martes, 8 de noviembre de 2011

Para conocer un poco otras realidades...

Información sobre género dramático

Pertenecen a este género las obras escritas para ser representadas. El nombre “dramático” viene del griego “draomai”, que significa representación. Las primeras representaciones se hicieron en Grecia, hace más de 2500 años. En las obras de teatro no hay narrador que explique los hechos; todo debe deducirse del diálogo de los personajes, sus movimientos, tonos y gestos. El autor de obras teatrales se llama dramaturgo.

Las obras dramáticas se estructuran en actos (unidades mayores) y escenas (subdivisiones de los actos; marcan la entrada y salida de personajes).

Debemos diferenciar el texto escrito (lo que se lee) del texto espectacular (lo que se ve en la representación). Dentro del texto escrito podemos distinguir el diálogo de los personajes, que puede ser en verso o prosa, y siempre tiene la indicación del nombre de quien habla. A veces un personaje habla solo en escena, expresando sus pensamientos; es un monólogo o soliloquio. Otras ocasiones hay personajes que dialogan y se sobreentiende que otro personaje, también en escena, no los escucha. Es una convención teatral, algo que se acepta como si fuera posible, y se llama aparte. Si se hace referencia a algo que el espectador no ve (algo que ocurre fuera del escenario, por ejemplo) se dice que eso pertenece a la extraescena. También hay, por lo general, aclaraciones que hace el autor sobre movimientos, gestos y tonos de los personajes, así como descripciones del lugar, el vestuario o el aspecto de quienes aparecen en escena, que pueden estar al principio de la obra o en medio de la acción. Estas aclaraciones constituyen el llamado texto acotacional, que se escribe entre paréntesis y con letra diferente al diálogo de los personajes (por ejemplo: saliendo de la habitación).

A diferencia de la poesía y la narrativa, la obra dramática es más que palabras: necesita ser representada. El texto es llevado a la escena por un grupo de personas, y la puesta en escena puede incluir variaciones, según quién lo dirija, cómo se actúe, ante qué público se represente, etc.

Se llama texto espectacular al conjunto de códigos que coexisten en una representación, a saber: personajes, vestuario, maquillaje, escenografía, edificio teatral, texto, director, público, sonido, iluminación. Cada uno de estos elementos aportará una clase diferente de información al espectador. Los personajes pueden ser varios o solo uno (“unipersonal”). Representan personas o animales, ideas abstractas, etc. No hay que confundir personaje y actor: este último es la persona que toma el rol del personaje. Un mismo actor puede representar varios personajes, y viceversa. Su maquillaje y el vestuario nos ubicarán en una época, un lugar, una clase social determinada o incluso un hecho concreto: un ojo negro, una cicatriz, la aparición de arrugas, si hubo un transcurso temporal, por ejemplo. La escenografía también dará datos para ubicar a los personajes, ya sea realista o no. La obra puede representarse en un teatro, un sitio pensado para la representación, o en otros lugares, como la calle, el ómnibus, una iglesia. El texto puede seguirse al pie de la letra o con variaciones, haciendo una puesta en escena “basada en…”. El director coordina la labor de todos, y parte de un concepto global de la obra, que intenta plasmar en escena. Es el que interpreta el texto escrito, le da un sentido personal. Puede haber o no intervención del público. El sonido podrá aportar música, voces en off, ruidos de ambiente, tormentas, etc., y con la iluminación se destaca un personaje o se crea un ambiente.

Hay otras formas teatrales particulares, como la pantomima (teatro sin palabras), el teatro negro (con muñecos sobre un fondo negro), las obras de títeres y marionetas, la ópera (donde el texto es cantado) o el radioteatro (que consiste solo en sonidos).

sábado, 29 de octubre de 2011

Un payador entre nosotros

En este día especial
a mí me toca cantar.
Mientras Vicu está sentada
aquí yo hago la payada.
En este día muy lindo
me embola salir al plinto
para eso veo a Dano
que con eso está copado.

Esto no termina acá,
la payada no se va;
veo a Michu muy tranquila,
no tomó mucho tequila.
Están todos muy contentos,
entonces iré más lento.
pero Diego está de langa:
vámonos pa la pachanga.

Todavía falta un año
para el fin de la payada,
no sea cosa que en un rato
se vayan a dar un baño.
Allí sentada está Paula
como un animal sin fin,
antes que se vaya al fin
vamo' a llevarla a la jaula.

Nada que ver con nada
es toda esta muchachada
fue un placer con la gurisada
realizar esta payadda.
Sí, señores, ¡a festejar!
Esto está llegando al fin
y aunque parezca un despeje
ya me estoy por ir al fin.

Muchas pavadas juntas
yo no paré de poner
pero no es una amargura:
hay que estudiar Literatura.
Mariela profe querida
esta clase no tiene heridas,
es la clase más sincera...
pero soy un mamadera.

Esta es la última estrofa
y yo me llamo Martín.
Tomé mucho Jugolín
dentro del monopatín.

Martín R.

Para 3º4 (un poco tardíamente)...

lunes, 26 de septiembre de 2011

3º4 Película de "Martín Fierro" (fragmento)

Dejo parte del comienzo de una vieja película sobre el texto. Si quieren ver el resto, está en Youtube.

3º4 "Martín Fierro" Cantos (capítulos) 1 y 7

MARTÍN FIERRO

1

Aquí me pongo a cantar

Al compás de la vigüela,

que el hombre que lo desvela

una pena estrordinaria,

como la ave solitaria

con el cantar se consuela.



Pido a los santos del cielo

que ayuden mi pensamiento:

les pido en este momento

que voy a cantar mi historia

me refresquen la memoria

y aclaren mi entendimiento.



Vengan santos milagrosos,

vengan todos en mi ayuda

que la lengua se me añuda

y se me turba la vista;

pido a mi Dios que me asista

en una ocasión tan ruda.



Yo he visto muchos cantores,

con famas bien otenidas

y que después de alquiridas

no las quieren sustentar:

parece que sin largar

se cansaron en partidas.



Mas ande otro criollo pasa

Martín Fierro ha de pasar;

nada lo hace recular

ni las fantasmas lo espantan,

y dende que todos cantan

yo también quiero cantar.



