viernes, 10 de abril de 2015

6º: Información general sobre Baudelaire y su época

CHARLES BAUDELAIRE: información general.

Es un poeta francés nacido en 1821, en un siglo convulsionado políticamente (tras la Revolución Francesa, de 1789) y de gran heterogeneidad en lo literario, con movimientos como el romanticismo, parnasianismo y simbolismo. Es una época de consolidación del poder de la burguesía. Las ciencias tienen grandes avances, y la vida toda sufre un proceso de politización, que incluye a la literatura. Comienza a verse la obra literaria como mercancía en la publicación de “novelas por entregas” donde aparecía un capítulo por vez, en periódicos, para atrapar al lector y llevarlo a seguir comprándolo. Podríamos clasificar a Baudelaire como poeta post-romántico: se ha dicho de él que es el último de los poetas románticos y el primero de los modernos.

ROMANTICISMO   

La palabra  alude a un fenómeno artístico concreto que va desde fines del siglo XVIII hasta el XIX, cuyo nombre viene del francés “roman” (relato de aventuras) o del adjetivo inglés “romantic”, (que calificaba a cierto tipo de cuadros campestres, con paisajes crepusculares o nocturnos, melancólicos). Su auge del Romanticismo francés se dio en la primera mitad del siglo XIX.  Se ha dicho que es una revolución artística, paralela a la revolución política de 1789. 
Individualismo y egocentrismo. El hombre romántico tiene conciencia de la propia personalidad, de ser distinto a los demás, y afirma constantemente ese “yo” frente a lo que le rodea. En algunos casos llega a sentirse superior a todo lo otro: exalta su propia sensibilidad, sus emociones, pero también su infelicidad. Esto lo lleva al aislamiento y la soledad típicas de los románticos.

Soledad. Su actitud de búsqueda interior lo lleva a descuidar el mundo que lo rodea y refugiarse en lugares solitarios como castillos y cementerios. La soledad produce también dolor y lo lleva a ansiar la integración, la comprensión de los otros.

Evasión. Para escapar de ese mundo en el que no encuentra cabida su idealismo extremo, el romántico opta por escapar de la realidad inmediata que no le gusta. Esa evasión puede conducirlo a épocas pretéritas, como la Edad Media, o a lugares lejanos y exóticos, como Oriente o América.

Desengaño: el choque entre el yo romántico y la realidad produce en el artista un desengaño que lo lleva a enfrentarse con el mundo y rebelarse contra las normas morales, sociales, políticas y religiosas. La sensibilidad romántica se conecta con el llamado “mal del siglo”: la melancolía, el pesimismo. A veces esto constituía una postura, con más de fingido que de auténtico, una especie de moda.
Populismo: se revalorizan los elementos populares, como la música, el canto, las narraciones del pueblo. De ahí su obsesión por buscar las raíces de cada pueblo en su literatura y su cultura.
Libertad. Un poeta español del siglo XIX, Larra, afirma: “libertad en la literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época”. En el arte se niegan a dejarse limitar por reglas. En la vida cotidiana buscan un estilo libre de vivir, conocido en general como “bohemio”. En lo nacional, a veces se relacionó con actitudes patrióticas.

Subjetivismo e irracionalismo. Frente a la razón se levanta la bandera del sentimiento, de ahí la importancia de emociones, sueños y fantasías. Se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad. Se abandona la idea de que existan verdades fijas e inmutables que puedan ser descubiertas. Esto explica la preferencia de los románticos por lo sobrenatural, lo mágico y lo misterioso. Tal vez ligado a esto se produce un retorno a la religiosidad.

