lunes, 22 de septiembre de 2014

4º año: Información soble "Lazarillo de Tormes"

SIGLOS DE ORO ESPAÑOLES
                 
Se conoce con este nombre  a un período de florecimiento artístico y cultural que abarca los siglos XVI (Renacimiento) y XVII (Barroco), recordados por el español de hoy a la vez con orgullo (por el esplendor artístico, por la unificación nacional) y vergüenza (por la rígida diferenciación de clases y el racismo existentes entonces).  El Renacimiento es una época de resurrección de las ideas y formas de la Antigüedad clásica, con influencia de la Edad Media y el cristianismo. Se produce un movimiento cultural nuevo, el Humanismo, que considera al hombre el centro del universo y dedica sus esfuerzos al estudio de las letras humanas. Adquieren gran importancia las universidades y florecen los “mecenas”, protectores de los artistas. Se quiere restaurar el ideal educativo de la Antigüedad, que apuntaba a formar al hombre en forma integral, atendiendo por igual lo físico, moral, intelectual y artístico. Es una época de optimismo, en la que se piensa que el universo y la naturaleza están a disposición del ser humano, que se cree capaz de organizarlos y dominarlos racionalmente. La confianza en el poder de la razón explica la idea de progreso propia del Renacimiento: se considera que el saber puede hacer cada vez mejor al hombre.
España se encuentra unificada en lo político (monarquía), en lo religioso (catolicismo) y  en lo lingüístico (castellano), pero esa unidad es todavía precaria, inestable. Pese a las riquezas que llegan de América, los gastos de las continuas guerras llevaron a la pobreza, los campos se van despoblando y aumentan los impuestos. Se publican listas de libros prohibidos y se censura previamente cualquier publicación. La Iglesia y el Estado tienen un fuerte control de todos los asuntos humanos, incluyendo el arte.
La literatura del Renacimiento en general busca la perfección, el orden, la claridad, sencillez, equilibrio y simetría. Es un arte para minorías, severo y exquisito.   
Podemos encontrar en la época distintos tipos de novelas:
a) DE CABALLERIA: narra las hazañas de un héroe joven, noble y hermoso, enamorado de una hermosa y virtuosa dama, a quien dedica sus triunfos, que resulta casi invencible frente a cualquier enemigo, sea humano, mago o monstruo.
b) SENTIMENTAL: relata los amores desventurados, apasionados y trágicos de una pareja que logra vencer dificultades casi insalvables para llevar a buen término sus sentimientos.
c) PASTORIL: también hay un tema amoroso pero lo más importante es el marco natural en que se ubican, paisaje muy armónico y pacífico, con pastores cultos, que cantan a sus amadas en bellas poesías.
d) PICARESCA: es la antítesis de las otras, ya que habla de problemas tan reales como el hambre, la hostilidad del mundo, la soledad del individuo. Se trata de un género nuevo, auténticamente español.
Las novelas picarescas son relatos aparentemente autobiográficos, es decir que es el propio protagonista el que cuenta su historia. El pícaro es un ser tan insignificante, socialmente hablando, que no tiene alguien que se ocupe de contar su vida, y él debe tomar la palabra. Por contraste, el héroe caballeresco siempre tiene un biógrafo, alguien que conoce toda su biografía.
Estas novelas se desenvuelven linealmente, sin saltos ni cambios bruscos en la temporalidad. Generalmente se presentan como una sucesión inconexa de episodios, y tienen como personaje central a un muchacho de muchos amos, un antihéroe que atraviesa una serie de conflictos, resueltos humorísticamente. Su figura unifica un constante ir y venir de personajes episódicos. No hay allí grandes pasiones, y por eso carece de complicaciones trágicas.
El crítico Ludwig Pfandl define al pícaro como “un mozo nacido casi siempre de padres pobres y de baja extracción, rara vez honrados, el cual por culpa de malas compañías o por falta de instrucción, al verse lanzado a la confusión de la vida y entregado a sí mismo, cae en la vagancia, se aparta del trabajo y lucha contra la vida como puede, con osadía y falta de escrúpulos, con engaño, malicia y malas artes. Su distintivo externo es el aspecto andrajoso, pero no la deformidad física. Sus ocupaciones son el pedir limosna, los bajos trabajos de ocasión, el vagar perezosamente de ciudad en ciudad. La necesidad de vivir lo hace desvergonzado y sin escrúpulos, pero no quisiera ser otra cosa que lo que es, no cambiaría su libre y despreocupada existencia por una sedentariedad honorable, a cambio de una cama y un techo.”
“Lazarillo de Tormes” no coincide con esto en todos los aspectos: él trata de cambiar su suerte, y se siente feliz cuando lo logra. No es una típica obra picaresca sino un antecedente de la misma. Lázaro es simpático, con una alegría de vivir típicamente renacentista.
El título es “Vida de Lazarillo de Tormes, de sus fortunas y adversidades”. Tuvo una primera edición en el año 1553, que no se ha conservado. En 1554 se edita la obra en tres ciudades, y cinco años más tarde se prohíbe su circulación en España. En 1573 se publica “Lazarillo castigado”, una versión censurada, sin los tratados que más criticaban al clero, y no volvió a ser editada en forma completa hasta el siglo XIX. La fecha de composición es incierta, en la primera mitad del siglo XVI.
El autor prefirió ocultar su identidad, lo que ha dado pie a muchas teorías. ¿Sería un destacado político, un judío converso o un religioso, que no quiso arriesgar su prestigio en esta obra? No se sabe quién fue, y probablemente nunca se sepa.
La novedad estaba en el uso de la primera persona: toda la novela es como una carta dirigida a alguien a quien llama “vuestra merced”. Lázaro no cuenta toda su vida, sino aquello que quiere mostrar para explicar su forma de vivir actual. Cuenta en primera persona la vida de un muchacho que pasa de amo en amo, desde su infancia hasta su juventud. Se narra la vida de Lázaro a la vez que se plantea un cuadro de su sociedad con intención satírica, describiendo sus tipos y costumbres. La obra está desarrollada como una sucesión de episodios de desigual extensión. Se organiza en siete tratados y un prólogo, y su unidad se asegura por la figura de su personaje central, siempre presente. Los distintos amos sirven para presentar, desde dentro, a distintas clases de personas de la época: los mendigos, los curas, los nobles empobrecidos, los artistas.

El argumento de la novela al final muestra el estado de miseria y deshonor al que las circunstancias le habrían conducido. Los tres primeros tratados forman una unidad, centrados en el tema del hambre, así como los últimos tienen en común el afán de ascenso social y el paralelo descenso moral del protagonista. Lazarillo va madurando y perdiendo ingenuidad a lo largo de la obra, hasta terminar en el desilusionado conformismo del final, cuando acepta una situación indigna al ser engañado por su esposa –si bien nunca lo reconoce abiertamente- con el jefe de ambos a cambio de casa, ropa y trabajo.

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