Cantando me he de morir,

cantando me han de enterrar

y cantando he de llegar

al pie del eterno Padre;

dende el vientre de mi madre

vine a este mundo a cantar.



Que no se trabe mi lengua

ni me falte la palabra;

el cantar mi gloria labra

y, poniendomé a cantar,

cantando me han de encontrar

aunque la tierra se abra.



Me siento en el plan de un bajo

a cantar un argumento;

como si soplara el viento

hago tiritar los pastos.

Con oros, copas y bastos

juega allí mi pensamiento.



Yo no soy cantor letrao

mas si me pongo a cantar

no tengo cuándo acabar

y me envejezco cantando:

las coplas me van brotando

como agua de manantial.



Con la guitarra en la mano

ni las moscas se me arriman;

naides me pone el pie encima,

y, cuando el pecho se entona,

hago gemir a la prima

y llorar a la bordona.



Yo soy toro en mi rodeo

y torazo en rodeo ajeno;

siempre me tuve por güeno

y si me quieren probar,

salgan otros a cantar

y veremos quién es menos



No me hago al lao de la güeya

aunque vengan degollando;

con los blandos yo soy blando

y soy duro con los duros,

y ninguno en un apuro

me ha visto andar tutubiando.



En el peligro !qué Cristos!

el corazón se me enancha,

pues toda la tierra es cancha,

y de eso naides se asombre;

el que se tiene por hombre

ande quiera hace pata ancha.



Soy gaucho, y entiendaló

como mi lengua lo esplica:

para mi la tierra es chica

y pudiera ser mayor;

ni la víbora me pica

ni quema mi frente el sol.



Nací como nace el peje

en el fondo de la mar;

naides me puede quitar

aquello que Dios me dio:

lo que al mundo truje yo

del mundo lo he de llevar.



Mi gloria es vivir tan libre

como el pájaro del cielo;

no hago nido en este suelo

ande hay tanto que sufrir,

y naides me ha de seguir

cuando yo remuento el vuelo.



Yo no tengo en el amor

quien me venga con querellas;

como esas aves tan bellas

que saltan de rama en rama,

yo hago en el trébol mi cama,

y me cubren las estrellas.



Y sepan cuantos escuchan

de mis penas el relato

que nunca peleo ni mato

sino por necesidá

y que a tanta alversidá

sólo me arrojó el mal trato.



Y atiendan la relación

que hace un gaucho perseguido,

que padre y marido ha sido

empeñoso y diligente,

y sin embargo la gente

lo tiene por un bandido.



7

De carta de más me vía

sin saber a donde dirme;

mas dijeron que era vago

y entraron a perseguirme.



Nunca se achican los males,

van poco a poco creciendo,

y ansina me vide pronto

obligado a andar juyendo.



No tenía mujer ni rancho

y a más, era resertor;

no tenía una prenda güena

ni un peso en el tirador



A mis hijos infelices

pensé volverlos a hallar,

y andaba de un lao al otro

sin tener ni que pitar.



Supe una vez por desgracia

que había un baile por allí,

y medio desesperao

a ver la milonga fuí.



Riunidos al pericón

tantos amigos hallé,

que alegre de verme entre ellos

esa noche me apedé.



Como nunca, en la ocasión

por peliar me dio la tranca.

y la emprendí con un negro

que trujo una negra en ancas.



Al ver llegar la morena,

que no hacía caso de naides,

le dije con la mamúa:

-Va...ca...yendo gente al baile.



La negra entendió la cosa

y no tardó en contestarme,

mirándome como a un perro:

-Mas vaca será su madre.-



Y dentró al baile muy tiesa

con más cola que una zorra,

haciendo blanquiar los dientes

lo mesmo que mazamorra.



-¡Negra linda!-... dije yo.

-Me gusta... pa la carona-;

y me puse a talariar

esta coplita fregona:



-A los blancos hizo Dios,

a los mulatos San Pedro,

a los negros hizo el diablo

para tizón del infierno.-



Había estao juntando rabia

el moreno dende ajuera;

en lo escuro le brillaban

los ojos como linterna.



Lo conocí retobao,

me acerqué y le dije presto:

-Po...r...rudo que un hombre sea

nunca se enoja por esto.



Corcovió el de los tamangos

y creyéndose muy fijo:

-¡Más porrudo serás vos,

gaucho rotoso!-, me dijo.



Y ya se me vino al humo

como a buscarme la hebra,

y un golpe le acomodé

con el porrón de ginebra.



Ahí nomás pegó el de hollín

mas gruñidos que un chanchito,

y pelando el envenao

me atropelló dando gritos.



Pegué un brinco y abrí cancha

diciéndoles: -Caballeros,

dejen venir ese toro.

solo nací... solo muero.



El negro, después del golpe,

se había el poncho refalao

y dijo: -Vas a saber

si es solo o acompañado.



Y mientras se arremangó,

yo me saqué las espuelas,

pues malicié que aquel tío

no era de arriar con las riendas.



No hay cosa como el peligro

pa refrescar un mamao;

hasta la vista se aclara

por mucho que haiga chupao.



El negro me atropelló

como a quererme comer;

me hizo dos tiros seguidos

y los dos le abarajé.



Yo tenía un facón con S,

que era de lima de acero;

le hice un tiro, lo quitó

y vino ciego el moreno;



Y en el medio de las aspas

un planazo le asenté,

que lo largué culebriando

lo mesmo que buscapié.



Le coloriaron las motas

con la sangre de la herida,

y volvió a venir jurioso

como una tigra parida.



Y ya me hizo relumbrar

por los ojos el cuchillo,

alcanzando con la punta

a cortarme en un carrillo.



Me hirvió la sangre en las venas

y me le afirmé al moreno,

dándole de punta y hacha

pa dejar un diablo menos.



Por fin en una topada

en el cuchillo lo alcé,

y como un saco de güesos

contra un cerco lo largué.



Tiró unas cuantas patadas

y ya cantó pal carnero:

nunca me puedo olvidar

de la agonía de aquel negro.



En esto la negra vino

con los ojos como ají

y empezó la pobre allí

a bramar como una loba.

Yo quise darle una soba

a ver si la hacía callar,

mas pude reflesionar

que era malo en aquel punto,

y por respeto al dijunto

no la quise castigar.