La naturaleza. Aparece en movimiento, con preferencia por la ambientación nocturna, identificada con los estados de ánimo del creador, como una proyección de sus sentimientos.
A Baudelaire se lo considera un romántico cuando renueva y usa la imagen poética y la metáfora, cuando cultiva lo exuberante y lo enfático, pero es anti-romántico cuando se resiste frente a todo lo emocional y sentimental, frente a todo lo bonito y fácilmente agradable. Por ejemplo, la melancolía en él se transformará en  un sentimiento más radical, el asco de sí mismo, una inmóvil e impotente desesperación. “Lo que siento es un descorazonamiento, una sensación de aislamiento insoportable, un miedo perpetuo a una desgracia vaga, una desconfianza completa de mis fuerzas, una ausencia total de deseo, una imposibilidad de descubrir distracción alguna, me pregunto sin cesar para qué esto, para qué aquello, ese es el verdadero espíritu del spleen, no me acuerdo de haber caído nunca tan bajo ni de haberme arrastrado tanto tiempo en el hastío” (1856). Si de acuerdo al gusto romántico predominaba la naturaleza espontánea y salvaje, en Baudelaire aparece distorsionada, contaminada, deformada y artificial. Es la naturaleza ciudadana, el producto de la técnica y la civilización, relacionada a la descomposición, la enfermedad y la muerte. En cuanto a la concepción del poeta, no es ya un vidente seguro de sí, de misión divina, sino un testigo del dolor y la dignidad humana. Aparece la conciencia crítica más profunda del romanticismo. Su poesía se hace filosófica y plantea al hombre debatiéndose entre el bien y el mal.
  

PARNASIANISMO

Entre 1860 y 1870 hay una reacción al Romanticismo de corte sentimental, confesional, que tiene a Teófilo Gautier como su principal representante: el Parnasianismo (deriva del mítico monte Parnaso de los griegos, donde habitaban las Musas, deidades protectoras de las artes). Proponen “el arte por el arte mismo”, y expresan sus ideas en revistas de corta existencia. La doctrina del arte por el arte era expresada por Gautier: “el arte es inútil en el sentido de que no presta ninguna utilidad. El poeta, artista por excelencia, es libre, dueño de su fantasía, y su obra no cumple ninguna función social. El arte no es un medio, sino un fin en sí mismo.”
Es un movimiento poético típicamente francés, que procura la objetividad, la impersonalidad. Reacciona contra el romanticismo confesional. Se trata de una poesía minuciosa, laboriosamente trabajada, donde lo formal cobra gran importancia. Se busca la belleza como un fin en sí misma, sin compromisos sentimentales, intelectuales, políticos o religiosos. Quieren tratar al verso con prudencia y paciencia, como el escultor al mármol. Muchos de ellos fueron conocidos a través de una antología de poetas llamada “El Parnaso contemporáneo”, de 1866, que incluso tenía poemas de Baudelaire. Esta corriente está presente en “Las flores del mal” en su absorbente culto a la belleza y la tendencia a no expresar sentimientos en primera persona.

    SIMBOLISMO   

Fue un movimiento literario que se desarrolló fundamentalmente en París, en las dos últimas décadas del siglo XIX. Plantea una postura contraria a los nacionalismos literarios. Muestra a los poetas de fin del siglo XIX y de principios del XX un universo sobrenatural, de misterio, que sólo pueden vislumbrar a través de los poetas “videntes”. El principal representante de esta corriente, el poeta Stephen Mallarmé, dirá en 1862: “toda cosa sagrada que quiere mantenerse se envuelve en el misterio”. El simbolista no busca expresar la realidad, sino trascenderla. El mundo real es símbolo de otra cosa que está más allá de lo sensible; los objetos se vinculan por analogías, correspondencias, ecos. El poeta debe relacionar esos dos mundos: el sensible y el trascendente.

Los simbolistas tienen una gran preocupación por el lenguaje, la suya es una poesía que explora la sonoridad del verso, pues “la poesía es música ante todo”. Significó una revolución en la versificación, que habría de culminar en el verso libre.

