miércoles, 25 de septiembre de 2013

6º año LA NARRATIVA LATINOAMERICANA DEL SIGLO XX

LA NARRATIVA LATINOAMERICANA DEL SIGLO XX


EL REGIONALISMO

   Las primeras décadas del siglo XX comenzaron para Latinoamérica con el auge del regionalismo, cuya vigencia se considera extendida hasta aproximadamente hasta 1940.
   La novela regionalista presenta personajes unidos a la tierra que habitan: el campesino, el indígena, por ejemplo. Los temas suelen ser problemas sociales, como el conflicto entre civilización y barbarie, la denuncia de la opresión económica, la protesta contra la situación extrema de los trabajadores. Una de las presencias más fuertes y avasallantes es la de la Naturaleza, que llega a ser más importante a veces que el hombre mismo. No hablamos aquí de la visión romántica de la naturaleza, que la presentaba bajo una óptica tranquila, armoniosa e idealizada, sino de una visión realista, que la ve cargada de posibilidades de destrucción. 
   Dentro del Regionalismo encontramos diversas modalidades narrativas. Las principales son las NOVELAS DE LA TIERRA  (que plantean la anulación del hombre bajo el peso de la naturaleza), NOVELAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA y NOVELAS INDIGENISTAS (sobre la problemática real del indígena, sus problemas de inserción social, la lucha por la tierra, los múltiples despojamientos de que es objeto y también sus conflictos interiores y el rescate de sus mitos).

LA NUEVA NARRATIVA

   Poco a poco la narrativa regionalista va dejando paso a una forma nueva, con conciencia de ser artística. Refleja un proceso de desintegración de la realidad, que ya no es previsible y ordenada. Los ámbitos en que se ubicarán las obras son generalmente urbanos, a diferencia del Regionalismo, que tendía a mirar casi siempre hacia el mundo rural. Hay una importante presencia de elementos fantásticos, explicados o no, y una apertura a nuevos temas, ligada a un afán de experimentación que es propio de la literatura del siglo XX. Los personajes se complejizan y enriquecen interiormente, mientras que los narradores se van alejando de la omnisciencia para fundirse con el protagonista o dividirse en varios puntos de vista.
   El hecho de que estos cambios se comiencen a producir hacia 1940 no es casual; varios acontecimientos pueden contribuir a explicarlo. Al producirse la Segunda Guerra Mundial se interrumpió la llegada de material europeo a nuestro continente, con lo cual se obligó al intelectual latinoamericano a producir lo que le faltaba. Por otra parte, el fin de la Guerra Civil Española hace que vengan a instalarse aquí muchos intelectuales y artistas valiosos. También se fundan editoriales y revistas, se abren museos y bibliotecas, y se aprecia un crecimiento en el “mercado” de lectores: cada vez se alcanza un mayor nivel de alfabetización, mientras que la población se concentra en las ciudades, lo que facilita su acceso a los textos literarios.
  
EL “BOOM” DE LA NARRATIVA LATINOAMERICANA

   Se conoce con este nombre el momento de mayor auge de la narrativa de nuestro continente. Es una denominación que deriva del marketing norteamericano, indicativa del alza brusca de las ventas de un determinado producto.
   En los años sesenta la atención del mundo se concentró en Cuba y, por extensión, también en el resto de América Latina. La revolución cubana y las expectativas que ésta despertó crearon un mercado propicio, interesado en nuestra historia e identidad. Se trata de un fenómeno a la vez literario y comercial. Literario, porque aparecen obras y autores de indiscutible calidad, pero también comercial, porque las editoriales comienzan a presionar a los escritores para aumentar su productividad. Aparece el escritor “profesional”, que puede vivir de su trabajo, y al que a menudo se le hacen reportajes en revistas, indagando sobre su obra y también sobre su vida privada. Este momento de auge se considera en general terminado hacia 1972, año en que se produce la crisis de las democracias y el inicio de un período de dictaduras militares en muchos de nuestros países. 
   Entre los autores más importantes de este momento podemos citar a Julio Cortázar (argentino), Carlos Fuentes (mexicano), Gabriel García Márquez (colombiano), Mario Vargas Llosa (peruano), José Donoso (chileno), Juan Rulfo (mexicano), Juan Carlos Onetti (uruguayo) y Augusto Roa Bastos (paraguayo).
    Un tema de frecuente discusión entre ellos, nunca resuelto del todo, es el de la posición que debería adoptar el intelectual (especialmente el escritor) frente a la realidad política. Para Mario Benedetti, por ejemplo, el deber fundamental es incrementar la conciencia revolucionaria latinoamericana y quien no lo hace es cómplice y “sostenedor de los privilegios y la corrupción del sistema capitalista burgués”. Vargas Llosa y Jorge Luis Borges, en cambio, sostienen que la literatura funciona como algo autónomo, independiente de su contexto económico, político o social. Una postura distinta y singular es la de Cortázar: “la novela revolucionaria no es solamente la que tiene contenido revolucionario, sino la que busca revolucionar la novela misma”.
  
