NARRATIVA DEL
SIGLO XX
El
acto de narrar es una actividad que ha acompañado al hombre desde su origen,
activa su capacidad de observación e imaginación. Como cualquier otra
manifestación artística del siglo, la narrativa refleja la crisis del concepto
de "realidad" propia del siglo XX. Si bien subsisten todavía las
novelas que procuran ser un reflejo lo más fiel
posible del mundo circundante, lo corriente es que el narrador busque
objetivos muy distintos de los que se agotan en describir lo que puede verse
cotidianamente.
Distinguimos
entonces, a grandes rasgos, dos etapas:
HASTA EL SIGLO XIX
La
novela de los siglos XVIII y XIX, plena de realismo social, aspiraba a reproducir
de la manera más exacta la superficie de la existencia cotidiana, con el
propósito de enjuiciar sus desajustes y conflictos. Partía de la confianza en
un orden estable y definitivo, que sólo requería modificaciones parciales para
mejorar.
El
centro del interés narrativo de las novelas del siglo XIX son las
acciones del protagonista, ubicado en un tiempo y espacio definidos, para
insertarse en su sociedad en un intento de consolidar su situación o de
mejorarla. A menudo el matrimonio es una vía para ello. La empresa del protagonista
es propia de los valores individualistas y competitivos de la mentalidad
burguesa. El interés del novelista estaba en recorrer la historia de modo
lineal, con un criterio de causalidad entre los hechos, y apuntaba hacia el
examen moral de la conducta. El argumento en general era previsible y
verosímil.
A
través de las novelas del siglo XIX se transmite la imagen de un mundo
tranquilo, racional, ordenado, fundado en la transmisión de unas tradiciones y
costumbres que tienen su origen en la sabia experiencia. Se creía aún en la
posibilidad de alcanzar una verdad absoluta, universal, válida para todos los
hombres. El novelista clásico puede dedicarse a pintar la sociedad en sus
mínimos detalles o a la exploración psicológica del comportamiento humano. A
esto hacía referencia el escritor Stendhal al definir a la novela como "un
espejo que se pasea a lo largo de un camino": puede reflejar lo que ocurre en los niveles
más altos o más bajos de la realidad, pero siempre aspira a una imitación de la
misma.
En
la novela clásica el lenguaje es simplemente un medio para describir el
lugar de los sucesos, las acciones y los caracteres de los personajes. Es
directo, sin ambigüedades o símbolos. El ambiente que rodea a los
sucesos es en general contemporáneo al momento en que se escribe la novela; es
un fondo histórico real para los acontecimientos ficticios pero creíbles en que
se hallan comprometidos los personajes. El narrador es omnisciente ya
que conoce todos los hechos acaecidos y puede meterse en la conciencia de sus
personajes. En cuanto a la estructura, la novela clásica presenta un
desarrollo lineal de la anécdota, en el que generalmente pueden distinguirse
con claridad un planteo, un desarrollo y un desenlace. El tiempo respeta
el orden cronológico de los sucesos.
DESDE EL SIGLO
XX
Una
profunda conmoción desintegró este sistema de apariencia tan sólida,
especialmente cuando estalló la guerra de 1914. Se desencadenó un cambio
profundo en la estructura narrativa, que rompió con las formas clásicas y transformó
tanto los contenidos como las técnicas expositivas utilizadas.
La
narrativa actual ha pasado de lo mimético a lo simbólico: nada de imitación de
la realidad objetiva. Esto supone la sustitución de los escenarios conocidos
por espacios imaginarios; a veces el
narrador se instala resueltamente y desde un principio en una atmósfera
inverosímil y absurda, sin que se sienta obligado a rendir explicación alguna.
