EL TEATRO DE FEDERICO
GARCÍA LORCA
La producción teatral de Lorca, compuesta sobre todo
en sus últimos años de vida, es hoy admirada, representada y leída en todo el
mundo. Su temática profunda está relacionada con el conflicto entre el deseo y
la realidad y eso lleva a muchos de sus personajes, especialmente femeninos, a
destinos trágicos. Las mujeres en la España de comienzos del siglo XX eran
marginadas, y por ello gozan del apoyo del autor, quien habló una vez de su
“comprensión simpática de los perseguidos: del gitano, del negro, del judío,
del morisco que todos llevamos dentro”. La frustración vital de sus personajes
se da a la vez en dos planos: en lo social (carga de prejuicios y convenciones
sociales) y en lo metafísico (por el paso del tiempo y la posibilidad de la
muerte).
El suyo es un “teatro poético”, cargado de elementos
simbólicos (como la luna, el agua, el caballo, la sangre), metáforas y
comparaciones originales. Para Lorca “el teatro es la poesía que se levanta del
libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera”.
Aparece una idea didáctica del teatro, “una escuela de llanto y de risa, y una
tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o
equívocas, y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del
sentimiento del hombre”.
Este autor mezcla el verso y la prosa, aunque en sus últimas
obras predomina esta última, aunque el lenguaje sea esencialmente poético.
Recibe influencia de autores clásicos (como Lope de Vega), de los dramas
rurales, el teatro de títeres y el teatro experimental o de vanguardia.
“La casa de Bernarda Alba” fue escrita en pocos días.
Lorca la leyó a varios amigos en sus últimos meses. Lo subtitula como “drama” y
no tragedia (pese a que hay una muerte) porque no hay elementos míticos y por
el realismo del lenguaje, de tono coloquial, aunque es tragedia por lo
inexorable de la frustración y la necesidad de la catástrofe final.
La obra empieza y termina con una muerte, en ambos
casos de un hombre.
Comienza por el luto de 8 años que impone una madre a
sus hijas, lo que exagera una costumbre real y genera una situación límite. Los
temas de la obra son el enfrentamiento entre autoridad y libertad y el
conflicto entre realidad y deseo. Aparecen también los temas de la moral
tradicional y la presión social sobre los individuos, las diferencias sociales
y la condición de la mujer en la sociedad española de su época.
La acción transcurre en un espacio cerrado (la casa),
que es el mundo del luto, de la ocultación, del silencio. Se alude a la casa
con palabras como “presidio”, “infierno” o “convento”. Del mundo exterior
llegan ecos, historias, voces. Es el mundo del “qué dirán”, de la crítica y las
convenciones. Se describe como “este maldito pueblo sin río, pueblo donde
siempre se bebe el agua con miedo a que esté envenenada”.
Bernarda representa el autoritarismo, habla casi
siempre ordenando o prohibiendo algo y pretende que la realidad se adapte a sus
deseos. Su bastón representa el poder que posee sobre los demás. Las hijas
tienen una gama de actitudes, desde la mayor sumisión a la rebeldía más
abierta. Viven en una reclusión impuesta y están más o menos obsesionadas por
lo erótico. En cuanto a la abuela, María Josefa, en sus palabras se mezclan
locura y realidad al enunciar el deseo de salir, de casarse y de ser madres,
que sienten las hijas de Bernarda.
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