CHARLES BAUDELAIRE: información general.
Es un poeta francés
nacido en 1821, en un siglo convulsionado políticamente (tras la Revolución
Francesa, de 1789) y de gran heterogeneidad en lo literario, con movimientos como
el romanticismo, parnasianismo y simbolismo. Es una época de consolidación del
poder de la burguesía. Las ciencias tienen grandes avances, y la vida toda
sufre un proceso de politización, que incluye a la literatura. Comienza a verse
la obra literaria como mercancía en la publicación de “novelas por entregas” donde
aparecía un capítulo por vez, en periódicos, para atrapar al lector y llevarlo
a seguir comprándolo. Podríamos clasificar a Baudelaire como poeta
post-romántico: se ha dicho de él que es el último de los poetas románticos y
el primero de los modernos.
ROMANTICISMO
La palabra alude a un fenómeno artístico concreto que va
desde fines del siglo XVIII hasta el XIX, cuyo nombre viene del francés “roman”
(relato de aventuras) o del adjetivo inglés “romantic”, (que calificaba a
cierto tipo de cuadros campestres, con paisajes crepusculares o nocturnos,
melancólicos). Su auge del Romanticismo francés se dio en la primera mitad del
siglo XIX. Se ha dicho que es una
revolución artística, paralela a la revolución política de 1789.
Individualismo y
egocentrismo. El hombre romántico tiene conciencia de
la propia personalidad, de ser distinto a los demás, y afirma constantemente
ese “yo” frente a lo que le rodea. En algunos casos llega a sentirse superior a
todo lo otro: exalta su propia sensibilidad, sus emociones, pero también su
infelicidad. Esto lo lleva al aislamiento y la soledad típicas de los
románticos.
Soledad. Su actitud de búsqueda
interior lo lleva a descuidar el mundo que lo rodea y refugiarse en lugares
solitarios como castillos y cementerios. La soledad produce
también dolor y lo lleva a ansiar la integración, la comprensión de los otros.
Evasión. Para escapar de ese
mundo en el que no encuentra cabida su idealismo extremo, el romántico opta por
escapar de la realidad inmediata que no le gusta. Esa evasión puede conducirlo
a épocas pretéritas, como la Edad Media, o a lugares lejanos y exóticos, como
Oriente o América.
Desengaño: el choque entre el yo
romántico y la realidad produce en el artista un desengaño que lo lleva a
enfrentarse con el mundo y rebelarse contra las normas morales, sociales,
políticas y religiosas. La sensibilidad romántica se conecta con el llamado
“mal del siglo”: la melancolía, el pesimismo. A veces esto constituía una
postura, con más de fingido que de auténtico, una especie de moda.
Populismo: se revalorizan los
elementos populares, como la música, el canto, las narraciones del pueblo. De
ahí su obsesión por buscar las raíces de cada pueblo en su literatura y su
cultura.
Libertad. Un poeta español del
siglo XIX, Larra, afirma: “libertad en la literatura, como en las artes, como
en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa
de la época”. En el arte se niegan a dejarse limitar por reglas. En la vida cotidiana
buscan un estilo libre de vivir, conocido en general como “bohemio”. En lo
nacional, a veces se relacionó con actitudes patrióticas.
Subjetivismo e irracionalismo. Frente a la razón
se levanta la bandera del sentimiento, de ahí la importancia de emociones,
sueños y fantasías. Se niega que la razón pueda explicar por completo la
realidad. Se abandona la idea de que existan verdades fijas e inmutables que
puedan ser descubiertas. Esto explica la preferencia de los románticos por lo
sobrenatural, lo mágico y lo misterioso. Tal vez ligado a esto se produce un
retorno a la religiosidad.
La naturaleza. Aparece en
movimiento, con preferencia por la ambientación nocturna, identificada con los
estados de ánimo del creador, como una proyección de sus sentimientos.
A Baudelaire se lo considera un romántico cuando
renueva y usa la imagen poética y la metáfora, cuando cultiva lo exuberante y
lo enfático, pero es anti-romántico cuando se resiste frente a todo lo
emocional y sentimental, frente a todo lo bonito y fácilmente agradable. Por
ejemplo, la melancolía en él se transformará en un sentimiento más radical, el asco de sí
mismo, una inmóvil e impotente desesperación. “Lo que siento es un descorazonamiento, una sensación
de aislamiento insoportable, un miedo perpetuo a una desgracia vaga, una
desconfianza completa de mis fuerzas, una ausencia total de deseo, una
imposibilidad de descubrir distracción alguna, me pregunto sin cesar para qué
esto, para qué aquello, ese es el verdadero espíritu del spleen, no me acuerdo
de haber caído nunca tan bajo ni de haberme arrastrado tanto tiempo en el
hastío” (1856). Si de acuerdo al gusto romántico
predominaba la naturaleza espontánea y salvaje, en Baudelaire aparece
distorsionada, contaminada, deformada y artificial. Es la naturaleza ciudadana,
el producto de la técnica y la civilización, relacionada a la descomposición,
la enfermedad y la muerte. En cuanto a la concepción del poeta, no es ya un
vidente seguro de sí, de misión divina, sino un testigo del dolor y la dignidad
humana. Aparece la conciencia crítica más profunda del romanticismo. Su poesía
se hace filosófica y plantea al hombre debatiéndose entre el bien y el mal.
