LATINOAMÉRICA: Cuentos y novelas del
siglo XX
EL
REGIONALISMO
Las
primeras décadas del siglo XX comenzaron para Latinoamérica con el auge del
regionalismo, cuya vigencia va hasta
aproximadamente 1940.
La
novela regionalista presenta personajes unidos a la tierra que habitan: el
campesino, el indígena, por ejemplo. Los temas suelen ser problemas sociales,
como el conflicto entre civilización y barbarie, la denuncia de la opresión
económica, la protesta contra la situación extrema de los trabajadores. Una de las presencias más fuertes y
avasallantes es la de la Naturaleza, que llega a ser más importante a veces que
el hombre mismo. No hablamos aquí de la visión romántica de una naturaleza tranquila,
armoniosa e idealizada, sino de una visión realista, que la ve cargada de
posibilidades de destrucción.
LA NUEVA NARRATIVA
Poco a
poco la narrativa regionalista va dejando paso a una forma nueva, con
conciencia de ser artística. Los ámbitos en que se ubicarán las obras son
generalmente urbanos y hay una importante presencia de elementos fantásticos,
explicados o no, y una apertura a nuevos temas, ligada al afán de experimentación
de la literatura del siglo XX. Los personajes se complejizan y enriquecen
interiormente, mientras que los narradores se van alejando de la omnisciencia
para fundirse con el protagonista o dividirse en varios puntos de vista.
El hecho
de que estos cambios se comiencen a producir hacia 1940 no es casual; varios
acontecimientos pueden contribuir a explicarlo. Al producirse la Segunda Guerra Mundial se interrumpió la llegada de material
europeo a nuestro continente, y por otra parte la Guerra Civil Española hace que vengan a instalarse
muchos intelectuales y artistas valiosos, se fundan editoriales y revistas, se
abren museos y bibliotecas, y se aprecia un crecimiento en el “mercado” de
lectores: cada vez se alcanza un mayor nivel de alfabetización, lo que facilita
su acceso a los textos literarios.
EL “BOOM” DE LA NARRATIVA LATINOAMERICANA
Es una
denominación que deriva del marketing que indica el alza brusca de las ventas
de un producto. Se trata de
un fenómeno de los años sesenta, a la vez literario y comercial. Literario,
porque aparecen obras y autores de indiscutible calidad, pero también
comercial, porque las editoriales comienzan a presionar a los escritores para
aumentar su productividad. Este
momento de auge se considera en general terminado hacia 1972, año en que se
produce la crisis de las democracias y el inicio de dictaduras militares en
muchos de nuestros países.
Entre los
autores más importantes están Julio Cortázar (argentino), Carlos Fuentes (mexicano),
Gabriel García Márquez (colombiano), Mario Vargas Llosa (peruano), José Donoso
(chileno), Juan Rulfo (mexicano), Juan Carlos Onetti (uruguayo) y Augusto Roa
Bastos (paraguayo).
Un tema de frecuente discusión entre
ellos, nunca resuelto del todo, es el de la posición que debería adoptar el
intelectual frente a la política. Para Mario Benedetti, por ejemplo, el deber
fundamental es incrementar la conciencia revolucionaria latinoamericana y quien
no lo hace es cómplice y “sostenedor de los privilegios y la corrupción del
sistema capitalista burgués”. Vargas Llosa y Jorge Luis Borges, en cambio,
sostienen que la literatura funciona como algo autónomo, independiente de su
contexto económico, político o social. Una postura distinta y singular es la de
Cortázar: “la novela revolucionaria no es solamente la que tiene contenido
revolucionario, sino la que busca revolucionar la novela misma”.
REALISMO
MÁGICO
Se ha dicho
que en nuestra literatura conviven una cosmovisión realista y otra fantástica,
como parte de un conjunto de opuestos que constituyen la narrativa
latinoamericana.
El realismo
mágico recibe influencias de las literaturas de vanguardia, especialmente del
surrealismo. Se caracteriza por la combinación de lo realista y lo fantástico,
la transformación de lo real en irreal, la deformación de los conceptos de
tiempo y espacio. Lo maravilloso americano surge de una inesperada alteración de
la realidad, que permite observar las cosas desde ángulos insospechados.
