de versos sencillos.


Modernismo en la lírica
Rubén Darío: Cantos de vida y esperanza. Análisis de los poemas “Sinfonía en Gris mayor”, “Nocturno” y “Lo fatal”, entre otros.


Modernismo en la narrativa
Joaquim Machado de Assis: Memorias póstumas de Blas Cubas.


martes, 1 de abril de 2014

6º año. POEMAS DE CHARLES BAUDELAIRE




LA DESTRUCCIÓN
El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento cómo quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!





LA FUENTE DE SANGRE
A veces siento mi sangre correr en oleadas,
lo mismo que una fuente de rítmicos sollozos;
la oigo correr en largos murmullos,
pero en vano me palpo para encontrar la herida.
                       
A través de la ciudad, como un campo cerrado,
va transformando las piedras en islotes,
saciando la sed de cada criatura,
y coloreando en rojo toda la natura.

A menudo he pedido a estos vinos
aplacar por un solo día el terror que me roe;
el vino torna el mirar más claro y más fino el oído.

He buscado en el amor un sueño de olvido;
mas para mí el amor es un lecho punzante,
hecho para dar de beber a esas putas crueles.







EL ENEMIGO

Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
atravesada a veces por soles centelleantes;
las lluvias y los rayos hicieron tal estrago,
que pocos son los frutos bermejos del jardín.

Ahora, que he tocado el otoño de la idea,
es hora de emplear las palas y los rastrillos
y agrupar como nuevas las tierras inundadas,
donde las aguas cavan sus pozos como tumbas.

¿Quién sabe si las flores nuevas con las que sueño
hallarán en el suelo lavado como playa
el místico alimento con que harán su vigor?

_¡Oh dolor! ¡oh dolor! Come la vida el Tiempo,
y el oscuro Enemigo que el corazón nos roe
con sangre que perdemos crece y se fortifica!