Limpié el facón en los pastos,

desate mi redomón,

monté despacio y salí

al tranco pa el cañadón.



Después supe que al finao

ni siquiera lo velaron,

y retobao en un cuero,

sin rezarle lo enterraron.



Y dicen que dende entonces,

cuando es la noche serena

suele verse una luz mala

como de alma que anda en pena.



Yo tengo intención a veces,

para que no pene tanto,

de sacar de allí los güesos

y echarlos al camposanto.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

3º4 Tarea domiciliaria opcional

PROPUESTA: COMPARAR ESTE POEMA CANTADO CON EL POEMA 20 DE NERUDA.


1) Ver similitudes y diferencias en temas, estructura, lenguaje o lo que puedan encontrar.

2) ¿Conoce otra canción que trate temas similares al Poema XX?

3) ¿Cómo cree que quedaría el Poema XX si se cantara al son de "A cartas vistas"? Fundamente su opinión.





Buitres A Cartas Vistas

Es la historia del regreso

por los pasos de tus versos

esta es nuestra canción.



Pedí jugar a cartas vistas

cuando se pierde así en la vida

se pierde y no se habla más.



La noche ya no es mi guarida

el vidrio solo abre

heridas tus ojos diez años atrás.



A veces siento

rodando en mi caída

tu voz que llama desde el mar

es el eco de



una canción herida al viento

y un solo corazón latiendo

o aún peor

lo que es vivir

la vida sin ti.



No me importa lo que digan

yo pagué por esta vida

y no quiero devolución.



De otro, sí, será de otro

como fue un día de mis besos

y eso no se quita más.



Dejame hablarle

también a tu silencio

porque así fue que te perdí

como el eco de



una canción herida al viento

y un solo corazón latiendo

o aún peor

lo que es vivir

la vida sin ti.

3º4 Videos relacionados a poemas de Neruda: Poema 20 (Alex Ubago), Tus manos (Laura Canoura) y Poema 15 (Alejandro Sanz).

jueves, 25 de agosto de 2011

3º4 se pone a escribir...

Consigna: crear "algo" con palabras, inspirado en la Noche de la Nostalgia...




Hola, mi señora

escribo para invitarla ahora;

a una noche muy sonora

la noche de la nostalgia, es hora



Divertirnos y bailar

y mucho tomar;

para disfrutar

y esta noche contigo estar



Cuando empiece la noche

te iré a buscar en mi coche;

saldremos a pasear

y en la noche festejar



Yo que vos me iría bañando

la noche está llamando;

yo ya me estoy preparando

la noche de la nostalgia está llegando.







Integrantes: Diego Rychtenberg, Roy Liberman

PD: Hay un leit motiv al final de todas las estrofas con la palabra noche.

______________________________________________________________________

Noche de la nostalgia entre amigos

Sofía dice: ¡Jóvenes! ¿Como están?
Julián dice: Bien, acá viendo que sale hoy de noche
Martín dice: ¡Vamos a bailar!
Agustina dice: ¡No existe!, estaría mucho mejor reunirnos en alguna casa tranquilos y recordar juntos momentos de nuestra infancia. O que, ¿vamos a ir a bailar y escuchar Barney?
Julián dice: Dale bo, no descanses vamos a la barra, a mi me gusta bailar… (8)
Martín dice: Jajaja, buenísimo (malísimo)
Julián dice: Vos tranquilízate sino después cobras y terminas llorando en el sopi
Agustina dice: Ta bobos, tranquilos, ya fue vamos a bailar, ahora que lo pienso me re embola quedarme en casa
Sofía dice: ¡Vamo1 arriba!
Sofía dice: a mi también me re embola quedarme en casa
Martín dice: Bueno, quedamos así. A que hora vamos?
Julián dice: Vengan todos a casa y vamos juntos en taxi

Cuando llegaron a lo de Julián, los chicos empezaron a charlar y recordar cuando iban al jardín juntos, las maestras, los cumpleaños, cuando se reunían las chicas a jugar a las barbies y a las maestras.
Hablaban como si pareciese que se hayan olvidado de la noche que los esperaba, hablaron horas, eran las dos de la mañana cuando la mama de Julián entro al comedor y les dijo:- Chicos, ya son las 2 AM, ¿no van a ir a bailar?.
Los chicos se miraron y entre risas misteriosas dijeron:- ¡Ya era!, nos quedamos un rato mas hablando y nos vamos.

__________________________________________________________Martina, Anthony


- Ya son las seis de la mañana, ¡paren de bailar! .-.
Nadie me veía, nadie me escuchaba. ¡Qué desgraciado yo!, parezco un aladino cualquiera. Como cada 24 de agosto, vagando por la ciudad vieja, recorriendo cada uno de los boliches, generándome varias intrigas que nadie nunca me podrá responder. ¿Por qué seré así, un ser anormal?. Yo también quiero disfrutar de la sensación de tener mis ojos empañados, tropezándome con cada objeto que se me cruce el día de la independencia al amanecer. En fin, es lo que hay valor, ser público tiene sus ventajas.
¿Qué gusto tendrá esa bebida transparente tan tentadora? ¿Cómo será el pisar tierra y mover un pie para la derecha, luego atrás y volverlo al centro? ¿Serán amables las personas que sirven las copas luego de tirarlas para arriba y jugar con ellas?. – No llegues más de las 7 de la mañana -. Sueño con eso.
Nostalgia de recordar las nostalgias pasadas. A todo esto, ¿Será verdad la noche de la nostalgia? O ¿solo es un día para bailar?, por lo menos, así lo siento yo desde el espacio aéreo. Nadie pasa por el libro de los recuerdos a nostalgiar. Todos pasan por el boliche a bailar. Si tuviera un lápiz, una goma, escribiría una carta para obtener una respuesta sobre la noche de la nostalgia, pero como no la tengo, simplemente me pregunto, me intrigo y no paro de preguntar. ¿Por qué la noche de la nostalgia y no la noche del baile? ¿Acaso se rompió algún cristal en aquellos tiempos?
Lo mío, es bárbaro. Simplemente, entro al boliche, gratis, siempre. Chusmeo aquellas conversaciones de pareja que no van mas allá de –“ mi amor, ¿tomas algo?”-. Nunca faltan tampoco, aquellas de peleas, -“ No, loca. Yo me voy mas tarde, es temprano, no seas corta mambo, andate vos”-. Jaja. ¡Qué gracia me da!. También me sumo a las barras de tragos, siempre esquivando las copas y botellas que vuelan sin parar. El problema está cuando me choco con la gran y famosa bola de espejos, los ojos de las personas hacia ella están quietos como la estatua de la libertad, en donde la haya movido medio centímetro la súper fiesta nostálgica decae, ¿Cuántos circulitos tendrá?. Y bueno, es lo que tiene esta noche que aparenta ser tan especial. Hasta que, allí, por las cuatro, cinco de la mañana, lo único que se ve son personas con dos rayas anaranjadas fluors, en su ropa, tocando un silbato como si estuvieran matando a alguien por medio de un ruido y un aparato en la mano que da como resultado números rojos incandescentes, a veces altos, otras no tanto. Gente peleándose con esas personas quejándose por no querer pagar las consecuencias de esta noche nostálgica. Son esas cosas que hay que entenderlas. Una noche, linda, con mucho bailoteo y bolas de espejo, pero con términos feos, con muchas personas con rayas anaranjadas fluors, en la calle tocando el silbato son cesar.
Y, ahora, yo te pregunto a vos, querido lector. Te diste cuenta como soy?, ¿no te gustaría ser como yo?, ver todo desde otro lado, y hasta poder, gritar sin que te escuchen –“ya son las seis de la mañana, ¡paren de bailar!-“