García
Márquez: “La América Latina es así. Totalmente fantástica, aún en
la vida corriente. Es el continente de la imaginación extravagante, del
delirio, de la soledad quimérica y alucinante. Mis personajes son verdaderos en
la medida en que reflejan esta realidad fantástica”. “Vivimos en un continente
donde la vida cotidiana está hecha de realidades y mitos, y nosotros nacemos y
vivimos en un mundo de realidades fantásticas”.
GABRIEL
GARCÍA MÁRQUEZ: SU OBRA
“Las novelas
son como los sueños. Como los sueños, están construidas con fragmentos de la
realidad, pero que terminan por construir una realidad, nueva y distinta. Así
es que son mis novelas. Son experiencias elaboradas y personajes armados con
pedazos de unos y otros, de seres que uno ha conocido. Lo mismo los hechos y
los ambientes” (Gabriel
García Márquez)
Crea un mundo narrativo en el que
fácilmente pasamos de lo real a lo fantástico. Su obra ha sido vista por
algunos críticos como una metáfora de la condición humana; otros destacan como
elemento fundamental el intento de explorar la situación latinoamericana. Se
ha dicho que el ser periodista en Colombia, Venezuela, Europa y los Estados
Unidos fue para él un saludable ejercicio diario y una preocupación por el arte
narrativo. Allí se disciplinó y aprendió a combinar la objetividad del
reportero con los hallazgos imaginativos del creador.
EL
ESTILO
Se destaca su
extrema concisión, quizá herencia de su labor como periodista o influencia de
los narradores norteamericanos. Jamás descuida el lenguaje: el giro breve, la
exactitud, la ausencia de adornos, configuran su pureza de estilo así como su
lenguaje limpio y preciso.
UNIDAD
La mayoría de
sus obras presenta personajes que se repiten, aparecen y reaparecen:
situaciones similares, ámbitos iguales, la misma lluvia, el mismo calor. Hay
numerosos elementos recurrentes que son como un puente entre una novela y otra.
Esto le da al conjunto un aire de “saga”, de unidad.
EL
ESPACIO
Siempre nos
remite al trópico. El calor, húmedo y
viscoso o sofocante y reseco, ocupa en sus cuentos el sitio de un elemento
omnipresente. Hay un “desencantamiento consciente del trópico”, que revela una
aridez, una pobreza, una trivialidad incolora, polvorienta e insoportable.
Salvo
excepciones, sus obras se ubican en Macondo o en “el pueblo” innominado.
Macondo es un lugar de intenso calor, cenagoso, lleno de historias
fantásticas, magia, leyendas. Sus habitantes viven en la soledad y el
aburrimiento, alimentando viejos odios. Parece detenido en el tiempo. “El
pueblo” parece más real que Macondo. Los pobladores, frustrados y solitarios,
viven dominados por el rencor, la desconfianza, las murmuraciones.
LOS
PERSONAJES
Tienen como
característica común la soledad, que llevan hasta la muerte. Son pobres y viven
en condiciones sociales difíciles. García Márquez pretende entender el porqué
del destino de sus pequeños personajes pueblerinos, encontrar la clave que
explique sus vidas. Por
lo general, sus personajes femeninos son fuertes, sólidos, más adaptados a la
realidad que los hombres. En cambio, sus personajes varones son soñadores,
propensos a la ilusión vana, débiles y caprichosos, aunque a veces sean capaces
de un acto de grandeza. Encuentran en las figuras femeninas refugio y consuelo,
estableciéndose un vínculo de dependencia afectiva.
LA VIOLENCIA
Aparece siempre y de
diferentes formas, como reflejo de la que ha vivido y vive Colombia. Se da en
relación con la opresión política, y aparece integrada a la vida de los
personajes, sin que ellos lo adviertan. Pocas veces aparecen escenas de violencia
desatada: por lo general es una presencia agazapada. Los relatos transcurren en
las treguas, donde la violencia surge como cicatriz del pasado.
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