PARNASIANISMO
Entre 1860 y 1870
hay una reacción al Romanticismo de corte sentimental, confesional, que tiene a
Teófilo Gautier como su principal representante: el Parnasianismo (deriva del
mítico monte Parnaso de los griegos, donde habitaban las Musas, deidades
protectoras de las artes). Proponen “el arte por el arte mismo”, y expresan sus
ideas en revistas de corta existencia. La doctrina del arte por el arte era
expresada por Gautier: “el arte es inútil en el sentido de que no presta
ninguna utilidad. El poeta, artista por excelencia, es libre, dueño de su fantasía,
y su obra no cumple ninguna función social. El arte no es un medio, sino un fin
en sí mismo.”
Es un movimiento
poético típicamente francés, que procura la objetividad, la impersonalidad. Reacciona
contra el romanticismo confesional. Se trata de una poesía minuciosa,
laboriosamente trabajada, donde lo formal cobra gran importancia. Se busca la
belleza como un fin en sí misma, sin compromisos sentimentales, intelectuales,
políticos o religiosos. Quieren tratar al verso con prudencia y paciencia, como
el escultor al mármol. Muchos de ellos fueron conocidos a través de una
antología de poetas llamada “El Parnaso contemporáneo”, de 1866, que incluso
tenía poemas de Baudelaire. Esta corriente está presente en “Las flores del
mal” en su absorbente culto a la belleza y la tendencia a no expresar
sentimientos en primera persona.
SIMBOLISMO
Fue un
movimiento literario que se desarrolló fundamentalmente en París, en las dos
últimas décadas del siglo XIX. Plantea una postura contraria a los nacionalismos
literarios. Muestra a los poetas de fin del siglo XIX y de principios del XX un
universo sobrenatural, de misterio, que sólo pueden vislumbrar a través de los
poetas “videntes”. El principal representante de esta corriente, el poeta Stephen
Mallarmé, dirá en 1862: “toda cosa sagrada que quiere mantenerse se envuelve en
el misterio”. El simbolista no busca expresar la realidad, sino trascenderla.
El mundo real es símbolo de otra cosa que está más allá de lo sensible; los
objetos se vinculan por analogías, correspondencias, ecos. El poeta debe
relacionar esos dos mundos: el sensible y el trascendente.
Los
simbolistas tienen una gran preocupación por el lenguaje, la suya es una poesía
que explora la sonoridad del verso, pues “la poesía es música ante todo”. Significó
una revolución en la versificación, que habría de culminar en el verso libre.
Baudelaire se
encuentra entre los precursores del Simbolismo, aquellos que de alguna manera lo
posibilitaron. Son similares su uso del símbolo poético, la sugestión musical
de sus versos y su sentido del misterio, que plantea al poema como un enigma
cuya llave debe encontrar el lector. Otras características simbolistas son la
búsqueda de la melodía, la renovación del vocabulario, la liberación de las
palabras de la lógica prosaica. “Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas
partes del placer del poema, que consiste en la felicidad de volverse tal poco
a poco; sugerir, he ahí el sueño”.
Algunos simbolistas
fueron vistos como “poetas malditos” por su humor frío y cruel, su gusto por el
terror y lo fantástico. La poesía sería como un puente al conocimiento
metafísico.
Baudelaire
no pertenece en particular a una sola de las corrientes antes desarrolladas: él
se anticipa a su tiempo, a la vez pertenece a él y lo supera, y resulta
imposible de encasillar en una corriente o movimiento determinado. Su poesía es
la base para todo el siglo XX.
“LAS FLORES DEL
MAL”
Tuvo como
antecedente la publicación en 1851 de once poemas del autor en un periódico,
bajo el título “Los limbos”. En 1855 se publicó en una revista bajo el nombre “Las
flores del mal” un conjunto de dieciocho poemas y el libro apareció en 1857,
dedicado a Gautier. El autor desechó dos títulos antes del definitivo: “Los
limbos” y “Las lesbianas”. De inmediato provocó el escándalo por su temática. La
justicia inculpó a Baudelaire de atentado a la moral pública, la edición fue
retirada de circulación y se le prohibió volver a publicar algunos de esos
poemas. En 1861 aparece la segunda edición, con 35 textos nuevos y la
estructura definitiva. El autor concibió a la obra dividida en tres partes que
sumaran cien poemas, en relación con la “Divina comedia”. Luego lo modificó, si
bien insiste en que se trata de un todo orgánico y no una simple suma de partes.
No son poemas para la mayoría, ni alcanzaron gran difusión hasta el siglo XX.
El libro está
estructurado de modo tal que cada composición vale por sí misma, pero además
por su relación con el conjunto. Hay seis secciones: SPLEEN E IDEAL (la más
extensa, expresa la condición humana de Baudelaire, quien a través del amor y
del tedio llega a la conciencia en el mal), CUADROS PARISINOS (el poeta
contempla la ciudad y sus habitantes, es testigo de las calles de París,
descubre en el exterior el reflejo del problema esencial de la condición
humana: el mal), EL VINO (intento de huída a los paraísos artificiales que no
puede conducir sino al fracaso), LAS FLORES DEL MAL (doce poemas que se
constituyen en los apóstoles del mal), REBELIÓN (después de haber optado por el
mal, el poeta ha optado por el jefe del mal: el Diablo) y LA MUERTE (muerte de
los protagonistas y comienzo del gran viaje más allá de la vida, hacia lo nuevo).
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