__________________________________________________________Martín R, Florencia

CHAT – Uruguay Messenger. Conversación 24/08/2011
19.15 hrs
Roberto dice: ¡Hola Rosa! ¿Cómo te encuentras? ¡Hace un largo tiempo que nos vemos!
Rosa dice: ¡¡Roberto!! Te he extrañado. Yo estoy realmente emocionada por la noche que se viene hoy. ¡La noche de la Nostalgia ha llegado!
Roberto dice: ¡Oh, por favor! Esa noche ha quedado en el olvido Rosa. Hay que vivir y bailar la música actual. ¿Qué harás hoy a la noche?
Rosa dice: Pues, he decidido salir a comer y bailar junto a mi esposo Juan, y nuestros amigos, Marta y Jorge… Pero, ¡no me cambies de tema! ¿Cómo es eso de que no te gusta o no te identificas con esta noche nostálgica?
Roberto dice: Y, bueno, definitivamente siento que esta noche no es más que una estupidez… Si no, ¿para qué vivimos el día de hoy? ¡Para bailar la música actual!
Rosa dice: Pero Roberto, no entiendo cómo me dices esto. Con nuestros 48 años de vida, ¿qué puede ser mejor que ir a bailar y escuchar la música de nuestra juventud?? No me digas que no recuerdas la música de los 70, y 80…
Roberto dice: Si, puede ser… Tal vez el hecho de soltero me da menos ganas de salir a bailar y regresar tarde. Es que extraño tanto a Marcela…me mata el hecho de saber que nos hemos separado.
------ROBERTO HA ENVIADO UN ZUMBIDO A ROSA------
Rosa dice: ¡Perdón mi demora al responder! Me estaba duchando. Claro que te entiendo y comprendo lo de tu ex esposa…Eso está claro. Pero, ¡te propongo algo!
Roberto dice: Dime, ¿Cuál es tu idea alocada hoy Rosa?
Rosa dice: ¡¡Salí esta noche con todos nosotros!! Te pasamos a buscar, salimos, tomamos un poco y bailamos. Y tal vez, ¡Te encuentras a alguna chica hermosa para empezar una nueva vida! ¿Quién sabe? Te prometo que te vas a despejar.
Roberto dice: No lo sé… Me gusta la idea pero siento que todo esto es un poco raro.
Rosa dice: Por favor, ¡Anímate! Me lo vas a agradecer…
Roberto dice: Bueno, ¡Me convenciste Ro! ¿A qué hora pasan a buscarme?
Rosa dice: ¡¡Perfecto!! Estate pronto para las 21.00 hrs aproximadamente.
Roberto dice: Dale. Ya mismo voy a buscar mi camisa preferida junto a mis zapatos marrones. ¡Me voy a bañar Rosa!
Rosa dice: ¡Nos vemos en un rato! Créeme, de esta noche, no te vas a olvidar…

-----ROBERTO HA CERRADO SESION-----

ROSA HA CAMBIADO SU MENSAJE PERSONAL A:
“¡Preparándome para la Noche de la Nostalgia!
Y así fue, la mejor noche de la vida de Roberto… Pudo escuchar a alguien más, y cambiar su visión de la vida, reencontrarse con nuevos amigos, y conocer a su nuevo amor.

_______________________________________________________Federico


To: fiestanostalgia@adinet.com


From: nicole.kugelmass@hotmail.com

Date: 20/8/2038

Re: Nostalgia



Viernes 20 de agosto de 2038

Siempre me dijeron que nací con 16 años. Que no tuve infancia, pero lo que nadie sabe es que si la tuve. Ahora, a mis 42 años recuerdo, recuerdo mi infancia, mi adolescencia, y que a pesar de la madurez con la que la viví, siempre me divertí.

Algo que me da mucha nostalgia son las salidas! Cada viernes, sábado, feriado... salir. Divertirse. Extraño esos años de libertad, pero bien vividos. Miro a mis hijos salir todos los fines de semana, ir a bailar… ¡Uff! ¡Qué lindas épocas!

De chica si había algo que me molestaba era la noche de la nostalgia. ¡Mis padres no podían salir! Claro que no, esos viejos queriendo salir, no era algo posible. Pero ahora lo entiendo todo... algo de libertad querían.

Eso es lo que yo quiero ahora, quiero ganar esta fiesta nostálgica, para revivir todos esos momentos de gloria y libertad, escuchar las buenas canciones de mi época, esas que jamás creí posible escucharlas en una noche como esta.



NICOLE KUGELMASS, 42 AÑOS DE EDAD.

To: nicole.kugelmass@hotmail.com

From: fiestanostalgia@adinet.com

Date: 24/8/2038

Re: Nostalgia

¡Felicitaciones! Has Ganado una de las tres fiestas nostálgicas con todo incluido. Tu historia fue una de las 3 elegidas entre 60.000.

