EL REGIONALISMO
Las primeras décadas del siglo XX comenzaron
para Latinoamérica con el auge del regionalismo, cuya vigencia se
considera extendida hasta aproximadamente hasta 1940.
La novela regionalista presenta personajes unidos a la tierra que
habitan: el campesino, el indígena, por ejemplo. Los temas
suelen ser problemas sociales, como el conflicto entre
civilización y barbarie, la denuncia de la opresión económica, la protesta contra la situación extrema de los
trabajadores. Una de las presencias
más fuertes y avasallantes es la de la Naturaleza , que llega a ser más importante a
veces que el hombre mismo. No hablamos aquí de la visión romántica de la
naturaleza, que la presentaba bajo una óptica tranquila, armoniosa e
idealizada, sino de una visión realista, que la ve cargada de posibilidades de
destrucción.
Dentro del Regionalismo encontramos diversas
modalidades narrativas. Las principales son las NOVELAS DE LA TIERRA (que plantean la anulación del
hombre bajo el peso de la naturaleza), NOVELAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA y NOVELAS INDIGENISTAS (sobre la problemática real del
indígena, sus problemas de
inserción social, la lucha por la tierra, los múltiples despojamientos de que
es objeto y también sus conflictos interiores y el rescate de sus mitos).
Poco a poco la narrativa regionalista va
dejando paso a una forma nueva, con conciencia de ser artística. Refleja un proceso de desintegración de la realidad, que ya no es
previsible y ordenada. Los ámbitos en
que se ubicarán las obras son generalmente urbanos, a diferencia del
Regionalismo, que tendía a mirar casi siempre hacia el mundo rural. Hay una
importante presencia de elementos fantásticos, explicados o no, y una apertura
a nuevos temas, ligada a un afán de experimentación que es propio de la
literatura del siglo XX. Los personajes se complejizan y enriquecen
interiormente, mientras que los narradores se van alejando de la omnisciencia para fundirse con el protagonista o dividirse
en varios puntos de vista.
El hecho de que estos cambios se comiencen a
producir hacia 1940 no es casual; varios acontecimientos pueden contribuir a
explicarlo. Al producirse la Segunda Guerra Mundial se
interrumpió la llegada de material europeo a nuestro continente, con lo cual se
obligó al intelectual latinoamericano a producir lo que le faltaba. Por otra
parte, el fin de la Guerra Civil
Española hace que vengan a
instalarse aquí muchos intelectuales y artistas valiosos. También se fundan editoriales y revistas, se abren museos y bibliotecas, y se
aprecia un crecimiento en el “mercado” de lectores: cada vez se
alcanza un mayor nivel de alfabetización, mientras que la población se
concentra en las ciudades, lo que facilita su acceso a los textos literarios.
EL “BOOM” DE LA NARRATIVA
LATINOAMERICANA
Se conoce con este nombre el momento de
mayor auge de la narrativa de nuestro continente. Es una denominación que
deriva del marketing norteamericano, indicativa del alza brusca de las ventas
de un determinado producto.
En los años sesenta la atención del mundo se
concentró en Cuba y, por extensión, también en el resto de América Latina. La
revolución cubana y las expectativas que ésta despertó crearon un mercado
propicio, interesado en nuestra historia e identidad. Se trata de un fenómeno a
la vez literario y comercial. Literario, porque aparecen obras y autores de
indiscutible calidad, pero también comercial, porque las editoriales comienzan
a presionar a los escritores para aumentar su productividad. Aparece el
escritor “profesional”, que puede vivir de su trabajo, y al que a menudo se le
hacen reportajes en revistas, indagando sobre su obra y también sobre su vida
privada. Este momento de auge se considera en general
terminado hacia 1972, año en que se produce la crisis de las democracias y el
inicio de un período de dictaduras militares en muchos de nuestros países.
Entre los autores más importantes de este
momento podemos citar a Julio Cortázar (argentino), Carlos Fuentes (mexicano),
Gabriel García Márquez (colombiano), Mario Vargas Llosa (peruano), José Donoso
(chileno), Juan Rulfo (mexicano), Juan Carlos Onetti (uruguayo) y Augusto Roa
Bastos (paraguayo).
Un tema de frecuente discusión entre ellos,
nunca resuelto del todo, es el de la posición que debería adoptar el
intelectual (especialmente el escritor) frente a la realidad política. Para
Mario Benedetti, por ejemplo, el deber fundamental es incrementar la conciencia
revolucionaria latinoamericana y quien no lo hace es cómplice y “sostenedor de
los privilegios y la corrupción del sistema capitalista burgués”. Vargas Llosa
y Jorge Luis Borges, en cambio, sostienen que la literatura funciona como algo
autónomo, independiente de su contexto económico, político o social. Una
postura distinta y singular es la de Cortázar: “la novela revolucionaria no es
solamente la que tiene contenido revolucionario, sino la que busca revolucionar
la novela misma”.
CONCEPTO DE REALISMO MÁGICO
Se ha dicho que en
nuestra literatura conviven una cosmovisión realista y otra fantástica, como
parte de un conjunto de opuestos que constituyen la narrativa latinoamericana.
El realismo mágico recibe influencias de las
literaturas de vanguardia, especialmente del surrealismo, que cuestiona el
concepto tradicional de realidad. Se caracteriza por la combinación de lo
realista y lo fantástico, la transformación de lo real en irreal, la
deformación de los conceptos de tiempo y espacio. Lo maravilloso americano surge de una inesperada
alteración de la realidad, que permite observar las cosas desde ángulos
insospechados.
Alejo Carpentier: “Europa busca lo
maravilloso. América lo tiene”. "Aquí (en América) lo insólito es cotidiano,
siempre fue cotidiano".