La
novela del siglo XIX tenía por tema, muchas veces, problemas
particulares, limitados. En el siglo XX se ha sustituido lo exterior por lo
interior, y fundamentalmente por lo inconsciente. Se explora la interioridad,
el ensueño, el recuerdo. La trama, en lugar de una sucesión de
acontecimientos, se transforma en una fluencia de asociaciones de ideas, se
torna caótica, confusa, porque el destino humano se percibe como el reino de lo
absurdo. En términos generales puede decirse que el hilo anecdótico tradicional de la novela realista ha
desaparecido. Hay una visión de la realidad mucho más fragmentada. Desaparece
el relato cuya tensión e intriga se concentraba en el desenlace que pudieran
tener las ambiciones del protagonista y la estructura de la sociedad comienza a
ser seriamente cuestionada.
Los personajes pierden la importancia que
tenían como protagonistas, como individualidades, para convertirse en arquetipos
dela conducta contemporánea, incluso llegando a ser antihéroes. Son reflejo del
hombre gris, anónimo, cotidiano, que deambula por el mundo en busca de claves
vitales. No son previsibles, tienen varias facetas y nos sorprenden al actuar:
pueden elevarse a héroes en un capítulo para volver a la mezquindad en el
siguiente. La novela del siglo XX trata no solo de los grandes acontecimientos
de los personajes, sino especialmente los hechos menores, cotidianos, los pensamientos
recurrentes. Muchas veces el protagonista de la narración ni siquiera es un ser
humano, como ocurre en "La Metamorfosis", de Franz Kafka.
Hay
un ahondamiento psicológico en los personajes. Aparece la técnica del monólogo
interior, que consiste en la reproducción que el narrador hace, sin previo
ordenamiento, de la fluencia de ideas y asociaciones de pensamientos, tal como
se generan en su cabeza. La utilización de esta técnica genera una sensación de
caos, porque al reproducir el torrente del pensamiento aparecen como
simultáneos espacios, tiempos y motivos distintos.
El tiempo ya no es lineal, como en la
narrativa del siglo XIX. Esto se relaciona con el creciente subjetivismo, que
hace que no interesen el tiempo ni el espacio físicos, objetivos, sino como son
vividos por los personajes de la narración. Lo que ahora interesa es el mundo
interior. En el inconsciente el tiempo como dimensión cronológica pierde su significación;
pasado, presente y futuro se viven alternativa, caprichosa y hasta simultáneamente.
El tiempo no transcurre, se hace lento o realiza saltos.
La
narrativa de los últimos años se ha visto a menudo organizada como un
"collage" de varias versiones de los acontecimientos narrados, de
modo que hay varios narradores, cada uno de los cuales presenta los hechos
desde su punto de vista. La voz en tercera persona, típica de la narrativa
tradicional, deja paso a narradores equiscientes o infrascientes, con lo cual
el receptor debe buscar por sí mismo la verdad o falsedad de las palabras o
acciones de los personajes. Puede ocurrir, en especial como consecuencia de las
insólitas estructuras narrativas, que el lector ya no encuentre al enfrentarse
a una novela el viejo "placer de leer", que todo le resulte arduo y
trabajoso. El escritor no conduce a quien lee hacia certidumbres indiscutibles,
y los finales muchas veces no parecen tales. Umberto Eco ha definido el
concepto de "obra abierta". Desde el punto de vista del
significado, supone una multiplicación de los sentidos posibles, lo que obliga
al lector a buscar su propio sentido de la obra, a ser un cómplice del
escritor, y un creador él mismo.
NARRATIVA
NORTEAMERICANA
Resulta indiscutible la importancia
del aporte norteamericano al cine, teatro y narrativa del siglo XX. Nos
ubicamos en un país de grandes aglomeraciones urbanas, donde el éxito (muchas
veces ligado a lo económico) es fundamental y donde predomina una visión
pragmática que asocia lo verdadero con lo útil. Esta situación ha sido a menudo
enjuiciada por sus escritores, en una literatura de protesta social que perdura
hasta nuestros días.
A comienzos del siglo XX surgen escritores
que son a la vez periodistas que investigan temas enojosos para el gobierno. Se
los llama “muck rakers”, revolvedores de basura, en obvia metáfora de su
temática.
