César González, pseudónimo Camilo Blajaquis (Argentina, 1989)
Miedos
somos según el día y la hora
la cruel totalidad del miedo
o la sagrada plegaria de la bondad
la incertidumbre más insensata
o un misterio eternamente reciclable
la masividad actualizada
o ingeniosos reformistas del amor
egoístas por rutina
o poetas que hacen llover en el infierno.
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Desconfianza
¿Y si me pongo a gritar y no te bailo el olvido?
¿ Y si te niego el licor que embriaga las ideas?
¿Y si te escupo el uno en un millón?
¿Y si mi presencia inquieta todos tus planes?
¿Y si mi corazón vomita todo tu veneno?
¿Y si no me matás y quedo en eterna agonía?
¿Y si te devuelvo con abrazos todas tus piñas?
¿Y si mis odios no te tienen en su lista?
¿Y si me recibo de irreversible?
¿Y cuando el premio ya no sea el castigo?
¿Y qué onda si soy un caso muy extraño?
¿Y qué onda si estoy orgulloso de tu desprecio?
¿Y si lo más inspirador fuera tu desconfianza?
¿Y qué onda si mis preguntas sorprenden también a mi pasado?
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Ciudad panóptica
El escenario es un colectivo
el aire que se respira es tristeza
no hay peor cárcel que la mirada del otro.
Miran por la ventanilla
y sus miradas se pierden.
Desean ser otra cosa
pero les divierte este caos.
Llego a mi destino y me bajo.
Me espera una reunión de
intelectuales de turno.
Sus ideas agarraron un piquete
a mí los piqueteros me dejaron pasar.
Antes que ahogarme decido marcharme.
Vuelvo al lugar donde mejor me refugio
busco esa cueva donde nadie me encuentre.
Ahí, donde puedo ser.
Ahí, donde no obedezco.
En la soledad, en el único consuelo.
Lo que observo es que hay mucho anhelo
se anhelan caricias, se anhela verdad.
Hasta las veredas sufren por
esa multitud que se queja de la lluvia
porque moja su ropa nueva
porque los retrasa en el trabajo.
Aunque el mundo es más grande de lo que dicen
percibo que nos achicaron el tiempo...
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Nueva vida
¿Es real esto que veo?
toda la madrugada esperé despertarme,
me pellizqué, me di un baño con agua fría y nada...
sigo acá.
¿Cómo se atreve el encierro a abandonarme así?
Libertad penal, pero hermosa libertad.
Libertad a medias pero resplandeciente libertad.
Estoy desacomodado, realmente me cuesta creer que la celda quedó atrás.
Lo mas extraño de estas vírgenes sensaciones es que es la primera vez
que escribo en compañía de los arboles, abrazado a los rayos del sol
y con un recital de pájaros de fondo.
La ciudad me regala una mirada agria, casi sanguinaria,
pareciera que los edificios me vigilan.
Pero para quien se había olvidado su sabor
el aroma del asfalto produce
una sobredosis de alegría en mis arterias.
disculpen... necesito enjuagar mis ojos
El día llegó,
vuelvo a ser esclavo de la velocidad del mundo.
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