SIGLOS
DE ORO ESPAÑOLES
Se conoce con este nombre a un período de florecimiento artístico y
literario. Abarca los siglos XVI
y XVII, que corresponden a los períodos renacentista y barroco
respectivamente. Se trata de una época que el español de hoy recuerda a la vez con
orgullo (por el esplendor artístico, por la unificación nacional) y vergüenza
(por la rígida diferenciación de clases y el racismo existentes en España por
entonces).
RENACIMIENTO
Es una época de resurrección de las ideas y formas de
la Antigüedad clásica, matizadas por la influencia de la Edad Media y el
cristianismo. No busca solamente la imitación de lo antiguo, sino un nuevo
conocimiento de la vida, una diferente estimación del hombre, una diferente
escala de valores.
Se produce un movimiento cultural nuevo, el Humanismo,
iniciado en Italia, que considera al hombre el centro del universo y dedica sus
esfuerzos al estudio de las letras humanas. Adquieren gran importancia las
universidades y florecen los “mecenas”, los protectores de los artistas. Se
quiere restaurar el ideal educativo de la Antigüedad, que apuntaba a formar al
hombre en forma integral, atendiendo por igual lo físico, moral, intelectual y
artístico.
Entre los rasgos significativos de la cultura
renacentista se destaca el típico individualismo burgués, en relación
con la dignidad del hombre,
centro del mundo y dueño de su destino. Hay un intenso vitalismo en la
cultura popular, que se manifiesta en el arte, en la literatura, y en el
esplendor y lujo de sus cortes y palacios. Es una época de optimismo, en
la que se piensa que el universo y la naturaleza están a disposición del ser
humano, que se cree capaz de organizarlos y dominarlos racionalmente. El racionalismo
es, pues, un rasgo distintivo de esta época. La confianza en el poder de la
razón explica la idea de progreso propia del Renacimiento: se considera
que el saber puede hacer cada vez mejor al hombre.
España se encuentra
unificada en lo político (monarquía), en lo religioso
(catolicismo) y en lo lingüístico
(castellano), pero esa unidad es todavía precaria, inestable. Hay en España muchos judíos y musulmanes
“conversos”, los que se “convirtieron” al cristianismo para evitar la expulsión
del país.
Pese a las riquezas que llegan de
América, los gastos de las continuas guerras llevaron a la pobreza. Los campos
se van despoblando y aumentan los impuestos. La nobleza se organiza en
jerarquías; en la cúspide están los títulos más altos (duques, condes,
marqueses), luego vienen los caballeros y por último los hidalgos. Todos ellos
estaban eximidos de pagar impuestos, por lo que los que no eran nobles, es
decir los burgueses y funcionarios estatales, hicieron cuanto pudieron para
adquirir al menos la categoría de hidalgo, sea por compra de títulos, por
soborno o adquisición de tierras.
Culturalmente, el panorama se va haciendo cada vez más
difícil, se publican listas de libros
prohibidos y se censura previamente
cualquier publicación. La Iglesia y el Estado tienen un fuerte control de todos
los asuntos humanos, incluyendo el arte.
La
literatura del Renacimiento en general busca la perfección, el orden, la
claridad, sencillez, equilibrio y simetría. Es un arte para minorías, severo y
exquisito.
BARROCO
El término “barroco” tuvo en su origen un significado
peyorativo (“perla irregular”), pero ha sido aceptado luego para definir el
conjunto de rasgos propios de la cultura del siglo XVII. No se produce una ruptura con el Renacimiento, sino una
continuidad y evolución. Es un período
en general visto como confuso, caprichoso y falto de reglas, con una actitud de
angustia y decepción, por oposición a la euforia renacentista. Se vuelve a
insistir en ideas medievales como la brevedad de la vida y la caducidad de las
cosas. La conciencia de fugacidad de lo terrenal está en la idea barroca por
excelencia: el desengaño, una concepción negativa del mundo, que aparece como
caos, desorden y confusión. La vida está presidida por la idea de la muerte, vivir es sólo un
breve tránsito entre la cuna y la sepultura.
