WILLIAM SHAKESPEARE
Vivió en el Renacimiento,
período cuyo nombre deriva del interés que se despertó por la antigüedad
grecolatina y por el conocimiento científico en general. En el plano
ideológico, es importante recordar que en esta época se produce el paso del
teocentrismo al antropocentrismo: el interés por el hombre y sus posibilidades
pasa a un primer plano.
Al igual que en el resto del
mundo, las expresiones teatrales tienen un origen religioso. Durante la Edad Media las
modalidades fundamentales del teatro eran MILAGROS
(representaciones de la vida de los santos), MISTERIOS (historia sagrada) y MORALIDADES
(representaciones de carácter alegórico que planteaban la lucha entre el
bien y el mal). Hubo también INTERLUDIOS (piezas breves de carácter
profano, que criticaban las costumbres de la época para divertir a su público).
Se llama TEATRO ISABELINO a la producción teatral comprendida entre
la asunción de Isabel en 1559 y el cierre de los teatros dispuesto por el
parlamento en 1642, cuando reinaba Carlos I. Esta época se conoce como la “era isabelina”, donde se pone fin a un
período de luchas dinásticas y religiosas y conflictos internacionales. A
treinta años de su reinado Isabel había logrado robustecer el espíritu de
nacionalidad, derrotando a España con la destrucción de la “armada invencible”
y logrando la uniformidad religiosa. La economía y la sociedad se hallaban en
plena expansión y la cultura se encontraba en su apogeo. La reina se interesó
en particular por el desarrollo del arte y la cultura y con ello se produce el
auge del teatro.
Este teatro se aparta de la
ley de las tres unidades aristotélicas (de unidad, de tiempo, de espacio) y
su tipo más corriente es aquel donde los personajes luchan contra
acontecimientos sobre los cuales no tienen poder. A diferencia de la tragedia
clásica, incluye motivos reideros
que sirven para relajar la tensión del espectador. El ingreso de un grupo de
autores (entre ellos Shakespeare), llamados “ingenios universitarios”
posibilitó un teatro que integrará armónicamente el drama culto y el popular.
El primer edificio teatral se
construyó fuera de Londres, porque la iglesia reformada y el partido
republicano condenaban al teatro como causa de corrupción y pecado. Esto
explica que las mujeres no pudieran actuar, lo cual hubiera sido muy mal visto,
lo que llevó a que los papeles femeninos estuvieran a cargo de adolescentes.
Las compañías estaban compuestas por unos quince actores, que a veces llegaron
a constituir fuertes sociedades económicas. Estaban autorizadas a actuar con el
nombre del noble que les servía de patrón y a ellas se unía a veces un
escritor, como en los casos de Shakespeare y Marlowe, quienes escribían exclusivamente
para su compañía, que tenía los derechos sobre sus obras.
Al principio, las
representaciones se hacían en las posadas, que tenían patios centrales rodeados de galerías. El
escenario se colocaba a un extremo del patio. Cuando estas funciones fueron
prohibidas hubo que construir locales especiales. En 1576 se edificó en Londres
“El teatro”, al que siguieron “El Telón”, “La Rosa ”y “El Globo”, que fue el más conocido porque
Shakespeare fue su copropietario.
Se actuaba al aire libre,
sin escenografía pero con un lujoso vestuario. El espectador no tenía, entonces, ayudas visuales
para localizar los hechos, lo que explica el rápido cambio de escenas que es
característico de este teatro. La importancia residía en el texto de las obras
y el peso del espectáculo en el poder de los actores para crear la ilusión.