García Márquez: “La América Latina es así.
Totalmente fantástica, aún en la vida corriente. Es el continente de la
imaginación extravagante, del delirio, de la
soledad quimérica y alucinante. Mis personajes son verdaderos en la medida en
que reflejan esta realidad fantástica”. “Vivimos en un continente
donde la vida cotidiana está hecha de realidades y mitos, y nosotros nacemos y
vivimos en un mundo de realidades fantásticas”.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: SU OBRA
“Las novelas son como los sueños. Como los
sueños, están construidas con fragmentos de la realidad, pero que terminan por
construir una realidad, nueva y distinta. Así es que son mis novelas. Son
experiencias elaboradas y personajes armados con pedazos de unos y otros, de
seres que uno ha conocido. Lo mismo los hechos y los ambientes” (Gabriel
García Márquez)
Crea un mundo narrativo en el que fácilmente pasamos de lo real a lo fantástico, donde la violencia es el contexto permanente en el que se desarrollan las frustradas y solitarias vidas de sus personajes. Su obra ha sido vista por algunos críticos como una metáfora de la condición humana; otros destacan como elemento fundamental el intento de explorar la situación latinoamericana. Refleja de modo espontáneo sus orígenes y las obsesiones colectivas. Capta las inquietudes culturales americanas, fascinado por los espectros del pasado. Se ha dicho que el ser periodista en Colombia, Venezuela, Europa y los Estados Unidos fue para él un saludable ejercicio diario y una preocupación por el arte narrativo. Allí se disciplinó y aprendió a combinar la objetividad del reportero con los hallazgos imaginativos del creador. Este escritor reúne lo mejor de la novela del siglo XIX (equilibrio entre la biografía individual del personaje y la crónica social de su época) y de la novela contemporánea (la voluntad de elaborar el monólogo interior y de explorar el universo de los sueños).
Crea un mundo narrativo en el que fácilmente pasamos de lo real a lo fantástico, donde la violencia es el contexto permanente en el que se desarrollan las frustradas y solitarias vidas de sus personajes. Su obra ha sido vista por algunos críticos como una metáfora de la condición humana; otros destacan como elemento fundamental el intento de explorar la situación latinoamericana. Refleja de modo espontáneo sus orígenes y las obsesiones colectivas. Capta las inquietudes culturales americanas, fascinado por los espectros del pasado. Se ha dicho que el ser periodista en Colombia, Venezuela, Europa y los Estados Unidos fue para él un saludable ejercicio diario y una preocupación por el arte narrativo. Allí se disciplinó y aprendió a combinar la objetividad del reportero con los hallazgos imaginativos del creador. Este escritor reúne lo mejor de la novela del siglo XIX (equilibrio entre la biografía individual del personaje y la crónica social de su época) y de la novela contemporánea (la voluntad de elaborar el monólogo interior y de explorar el universo de los sueños).
EL ESTILO
Se destaca su extrema concisión, quizá
herencia de su labor como periodista o influencia de los narradores
norteamericanos. Jamás descuida el lenguaje: el giro breve, la sola enunciación
de las cosas aludidas, la exactitud, la sobriedad descriptiva, la ausencia
de adornos, configuran
su pureza de estilo así como su lenguaje limpio y preciso. “Yo
sigo pensando que el problema de la literatura es un problema de comunicación
con el lector, y creo que la forma sencilla y sobria no solo es la más eficaz
sino la más difícil”.
UNIDAD
La mayoría de sus obras presenta personajes
que se repiten, aparecen y reaparecen: situaciones similares, ámbitos iguales,
la misma lluvia, el mismo calor. Hay numerosos elementos recurrentes que son
como un puente entre una novela y otra. Esto le da al conjunto un aire de
“saga”, de unidad.
EL ESPACIO
Siempre nos remite al trópico. El calor y la
lluvia son recurrentes. El calor, húmedo y viscoso o sofocante y reseco, ocupa
en sus cuentos el sitio de un elemento omnipresente. Hay un “desencantamiento consciente del trópico”.
Privado de sus exuberancias vegetales y riquezas cromáticas, el mundo tropical
revela una aridez, una pobreza, una trivialidad incolora, polvorienta e
insoportable.
Salvo excepciones, sus obras se ubican en
Macondo o en “el pueblo” innominado. Macondo es un lugar de intenso calor,
cenagoso, lleno de historias
fantásticas, magia, leyendas. Sus habitantes viven en la soledad y el
aburrimiento, alimentando viejos odios. Parece detenido en el tiempo. “El
pueblo” parece más real que Macondo. Los pobladores, frustrados y solitarios,
viven dominados por el rencor, la desconfianza, las murmuraciones, en un
agobiante clima de opresión.
LOS PERSONAJES
Tienen todos como característica común la
soledad, que llevan hasta la muerte. Son pobres y viven
en condiciones sociales difíciles. Lo nuevo está en la forma de evocar, sin
retoques, una terrible miseria. García Márquez pretende entender el por qué del
destino de sus pequeños personajes pueblerinos, encontrar la clave que explique
sus vidas. Por lo general, sus personajes femeninos son
fuertes, sólidos, más adaptados a la realidad
que los hombres. En cambio, sus personajes varones son soñadores, propensos a la ilusión vana, débiles y caprichosos, aunque a veces sean capaces
de un acto de grandeza. Encuentran en las figuras femeninas refugio y consuelo,
estableciéndose un vínculo de dependencia afectiva.
Bien
ResponderEliminarLa concha de tu madre
ResponderEliminarQué buen gameplay ostiA chaval me suscribo ah xvideo por ti :D
jaajajajajaa q nazi ndeah
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