En cuanto a las artes, podemos notar que se utiliza
una rica ornamentación, con figuras en
movimiento, con gran detallismo y expresividad. En pintura, las masas de
color sustituyen a las líneas, se buscan los contrastes entre luz y sombras y
las perspectivas sorprendentes. El arte
barroco sustituye la serenidad y severidad del arte clásico por un arte
acumulativo que busca impresionar los sentidos y la imaginación con estímulos
poderosos e inusuales. Apunta al entendimiento a través de imágenes
brillantes, agudezas y juegos de conceptos, pero también apunta al sentimiento,
excitando la admiración, el terror, la compasión y sorpresa del lector. Toca
temas pintorescos, grotescos o monstruosos, y se caracteriza por el gusto por lo irregular, lo complicado, detallado,
sobrecargado, la exageración, las ambigüedades, los contrastes y las ironías.
Es
un siglo de crisis, en el que España ha perdido su supremacía en el continente,
las ganancias de las Indias se hacen cada vez menores, hay numerosas guerras,
epidemias, decaen la agricultura, la industria y el comercio. La burguesía va
perdiendo influencia, la nobleza y el clero acaparan las tierras, dejando gran
parte de los campos sin cultivar. La miseria se extiende entre las clases
populares, que abandonan el campo, donde la delincuencia es un fenómeno común,
y buscan la supervivencia en las grandes ciudades, en las que crece
alarmantemente el número de desempleados, mendigos, pícaros y ladrones.
“LAZARILLO DE TORMES”
Es una novela, es decir, un relato extenso, en prosa,
en el que intervienen personajes y se desarrollan sucesos en un marco social
determinado. Se ubica en España, a mediados del siglo XVI, durante el reinado
de Carlos V. Podemos encontrar en la época distintos tipos de novelas, a saber:
a)
NOVELA
DE CABALLERIA: es la que
narra las hazañas de un héroe joven, noble y hermoso, que resulta casi
invencible frente a cualquier enemigo, ya sea humano, mago o monstruo. Está por
lo general enamorado de una hermosa y virtuosa dama, a quien dedica sus
triunfos.
b)
NOVELA
SENTIMENTAL: tiene por tema
el relato de los amores desventurados, apasionados y trágicos de una pareja,
que logra vencer dificultades casi insalvables para llevar a buen término sus
sentimientos”.
c)
NOVELA
PASTORIL: aquí también hay un
tema amoroso, pero lo más importante es el marco natural en que se ubican,
paisaje muy armónico y pacífico, con pastores cultos, que cantan a sus amadas
en bellas poesías.
d)
NOVELA
PICARESCA: es en cierta forma
la antítesis de las otras, ya que habla de problemas tan reales como el hambre,
la hostilidad del mundo, la soledad del individuo. Se trata de un género nuevo,
auténticamente español.
Las novelas picarescas son en general relatos aparentemente autobiográficos,
es decir que es el propio protagonista el que cuenta su historia. El pícaro es
un ser tan insignificante, socialmente hablando, que no tiene alguien que se
ocupe de contar su vida, y él debe tomar la palabra. Por contraste, el héroe
caballeresco siempre tiene un biógrafo, alguien que conoce toda su biografía.
Estas novelas se
desenvuelven linealmente, sin saltos ni cambios bruscos en la temporalidad.
Generalmente se presentan como una sucesión inconexa de episodios, y tienen
como personaje central a un mozo de muchos amos, un antihéroe que atraviesa una
serie de conflictos, resueltos
humorísticamente. Su figura unifica un constante ir y venir de personajes
episódicos. No hay allí grandes pasiones, y por eso carece de complicaciones trágicas.
El crítico Ludwig Pfandl define al pícaro como “un
mozo nacido casi siempre de padres pobres y de baja extracción, rara vez
honrados, el cual por culpa de malas compañías o por falta de instrucción, al
verse lanzado a la confusión de la vida y entregado a sí mismo, cae en la
vagancia, se aparta del trabajo y lucha contra la vida como puede, con osadía y
falta de escrúpulos, con engaño, malicia y malas artes. Su distintivo externo
es el aspecto andrajoso, pero no la deformidad física. Sus ocupaciones son el
pedir limosna, los bajos trabajos de ocasión, el vagar perezosamente de ciudad
en ciudad. La necesidad de vivir lo hace desvergonzado y sin escrúpulos, pero
no quisiera ser otra cosa que lo que es, no cambiaría su libre y despreocupada
existencia por una sedentariedad honorable, a cambio de una cama y un techo.”