El edificio teatral era de
forma circular o hexagonal, sin techo. Uno de los lados correspondía a la escena y los otros estaban
recorridos por una galería, donde se ubicaba parte del público. La escena
consistía en una plataforma de poco más de un metro de alto que avanzaba sobre
lo que ahora es la platea, separada de los vestuarios por una simple cortina y
sin telón al frente, por lo que todos los cambios se hacían a la vista del
público. Este escenario, como todo el teatro, tiene tres pisos, cada uno de
ellos con un balcón central y dos ventanas a los lados, utilizados para las
escenas como la del balcón en “Romeo y Julieta”. Había tres áreas de actuación: en el
proscenio se realizaban las batallas, los duelos y las fiestas. En la parte
trasera, en una alcoba cubierta por una cortina, se consumaban los adulterios y
los fallecimientos. El balcón podía representar lo mismo la habitación de una
doncella o las murallas de una fortaleza. Una trampa colocada en el suelo
dejaba paso a los espectros y demonios, mientras que del techo (o cielo)
descendían los seres celestiales. Como se comprende, un teatro semejante
recurría constantemente a la complicidad de los espectadores.
William Shakespeare incursionó
en diversas modalidades dentro del género dramático, desde la comedia a la tragedia, pasando por los dramas
de carácter histórico, e insertando muchas veces momentos humorísticos o
grotescos en medio de lo trágico.
Como todo hombre del Renacimiento, recibió la influencia de los
autores griegos y latinos, pero fue innovador en cuanto a la estructura
formal de sus obras, ya que no se guió por las tres unidades que regían el
teatro griego: en sus obras hay frecuentes cambios espaciales y el tiempo
transcurre más allá de las 24 hs. establecidas. Hay también una alternancia
de los pasajes en prosa y los pasajes en verso por lo que en muchas
oportunidades se habla de ellas como “dramas poéticos”.
Atrajo a los más diversos
públicos, porque daba a cada uno lo que quería ver. Tal vez una de las razones
por las que hoy se sigue representando
sea por lo verosímil que resultan sus personajes, con sus contradicciones, sus
debilidades y virtudes. Sus obras traen mensajes universales, válidos
hasta hoy, pero fueron también representativas de la atmósfera de su tiempo: la
magia, lo sobrenatural, la confianza en el hombre, lo engañoso de las
apariencias, son temas frecuentes.
Se discutió durante mucho
tiempo si Shakespeare fue el autor de los dramas que se estrenaron e
imprimieron con su nombre o si fue una pantalla para otro autor que quería
permanecer en el anonimato por razones particulares. Se propusieron varios
nombres al respecto, ninguno comprobable, y la cuestión quedó de lado.
Este autor no inventó todos los
argumentos de sus obras, sino que estos provienen a veces de textos de otros
autores, mejorados por él, de la historia de su país o de leyendas. Entre 1580
y 1600 aparece una serie de obras históricas con el nombre común de “crónicas”,
como la de Holinshed, que fue una de sus fuentes directas de información. Además
de las fuentes literarias, es posible señalar la influencia de temas reales,
contemporáneos del escritor, que él supo dramatizar.
Para Shakespeare el hombre
es la sede de las luchas entre el bien y el mal y el drama es la expresión
artística de esa lucha. La obra de teatro es concebida como la lucha entre un
destino y un carácter que pretende destruir el orden, lucha en la cual el
individuo es aniquilado por la justicia eterna que le castiga y restablece el
orden. Los protagonistas de sus obras son “caracteres”, concebidos con la
complejidad y posibilidades de cambio propias de un ser humano, no “tipos”, representantes
de una pasión o virtud determinada.
El gusto por los elementos
sobrenaturales, que estaba en todos los espectadores isabelinos, fue
sabiamente explotado por el poeta. En las brujas, las hadas y fantasmas, se
encarna un mundo maravilloso con una presencia efectiva en el mundo humano. En
ese mundo creía Shakespeare y creían sus espectadores, que frecuentemente veían
quemar brujas; creía hasta el mismo rey, Jacobo, que había escrito un tratado
sobre demonología. Pero también el dramaturgo lo usa como recurso dramático
allí donde lo necesita. También está lo maravilloso psicológico, en forma de
alucinaciones, que es la manera dramática de expresar el desorden interior, la
angustia o el miedo de sus personajes.