Por mas información comunícate con el 2 708 65 903

Eduardo Acevedo

lunes, 22 de agosto de 2011

Deber basado en los poemas de Alfonsina Storni



1) Lea los poemas que se publican a continuación y busque en el diccionario las palabras que no comprenda, o al menos las cinco que considera más difíciles.

2) Elija uno de esos textos para relacionarlo con la vida de la escritora; ¿en qué aspectos pueden estar relacionados?

3) Determine tres puntos de semejanza entre los cinco poemas que se repartieron en clase.

4) Seleccione un poema para comentar, señalando sus temas, cómo es la estructura formal y cinco recursos literarios que aparezcan en el texto.



El trabajo es obligatorio; debe ser individual, con lapicera y entregado como fecha límite el 2 de setiembre. No se admitirán dilaciones, salvo falta con razón justificada.

sábado, 20 de agosto de 2011

3º4 Alfonsina (canción)





Aquí les dejo dos versiones de la misma canción: cantada por Mercedes Sosa y por Franco Simone (sí, gente de otras décadas, lo sé...). Es un homenaje a Alfonsina, inspirado en su trágica muerte y en el último poema que dejó escrito. A ver qué les parece...


martes, 16 de agosto de 2011

3º4 Poemas de Alfonsina Storni

Último poema.


Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.



Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara en la cabecera;

una constelación, la que te guste;

todas son buenas, bájala un poquito.



Déjame sola; oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases



para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido.


Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre

pasear por la orilla lejana del mar;

que la arena de oro, y las aguas verdes,

y los cielos puros me vieran pasar.



Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,

como una romana, para concordar

con las grandes olas, y las rocas muertas

y las anchas playas que ciñen el mar.



Con el paso lento, y los ojos fríos

y la boca muda, dejarme llevar;

ver cómo se rompen las olas azules

contra los granitos y no parpadear;



ver cómo las aves rapaces se comen

los peces pequeños y no despertar;

pensar que pudieran las frágiles barcas

hundirse en las aguas y no suspirar;



ver que se adelanta, la garganta al aire,

el hombre más bello, no desear amar...



Perder la mirada, distraídamente,

perderla y que nunca la vuelva a encontrar:

y, figura erguida, entre cielo y playa,

sentirme el olvido perenne del mar.



El clamor


Alguna vez, andando por la vida,

por piedad, por amor,

como se da una fuente, sin reservas,

yo di mi corazón.



Y dije al que pasaba, sin malicia,

y quizá con fervor:

-Obedezco a la ley que nos gobierna:

He dado el corazón.



Y tan pronto lo dije, como un eco

ya se corrió la voz:

-Ved la mala mujer esa que pasa:

Ha dado el corazón.



De boca en boca, sobre los tejados,

rodaba este clamor:

-¡Echadle piedras, eh, sobre la cara;

ha dado el corazón!



Ya está sangrando, sí, la cara mía,

pero no de rubor,

que me vuelvo a los hombres y repito:

¡He dado el corazón!


El divino amor

Te ando buscando, amor que nunca llegas,

te ando buscando, amor que te mezquinas,

me aguzo por saber si me adivinas,

me doblo por saber si te me entregas.



Las tempestades mías, andariegas,

se han aquietado sobre un haz de espinas;

sangran mis carnes gotas purpurinas

porque a salvarme, ¡oh niño!, te me niegas.



Mira que estoy de pie sobre los leños,

que a veces bastan unos pocos sueños

para encender la llama que me pierde.



Sálvame, amor, y con tus manos puras

trueca este fuego en límpidas dulzuras

y haz de mis leños una rama verde.


La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,

se me va de los dedos ... En el viento, al rodar,

la caricia que vaga sin destino ni objeto,

la caricia perdida, ¿quién la recogerá?



Pude amar esta noche con piedad infinita,

pude amar al primero que acertara a llegar.

Nadie llega. Están solos los floridos senderos.

La caricia perdida rodará... rodará...



Si en los ojos te besan esta noche, viajero,

si estremece las ramas un dulce suspirar,

si te oprime los dedos una mano pequeña

que te toma y te deja, que te logra y se va,



si no ves esa mano ni la boca que besa,

si es el aire quien teje la ilusión de llamar,

oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,

en el viento fundida ¿me reconocerás?



martes, 9 de agosto de 2011

4ºAÑO: CONCURSO DE CUENTOS

Página del colegio que lo organiza: http://www.preu.edu.uy/
Mail (por consultas o para pedir que les manden las bases, que yo les puedo prestar para fotocopiar, si quieren): prescritores@preu.edu.uy

Hay plazo hasta el 19 de agosto.
A animarse! Y suerte!

viernes, 15 de julio de 2011

miércoles, 13 de julio de 2011

3º4 Prueba de evaluación especial

Constará de dos partes.


I) Comentario de uno de los cuentos analizados en profundidad. Cada estudiante elegirá entre "El almohadón...", "El hombre pálido" ("Rodríguez", para 3º6) y "Continuidad de los parques", y se le harán preguntas en base a ese texto.

II) Comentario de un cuento nuevo. Se le pedirá que resuma el contenido, analice el título, el narrador, los personajes (nominados e innominados, protagónicos o secundarios, grafopeya y etopeya), que reconozca la estructura externa (marco, complicación, resolución), el tiempo y espacio en que se ubica y que determine qué recursos literarios hay en el mismo. Los recursos que hemos dado están definidos en este mismo blog en una lista publicada hoy. Esta segunda parte tendrá una sola pregunta: "comente el siguiente texto", y cada alumno le dará la profundidad que sus conocimientos le posibiliten.

Cada parte vale 6 puntos.
Como siempre, se tendrá en cuenta el conocimiento, la ortografía y la sintaxis del escrito.
Cualquier duda, laprofedelit@gmail.com
Saludos.

domingo, 3 de julio de 2011

3º4 Finales alternativos de "Continuidad de los parques"

… El hombre abrió los ojos; todo estaba en su lugar. Se dio vuelta. La puerta estaba cerrada. Se tocó el cuello; no tenía ninguna herida. Como si nunca hubiera pasado nada.

Lentamente abrió la puerta del salón, sintió unos paso acercándose, fue hacia la escalera y sintió la presencia de una sombra. La evitó. Rápidamente salió por la puerta trasera, se subió a su auto. Lo encendió, aceleró y se fue.