“Lazarillo de Tormes” no coincide con esto en todos
los aspectos: él trata de cambiar su suerte, y se siente feliz cuando lo logra.
No es, entonces, una típica obra picaresca, sino un antecedente de la misma.
Por otra parte la novela picaresca tiene la tendencia a moralizar, a incluir
reflexiones morales luego que han transcurrido, en la ficción, muchos años de
los hechos narrados. El pícaro solo ve en la vida algo pasajero, que no vale la
pena ser tomado en serio ni con mucho esfuerzo. Hay en esto un fondo trágico
que el humor no puede borrar, si bien en “Lazarillo” la visión pesimista es
menos fuerte. Lázaro es simpático, con una alegría de vivir típicamente
renacentista.
El título de la obra que nos ocupa es “Vida
de Lazarillo de Tormes, de sus fortunas y adversidades”. Se supone que
tuvo una primera edición en el año 1553,
que no se ha conservado. En 1554 se edita la obra en tres ciudades, y cinco
años más tarde se prohíbe su circulación en España, aunque muchos ejemplares
entraron al país por los países limítrofes. En 1573 se publica “Lazarillo
castigado”, una versión censurada de la obra, sin los tratados que más
criticaban al clero, y no volvió a ser editada en forma completa hasta el siglo
XIX. En cuanto a la fecha de composición, es incierta, apenas delimitada por
dos alusiones históricas presentes en el texto: se menciona la batalla de los
Gelves, contra los moros, lo cual nos ubicaría en 1510 o 1520, y también las
cortes de Toledo, que se desarrollaron en 1525 y 1538.
El
autor de la obra prefirió ocultar su identidad, lo que ha dado pie a muchas teorías sobre su autoría
y sobre los motivos que lo llevaron al anonimato. ¿Sería un destacado político,
o un religioso, que no quiso arriesgar su prestigio en esta obra? ¿Un judío
converso? ¿O tal vez alguien inhibido por el carácter autobiográfico de la
obra? Lo cierto es que no se sabe quién fue, y probablemente nunca se sepa.
No pasó mucho tiempo antes de que aparecieran
continuadores para obra tan exitosa como esta. Nuevas versiones continuaron
surgiendo, incluso en pleno siglo XX.
En cuanto a su estructura, la novela cuenta en primera
persona la vida de un mozo de servicio que pasa de amo en amo, desde su
infancia hasta su juventud. Se narra la vida de Lázaro, a la vez que se
describe un cuadro de su sociedad con intención satírica, describiendo sus
tipos y costumbres. La obra está desarrollada como una sucesión de episodios de
desigual extensión. Se organiza en siete
tratados y un prólogo, y su unidad se asegura por la figura de su personaje
central, siempre presente. Los distintos amos sirven para presentar, desde dentro,
a distintas clases de personas de la época: los mendigos, los curas, los nobles
empobrecidos, los artistas, por ejemplo.
El argumento de la novela al final muestra el estado
de miseria y deshonor al que las circunstancias le habrían conducido. Los tres
primeros tratados forman una unidad, centrados en el tema del hambre, así como
los últimos tienen en común el afán de ascenso
social y el paralelo descenso moral
del protagonista. Lazarillo es un tipo humano, que va madurando y perdiendo
ingenuidad a lo largo de la obra, hasta terminar en el desilusionado
conformismo del final, cuando acepta una situación indigna al ser engañado por
su esposa –si bien nunca lo reconoce abiertamente- con el jefe de ambos, el
Arcipreste de San Salvador, a cambio de casa, ropa y trabajo.
El estilo en este libro es sobrio, nunca se
acumulan detalles innecesarios, las descripciones y los diálogos son sencillos,
el estilo es realista. La novedad de la obra estaba en el uso de la primera persona:
toda la novela es como una carta
dirigida a alguien a quien llama “vuestra merced”. Lázaro no cuenta toda su
vida, sino aquello que quiere mostrar para explicar su forma de vivir actual.
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