La desilusión posterior a la primera
guerra mundial trae consigo un grupo de escritores (como Ernest Hermingway o
John Dos Passos) que se conocen como “generación perdida”. Los años veinte son
los “años locos”, época de auge económico y comercial, de liberación femenina,
de renovación del arte en general, años de euforia que terminan con el quiebre
económico de 1929. A partir de allí la temática narrativa se orienta a temas
sociales como la discriminación racial o étnica, reclamos obreros, consumismo
alienante y otros. En este contexto va perfilándose poco a poco un nuevo tipo
de narrativa, cuyo nombre encierra ya de por sí una contradicción:
CIENCIA FICCIÓN
Se origina en el siglo XX pero tiene
sus raíces en el pasado. El nombre une las ideas de ciencia (conocimiento
racional, exacto, sistemático) y ficción (producto de la imaginación, elementos
de fantasía).
Es
una rama de la literatura fantástica, también difundida en cine, TV,
historietas. Propone una evasión del mundo real, plantea algo que escapa a las
leyes lógicas y supone la intromisión de lo extraño, anormal o desconocido en
lo cotidiano.
Michel Butor la define como “una
literatura que explora el campo de lo posible tal y como la ciencia nos permite
vislumbrarlo”. Para Kingsley Amis es una “narración en prosa que trata acerca
de una situación que no podría presentarse en el mundo que conocemos pero cuya
existencia se basa en una hipótesis sobre un descubrimiento innovador de cualquier
tipo, en el dominio de la ciencia y la tecnología, o aún de la pseudo ciencia y
pseudo tecnología.”
Propone un misterio, con explicación científica más o menos creíble. La
ciencia ficción “soft” (blanda) es una narración de aventuras que puede
tener errores y exageraciones científicas, en tanto la “hard” (dura) plantea
personajes científicos y da explicaciones veraces de los hechos que narra. En
general la ciencia ficción muestra la inquietud
del hombre del siglo XX frente a los vertiginosos avances científicos. En ellas
el tiempo esencial es el futuro;
muestran qué futuro puede resultar de ciertas acciones humanas. Su héroe no se integra a la sociedad; hay
una ruptura con la misma porque su búsqueda de nuevos valores implica la
destrucción de la sociedad actual.
En las décadas del 20’ y 30’ la
literatura norteamericana se vio invadida por publicaciones populares y
sensacionalistas llamadas “pulps” (hechas con papel barato, pulpa de papel, de
ahí su nombre), que muchas veces se ubicaban en el espacio, con armas,
monstruos y naves imaginarios, en historias sin base científica alguna,
llamadas “space opera”. Después de la segunda guerra mundial desaparecen los
pulps y surgen los “fanzines”, publicaciones de aficionados, de escaso tiraje y
circulación limitada, cuyo tema era frecuentemente la ciencia ficción. Se crean
clubes de escritores, congresos y premios dentro de este género. Los años 50’ y
60’ representan la época de oro de la ciencia ficción, con autores como Ray
Bradbury, Isaac Asimov, Arthur Clarke y Theodore Sturgeon, entre otros.
Muchas gracias Mariela, es muy difícil hallar algo concreto sobre la narrativa del XX, estaba buscando algo práctico para un alumno y esto es muy bueno.
ResponderEliminarGracias, me alegra que te sea de utilidad.
EliminarMuy buen trabajo. Claro y concreto. Gracias.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buen material,claro, concreto me aporto mucho para mi próximo examen de Literatura.Gracias,
ResponderEliminarMe encantó. Mil gracias!
ResponderEliminarRe piola
ResponderEliminarGRACIAS, me estas salvando.
ResponderEliminarExcelente, gracias
ResponderEliminarBuenas tardes..
ResponderEliminarTengo una confucion con el siglo XIX, ya que Allan Poe, escribe sus poemas en base a lo fantástico y fuera de la realidad.
Entonces, xq se dice que a partir del siglo XX esto empieza a suceder?
Gracias!!
Muchas gracias por la información. Estoy buscando para compararlo con "Los asesinos". Me sirvió mucho! Saludos.
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