CONCEPTO DE REALISMO MÁGICO

   Se ha dicho que en nuestra literatura conviven una cosmovisión realista y otra fantástica, como parte de un conjunto de opuestos que constituyen la narrativa latinoamericana.
   El realismo mágico recibe influencias de las literaturas de vanguardia, especialmente del surrealismo, que cuestiona el concepto tradicional de realidad. Se caracteriza por la combinación de lo realista y lo fantástico, la transformación de lo real en irreal, la deformación de los conceptos de tiempo y espacio. Lo maravilloso americano surge de una inesperada alteración de la realidad, que permite observar las cosas desde ángulos insospechados.
   Alejo Carpentier: “Europa busca lo maravilloso. América lo tiene”. "Aquí (en América) lo insólito es cotidiano, siempre fue cotidiano".
   García Márquez: “La América Latina es así. Totalmente fantástica, aún en la vida corriente. Es el continente de la imaginación extravagante, del delirio, de la soledad quimérica y alucinante. Mis personajes son verdaderos en la medida en que reflejan esta realidad fantástica”. “Vivimos en un continente donde la vida cotidiana está hecha de realidades y mitos, y nosotros nacemos y vivimos en un mundo de realidades fantásticas”.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: SU OBRA

   “Las novelas son como los sueños. Como los sueños, están construidas con fragmentos de la realidad, pero que terminan por construir una realidad, nueva y distinta. Así es que son mis novelas. Son experiencias elaboradas y personajes armados con pedazos de unos y otros, de seres que uno ha conocido. Lo mismo los hechos y los ambientes” (Gabriel García Márquez)
    Crea un mundo narrativo en el que fácilmente pasamos de lo real a lo fantástico, donde la violencia es el contexto permanente en el que se desarrollan las frustradas y solitarias vidas de sus personajes. Su obra ha sido vista por algunos críticos como una metáfora de la condición humana; otros destacan como elemento fundamental el intento de explorar la situación latinoamericana. Refleja de modo espontáneo sus orígenes y las obsesiones colectivas. Capta las inquietudes culturales americanas, fascinado por los espectros del pasado. Se ha dicho que el ser periodista en Colombia, Venezuela, Europa y los Estados Unidos fue para él un saludable ejercicio diario y una preocupación por el arte narrativo. Allí se disciplinó y aprendió a combinar la objetividad del reportero con los hallazgos imaginativos del creador. Este escritor reúne lo mejor de la novela del siglo XIX (equilibrio entre la biografía individual del personaje y la crónica social de su época)  y de la novela contemporánea (la voluntad de elaborar el monólogo interior y de explorar el universo de los sueños).
EL ESTILO
   Se destaca su extrema concisión, quizá herencia de su labor como periodista o influencia de los narradores norteamericanos. Jamás descuida el lenguaje: el giro breve, la sola enunciación de las cosas aludidas, la exactitud, la sobriedad descriptiva, la ausencia de adornos, configuran su pureza de estilo así como su lenguaje limpio y preciso. “Yo sigo pensando que el problema de la literatura es un problema de comunicación con el lector, y creo que la forma sencilla y sobria no solo es la más eficaz sino la más difícil”.
UNIDAD
   La mayoría de sus obras presenta personajes que se repiten, aparecen y reaparecen: situaciones similares, ámbitos iguales, la misma lluvia, el mismo calor. Hay numerosos elementos recurrentes que son como un puente entre una novela y otra. Esto le da al conjunto un aire de “saga”, de unidad.
EL ESPACIO
   Siempre nos remite al trópico. El calor y la lluvia son recurrentes. El calor, húmedo y viscoso o sofocante y reseco, ocupa en sus cuentos el sitio de un elemento omnipresente. Hay un “desencantamiento consciente del trópico”. Privado de sus exuberancias vegetales y riquezas cromáticas, el mundo tropical revela una aridez, una pobreza, una trivialidad incolora, polvorienta e insoportable.
   Salvo excepciones, sus obras se ubican en Macondo o en “el pueblo” innominado. Macondo es un lugar de intenso calor, cenagoso,  lleno de historias fantásticas, magia, leyendas. Sus habitantes viven en la soledad y el aburrimiento, alimentando viejos odios. Parece detenido en el tiempo. “El pueblo” parece más real que Macondo. Los pobladores, frustrados y solitarios, viven dominados por el rencor, la desconfianza, las murmuraciones, en un agobiante clima de opresión.
LOS PERSONAJES
   Tienen todos como característica común la soledad, que llevan hasta la muerte. Son pobres y viven en condiciones sociales difíciles. Lo nuevo está en la forma de evocar, sin retoques, una terrible miseria. García Márquez pretende entender el por qué del destino de sus pequeños personajes pueblerinos, encontrar la clave que explique sus vidas. Por lo general, sus personajes femeninos son fuertes, sólidos, más adaptados a la realidad que los hombres. En cambio, sus personajes varones son soñadores, propensos a la ilusión vana, débiles y caprichosos, aunque a veces sean capaces de un acto de grandeza. Encuentran en las figuras femeninas refugio y consuelo, estableciéndose un vínculo de dependencia afectiva.
LA VIOLENCIA
   Aparece siempre y de diferentes formas, como reflejo de la que ha vivido y vive Colombia. Se da en relación con la opresión política, y aparece integrado a la vida de los personajes, sin que ellos lo adviertan. Pocas veces aparecen escenas de violencia desatada: por lo general es una presencia agazapada. Los relatos transcurren en las treguas, donde la violencia surge como cicatriz del pasado.

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