En la casa solo se escuchó un grito.

___________________________________________

Abrió lentamente los ojos. El techo gris del salón parecía tan alto y el candelabro desprendía pequeños destellos sobre él. Se quedó así por un minuto interminable, tratando de asimilar lo sucedido. Nada, nada de nada. Los sucesos se repetían en su mente borrosos y confusos.

Intentó moverse pero una fuerte puntada en la cabeza le cegó la vista. Frente a él un hombre musculoso, vestido de negro, lo observaba. En sus manos reposaba una novela, manchada de sangre, de tal modo que no se distinguía la tapa.

_Es hora de terminar lo que empezamos hace mucho tiempo- dijo el muchacho.

En seguida lo reconoció; era el hombre por el que su mujer lo dejó.

_Yo no fui; lo sabes muy bien.

_Claro que lo sé, pero ella no. La hiciste sufrir y ahora… ahora te toca a ti.

Lentamente cerró los ojos; sintió una mano que lo sujetaba y el calor del puñal al atravesar su pecho. Respiró profundamente y lentamente dejó salir el aire de su cuerpo por última vez.

_____________________________________


El hombre, con el puñal fuertemente agarrado, se estaba preparando para el golpe final cuando de pronto escuchó pasos detrás de él. Asustado, se escondió rápidamente detrás de la cortina, sin darse cuenta de que los ventanales estaban abiertos, cayendo así hacia una muerte casi segura. En la caída, en un último intento de conseguir su meta, lanzó el cuchillo hacia arriba, pero, como dice el dicho, “todo lo que sube tiene que bajar”. El impacto contra el piso fue tremendo, pero no mortal. El hombre aún tenía esperanzas de vida, hasta que su propio puñal se le incrustó en el corazón. Lo último que escuchó fue a un hombre diciendo “esto te pasa por meterte con mi cuñada”.

____________________________________________


De pronto el libro era un espejo de su propia habitación. Sigilosamente miró el reflejo del ventanal. Enseguida reconoció al hombre, lo había visto con su mujer, estaba seguro. Prendió un cigarrillo, simuló colocarlo en su boca, mas su verdadero paradero eran los ojos de su oponente. Ante la sorpresa el amante quedó desorientado, permitiendo al dueño de casa tomar su puñal y recrear en un segundo la acción que con tanta precaución habían planeado su esposa y el asesino asesinado. Dejó caer el cuerpo sangriento. Cambió de página la novela. Estaba vacía.

domingo, 19 de junio de 2011

3º4 Cuentos con algún elemento raro, fantástico o maravilloso...

Cartuchera Marcos:


¡No te imaginas lo qué me pasó!

El día de ayer mientras Martín, mi dueño, hacía el escrito de literatura, ocurrió un hecho único en mis doce años de cartuchera en liceos.

Mientras pasaban los minutos de ese escrito, la lapicera (sin tapa) hizo un movimiento desafortunado y en acto de segundo la goma nueva tenía un rayón de punta a punta. Al instante, la goma se abalanzó sobre la otra, lo que provocó una pequeña rotura en el largo del segundo. Para empeorar las cosas, cuando la que borra cayó, golpeó a la lapicera verde y la despertó de su siesta y se metió en el lío.

Uno de los expectadores, el lápiz de repuesto, que ya había tenido una fuerte discusión con la verde (así la llamaban sus amigas), se metió en este lío que parecía interminable.

Todos los problemas tienen una solución, y por suerte, este no era la excepción. Cuando la discusión empezaba a parecerse a una pelea, siento un cosquilleo en la parte más alta de mi cuerpo. ¡Por fin!, yo sabía que esto iba a suceder en cualquier momento, mi cierre se estaba abriendo, y no era otra que la mano del dueño. El chico, en un acto heroico, retiró al lápiz y a la goma de mi, y con dicho acto la paz y la armonía retornaron a mi cuerpo.

Contestame lo antes,

Tu amigo, Cartuchera Pedro
______________________________________________________________________________


3 de mayo de 1947

Querido lector,

Seas quien seas, posiblemente me conozcas, soy yo, el banco de la plaza. Escribo para despedirme, decir adiós.

Ayer por la noche vinieron unos niños a despedirse de mí y de todos los que están aquí. Vinieron hacia mí y comenzaron a saltar encima mío, luego me abrazaron y dijeron: “qué lindo que pasamos con usted siempre estaba aquí, escuchándonos cuando ya no había nadie con quien hablar, sabemos que está un poco viejo, pero no queremos que se vaya”. Yo no podía entenderlo. No me iría, ¿por qué habrían dicho eso?

7:00 am de hoy, 3 de mayo de 1947 paso la mujer, aquella que siempre corre por las mañanas con su marido. Pero hoy no hablaban de eso, lo de siempre, sino que de una reforma, la de una plaza. Ahí pensé: “un momento, esta es la única plaza del pueblo”. No podía creer lo que mis brazos oían. Me iban a destruir, luego de 80 años aquí, viendo a los niños crecer, esos que ahora son adultos, viendo crecer a los hijos de estos, viendo crecer a las parejas, las amistades, a este pueblo, ¿cómo era posible?

Así que estoy aquí muy dolorido, no escribo esto para dar lástima, sino para que el que lea pueda transmitir el mensaje al siguiente banco, joven, y bonito que me reemplace. “Esta ciudad fue siempre mi familia y yo la suya, escúchalos, te mantendrán vivo, despierto. Cuídalos”.



(Esta carta fue encontrada por Martín García el 10 de mayo de 1947 luego de que esta plaza fuera destruida)

______________________________________________________________________________
 
 
Si, Si, soy yo, devuelta, quieren salir pero no van a poder. ¡Fshfsh! Cosquillean todo el tiempo. Vos, como mi jefe y yo, como tu asistente, debemos hacerlos trabajar aún más, ¡basta de vaguesa! Si será difícil tener aliens dentro de mi cuerpo, ni siquiera soy normal como para adaptarme, todo sea para innovar el mundo, para reducir la contaminación de una manera más práctica, para que los aliens trabajen, pero no en cualquier cuerpo, dentro del cuerpo de un extraterrestre, tal como yo. ¡Claro!, para ellos yo soy su jefe ¿Qué cargo no?, ¡que presión! Vos, en la nave, tranquilo, un extraterrestre más, pero yo, caminando, por el medio de Montevideo, con la mirada de las personas de piel blanda que me pegan en los ojos, mientras los aliens salen por mi boca a preguntarme una y otra vez que hay que hacer ahora.