Baudelaire se encuentra entre los precursores del Simbolismo, aquellos que de alguna manera lo posibilitaron. Son similares su uso del símbolo poético, la sugestión musical de sus versos y su sentido del misterio, que plantea al poema como un enigma cuya llave debe encontrar el lector. Otras características simbolistas son la búsqueda de la melodía, la renovación del vocabulario, la liberación de las palabras de la lógica prosaica. “Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes del placer del poema, que consiste en la felicidad de volverse tal poco a poco; sugerir, he ahí el sueño”.
Algunos simbolistas fueron vistos como “poetas malditos” por su humor frío y cruel, su gusto por el terror y lo fantástico. La poesía sería como un puente al conocimiento metafísico.
     Baudelaire no pertenece en particular a una sola de las corrientes antes desarrolladas: él se anticipa a su tiempo, a la vez pertenece a él y lo supera, y resulta imposible de encasillar en una corriente o movimiento determinado. Su poesía es la base para todo el siglo XX.

        “LAS FLORES DEL MAL”

Tuvo como antecedente la publicación en 1851 de once poemas del autor en un periódico, bajo el título “Los limbos”. En 1855 se publicó en una revista bajo el nombre “Las flores del mal” un conjunto de dieciocho poemas y el libro apareció en 1857, dedicado a Gautier. El autor desechó dos títulos antes del definitivo: “Los limbos” y “Las lesbianas”. De inmediato provocó el escándalo por su temática. La justicia inculpó a Baudelaire de atentado a la moral pública, la edición fue retirada de circulación y se le prohibió volver a publicar algunos de esos poemas. En 1861 aparece la segunda edición, con 35 textos nuevos y la estructura definitiva. El autor concibió a la obra dividida en tres partes que sumaran cien poemas, en relación con la “Divina comedia”. Luego lo modificó, si bien insiste en que se trata de un todo orgánico y no una simple suma de partes. No son poemas para la mayoría, ni alcanzaron gran difusión hasta el siglo XX.

El libro está estructurado de modo tal que cada composición vale por sí misma, pero además por su relación con el conjunto. Hay seis secciones: SPLEEN E IDEAL (la más extensa, expresa la condición humana de Baudelaire, quien a través del amor y del tedio llega a la conciencia en el mal), CUADROS PARISINOS (el poeta contempla la ciudad y sus habitantes, es testigo de las calles de París, descubre en el exterior el reflejo del problema esencial de la condición humana: el mal), EL VINO (intento de huída a los paraísos artificiales que no puede conducir sino al fracaso), LAS FLORES DEL MAL (doce poemas que se constituyen en los apóstoles del mal), REBELIÓN (después de haber optado por el mal, el poeta ha optado por el jefe del mal: el Diablo) y LA MUERTE (muerte de los protagonistas y comienzo del gran viaje más allá de la vida, hacia lo nuevo).

6º: poemas que daremos de Baudelaire

LA DESTRUCCIÓN
El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento cómo quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!





LA FUENTE DE SANGRE
A veces siento mi sangre correr en oleadas,
lo mismo que una fuente de rítmicos sollozos;
la oigo correr en largos murmullos,
pero en vano me palpo para encontrar la herida.
                       
A través de la ciudad, como un campo cerrado,
va transformando las piedras en islotes,
saciando la sed de cada criatura,
y coloreando en rojo toda la natura.

A menudo he pedido a estos vinos
aplacar por un solo día el terror que me roe;
el vino torna el mirar más claro y más fino el oído.

He buscado en el amor un sueño de olvido;
mas para mí el amor es un lecho punzante,
hecho para dar de beber a esas putas crueles.







EL ENEMIGO

Mi juventud fue sólo tenebrosa tormenta,
atravesada a veces por soles centelleantes;
las lluvias y los rayos hicieron tal estrago,
que pocos son los frutos bermejos del jardín.

Ahora, que he tocado el otoño de la idea,
es hora de emplear las palas y los rastrillos
y agrupar como nuevas las tierras inundadas,
donde las aguas cavan sus pozos como tumbas.

¿Quién sabe si las flores nuevas con las que sueño
hallarán en el suelo lavado como playa
el místico alimento con que harán su vigor?

_¡Oh dolor! ¡oh dolor! Come la vida el Tiempo,
y el oscuro Enemigo que el corazón nos roe
con sangre que perdemos crece y se fortifica!