Con respecto al funcionamiento de las máquinas, esta todo bajo control; los contaminantes entran por el ombligo, los recibe Philip, los lleva al intestino grueso, donde suben al piso de arriba, allí son reciclados en el pulmón derecho bajo el control de Morris, donde luego los espera Henry en el hígado, para que sean secados. Finalmente la materia orgánica reciclada sube por el esternòn, se dirige a la faringe, preparándose para salir por el oído izquierdo. ¿Pero sabes lo que pasa?, últimamente, hay mucha materia que esta saliendo por el oído derecho, estas son las que fallan en el proceso, es por eso que digo que nuestros trabajadores no están haciendo el trabajo correcto, el problema creo que es que Harold, debiera controlar el pasaje de la materia del hígado hacia el esternòn y sin embargo duerme todo el día en el pulmón izquierdo, y cuando hablo por alto parlante salta.

¿Qué sugerís al respecto?, pese lo que pese, pase lo que pase y sea como sea, vamos a seguir innovando el mundo. Quieren salir, pero como ya te dije, no van a poder.

¡Fshfsh! ¡Fshfsh!, siguen cosquilleando.

__________________________________________________________________________________
 
 
Querido lector:

Soy El Hombre Pálido, necesito que me aconsejes. Estoy sentado en una casa donde ya he planificado un robo con mi socio El Negro. Todo está pasando según lo planeado, pero aunque no lo creas mi corazón me está hablando desde hace un rato, diciéndome que piense dos veces la decisión que voy a tomar antes de llevarla a cabo. Al principio no podía creerlo, creía que estaba loco, pero me lo demostró palpitando más y rápido y después mas lento y dejando de palpitar como si tuviera mente propia. Me dijo que el sabe como soy en el fondo y que si traiciono a estas personas lo lamentare toda mi vida, aunque tenga que enfrentar a mi socio El Negro. Ahora estoy sentado con un mate tratando de disimular que no estoy hablando con mi propio corazón, mirando a esa bella jovencita a los ojos y no se que hacer, se ve muy asustada. Así que te pido ayuda, necesito que tomes esta decisión por mi, como termina este cuento esta en tus manos.

Desde el cuento,
El Hombre Pálido
_____________________________________________________________________________


Agustín:


hace un par de días te vi con los ojos cerrados sobre la almohada en la puerta de la casa de Punta del Este que alquilamos todos los veranos. No estabas solo. Una figura de una mujer se podía ver en una de las paredes del baño. Coincidíamos en bastantes cosas, flaca, castaña clara, ojos oscuros y unos centímetros más baja que vos. Por la cara que yo le veía en esa figura, te puedo decir que tenía una personalidad autoritaria, mala, rencorosa y vengadora. No se merece estar contigo.



Vi un regalo que tenia tu nombre en la parte de arriba de la cajita rectangular. Estaba envuelto en un papel rojito intenso. Sabía lo que había dentro, sabia como enganchártelo a la muñeca, sabia que era negra con un dije del color de la sangre que me permite vivir y que cada tanto se caía hacia la izquierda.

Empecé a escuchar ruidos de la calle que se mezclaron con sus voces. Cada vez sentía que las cosas que veía no eran reales. Los autos y sus bocinas, los pájaros cantando y la tele prendida dominaron mi oído. Las imágenes de ustedes ya casi eran indescriptibles, a los segundos lo único que vía era nada. Una nada negra.



Cuando abrí los ojos vi mi razón de vivir parado frente a mí. Tenías unos hilos negros sosteniendo un pedazo de oro rojo en uno de tus brazos.

_____________________________________________________________________________

Querida Jessica,


¿Cómo estás? Ha sido un largo tiempo desde la última vez que hemos hablado. Espero que tú y tu familia se encuentren estupendo y estén pasando un momento deleitante en Paris.

Te escribo esta carta dada la situación que he vivido hoy a la mañana. No sabía a quién podría recurrir, ya que todos pensarían que estaba loca, por lo que no tuve otra alternativa que interrumpir tus vacaciones y enviarte esta carta. Todo empezó cuando ayer por la noche, me encontraba sola en mi casa, deprimida. Mi cabeza daba vueltas y vueltas, cuando de repente, una estrella fugaz paso por el bello jardín de mi casa, y me hizo pedir un deseo tan alocado que pensé que nunca podría hacerse realidad, deseaba tener 18 años de nuevo. No solo porque podría volver a tener una vida llena de fiestas, divertida, con muchas alegrías, sino también porque podría volver a salir con mi antiguo novio, Neitz, un amor perdido. Decidí irme a dormir

El día comenzó, y todo era muy raro. Desperté en un lugar extraño, un cuarto lleno de muñecas y osos. Sus paredes rosadas de terciopelo me hacían creer que estaba en un cuarto de princesas, pero de pronto me di cuenta que esa era la vieja casa de mis padres en la que viví cuando tenía 18 años. Cuando me mire en el espejo, vi un cutis perfecto, y un cuerpo tan formado, que parecía una modelo. No podía creer que había vuelto a mis 18 años.

Comencé mi rutina diaria, como en los viejos tiempos. Sería el último año en el que concurriría a la secundaria. En el momento que llegue, no era todo como me lo esperaba. Se podría decir que era, hasta peor, que cuando tenía mis 35 años. Inmediatamente volví a mi bello cuarto rosado, intentando buscar una solución al problema, y deseando que esa estrella fugaz no hubiese pasado. Muy arrepentida estoy con lo sucedido. Sé que esta edad ya no es para mí. Ya la he vivido y no es como me la esperaba nuevamente.

Ahora, ya por la noche, te escribo esta carta para suplicarte, por favor que me ayudes. Seguramente pienses que estoy loca, pero no es así. No estoy segura de como sucedió todo, pero esto es una realidad, y ya no sé cómo volver el tiempo atrás.

Espero con ansias tu respuesta,

Te aprecio,

Sabrina.
____________________________________________________________________________
Chuck:
 
Te escribo porque tenía algo para contarte. Necesito que lo guardes en secreto, no me gustaría que piensen que me faltan algunos tornillos. No se si te acordas de mí porque cosas muy raras y que creía imposible pasaron. Desde que era chica moría de ganas por ser grande, poder cumplir diez y seis y hacer lo que quisiera. Bueno, resulta que desde que tenía pocos años escribí una lista donde en cada cumpleaños le agregaba un nuevo deseo.
Hoy desperté y mis padres me esperaban con la típica torta de cumpleaños de todos los años. Acercándome a la parada del autobús un camión de entregas se apareció y me dio una caja con diez y seis velas y una pequeña caja con fósforos. Mi lista de deseos había aparecido dentro de la caja con velas. Tomé la vela con el deseo numero uno; “cuando cumpla diez y seis tendré el auto más lindo, de preferencia rojo”. Apagué la vela y un deslumbrante auto rojo apareció en mi vista. Recuerdo haber estado en el auto contigo. Pero parece que las cosas se salieron de control. Mi deseo catorce decía que cuando cumpliera diez y seis me dejarían de tratar como a una niña. Y así fue, no tengo que ir mas a la secundaria, mis padres piensan que tengo veinte y me mandaron a vivir sola. Pero nadie de la secundaria se acuerda de mi, ni vos. Hay alguien que me concede los deseos, es la única que me entiende, pero dijo que no podía ayudarme y que los deseos ya habían sido pedidos. Parece que ahora lo único que quiero es volver al pasado y empezar nuevamente mi cumpleaños, sin una lista de deseos, que todo siga como venía y que mi vida siguiera perfecta como estaba antes. Espero que todo vuelva a ser como antes y que te acuerdes de mi o por lo menos me conozcas como la nueva persona que soy.

Blair

viernes, 10 de junio de 2011

4º1 y 4º2 Más de Zitarrosa...

Bajo Fondo Tango Club realiza un homenaje a Alfredo Zitarrosa...


                 Un tema de Alfredo cantado por él   
                                                          
  
Y una versión del mismo tema por La Vela Puerca


4º1 y 4º2 Zitarrosa canta el poema que veremos...

viernes, 3 de junio de 2011

4º1 y 4º2 "Si te vas" (de Alfredo Zitarrosa)

Si te vas,


te irás sólo una vez,

para mí habrás muerto,

yo te pido que me lo hagas saber,

quiero estar despierto.

Porque si te vas

yo quiero creer

que nunca vas a volver;

dímelo y será

mucho menos cruel,

yo siempre supe perder.



Si te vas,

quiero verte partir,

saber que te has ido,

sin adioses el amar y el morir,

nunca son olvido.

Pájaro tu pie,

viento mi querer,

yo te puedo comprender,

sin saber por qué

no te podrás ir,

yo te quiero despedir.



Y no será por eso

que estemos separados,

aunque no te marcharas

lo nuestro está terminado.

Pero si te vas,

yo quiero creer

que nunca vas a volver.



Si te vas,

con amor o sin él,

debes irte ahora,*

tus nostalgias y tus fugas de ayer,

ya no me enamoran.

Mírate vivir

sangre de gorrión,

te ha faltado corazón.

Yo bien puedo ser,

si te quieres ir,

el que te ayude a partir.



Si te vas,

no te vayas así,

llévate tu vida,

si no puedes olvidarme y partir

volarás herida.

Vete sin dolor,

debes comprender

que soy el mismo de ayer.

No hay mejor amor

que el que ya pasó,

se siente al decir adiós.



* En la versión original, inédita, dice "debes irte sola".

(1961)

3º4 TRABAJO DOMICILIARIO (opcional)

¿Qué puntos de contacto encuentras entre este comercial y el cuento "Rodríguez"? Señala semejanzas y diferencias por escrito (sin esquemas, solo, con lapicera) y entrégalo hasta el martes 14/6.

jueves, 2 de junio de 2011

3º4 JULIO CORTÁZAR "CASA TOMADA"

Casa tomada

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los secretos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos pocos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pulóver está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a  Irene qué pensaba a hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esta parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica , y la puerta central daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente del pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por le pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso se lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y en los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui hasta el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
—¿Estás seguro?
Asentí.
—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
—No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resulta molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
—Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba enseguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene se los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiado ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos ahí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida).
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí el ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y en el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte, pero siempre sordos a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
—Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta el cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
—¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.
—No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

Julio Cortázar. Bestiario.

3º4 JULIO CORTÁZAR "Continuidad de los parques"

CONTINUIDAD DE LOS PARQUES

   Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que  miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
   Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta, él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa.  Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
                                                                                                         JULIO CORTÁZAR

miércoles, 1 de junio de 2011

4º1 y 4º2 Versiones de la Rima LIII

 
Aquí les dejo cuatro diferentes versiones de la Rima LIII.
Escucho opiniones... ¿Cuál es la mejor? ¿Cómo la harían ustedes?

domingo, 15 de mayo de 2011

El celular de Hansel y Gretel (de Hernán Casciari)

Anoche le contaba a mi hijita Nina un cuento infantil muy famoso, el de Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.
En el momento más tenebroso de la aventura, los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa.
Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer.
Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: 'No importa. Que lo llamen al papá por el celular'.
Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura -toda ella, en general- si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años. Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.
Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.
¿Ya está?
Muy bien. Ahora ponga un celular en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.
¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?
La Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las viejas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.
Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.
Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.
Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.
Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.
Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.
Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.
Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.
Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler).
Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA,
PERO NO STOY MUERTA.
NO T PRCUPES NI
HGAS IDIOTCES. BSO.
Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción 'Banda ancha móvil' de Movistar.
Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados. La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría 'Cien años sin conexión': narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano@goodmornig) pero a nadie le funciona el Messenger.
La famosa novela de James M. Cain -'El cartero llama dos veces'- escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.
Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, 'Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura', la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.
En la obra 'El jotapegé de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.
La bruja del clásico Blancanieves no consultaría todas las noches al espejo sobre 'quién es la mujer más bella del mundo', porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90 la conexión y 0,60 el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.
También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.
Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.
Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa.
Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.
Nuestras tramas están perdiendo el brillo  -las escritas, las vividas, incluso las imaginadas- porque nos hemos convertido en héroes perezosos